“EE UU no respeta a Latinoamérica”
El heredero de Chávez ha radicalizado el legado del fallecido comandante con más mano dura El presidente se enfrenta a una oposición que discute su elección y una política exterior abiertamente antiestadounidense
En una entrevista con Le Monde, la primera concedida a un medio de comunicación internacional desde que fue elegido presidente de Venezuela, el pasado 14 de abril, por una ajustada mayoría, el exsindicalista Nicolás Maduro, de 50 años, heredero proclamado de Hugo Chávez, sigue una estricta línea política. El que fuera durante mucho tiempo ministro de Asuntos Exteriores del comandante adereza sus declaraciones con lo que ha convertido al chavismo en radical: una política enérgica frente a una oposición que discute su elección; múltiples referencias a la gesta revolucionaria bolivariana; un soberanismo puntilloso y una postura antiestadounidense que asume todos los acercamientos a los regímenes autoritarios, desde Irán hasta la Libia de Gadafi. Sus única aperturas parecen reservadas a los inversores extranjeros, en el marco de unas “zonas económicas especiales” inspiradas en el modelo chino.
Nicolás Maduro, vestido con un chándal con los colores de la enseña venezolana, recibió a Le Monde el vestíbulo de una residencia presidencial modesta situada en una base militar que ha convertido en la sede de su poder. En un contexto político tenso, la capital, Caracas, se veía agitada por dos manifestaciones del 1 de mayo: la de la oposición y la de los chavistas, privados de su carismático líder, que ocupó el poder durante 14 años en este Estado petrolero.
“El liderazgo de la oposición tiene un proyecto de asalto al poder”
Pregunta. Altercados en el Parlamento, incidentes violentos en la calle que causaron varios muertos tras las elecciones presidenciales: Venezuela es un país muy polarizado, en tensión. ¿Cómo pretende prevenir el descontrol?
Respuesta. El país no está polarizado, está movilizado. El pueblo está movilizado porque estamos llevando a cabo una revolución, una revolución contra la dependencia económica, la pobreza, la miseria y las desigualdades, una revolución contra el capitalismo que ha saqueado nuestra patria en el pasado. Tenemos un socialismo democrático. Cuando los pueblos están en lucha como nosotros —luchamos hace 200 años por nuestra independencia, y en este momento luchamos por una nueva independencia— siempre hay tensiones. Tenemos una hoja de ruta, que es nuestra Constitución y nuestras instituciones. Y funcionan. Lo que puedo garantizar es que habrá paz, habrá democracia y superaremos cualquier amenaza. Es importante que Europa lo sepa porque en el exterior la imagen que se tiene es caricaturesca. La gente piensa que en Venezuela hay una dictadura.
“Acabo de enviar un nuevo encargado de negocios a EE UU. Ya veremos”
P. ¿Va a entablar un diálogo con la oposición?
R. He hecho un llamamiento al diálogo general, pero el liderazgo de la oposición lo ejerce un grupo de derechas muy extremista que impide que los partidos políticos se sienten a hablar. Porque ese grupo tiene un proyecto de asalto al poder. (...) Llamo a Europa a abrir los ojos. En Chile, estuvo Pinochet. Cuando Allende fue atacado, a todo el mundo le sorprendió la violencia. Aquí está surgiendo una ideología parecida. Si comparo eso con Mussolini, Franco o Hitler, dicen que exagero. Pero aquí, en Latinoamérica, doy la voz de alarma. Hay ingredientes para un proyecto de extrema derecha. Si un día esta gente llegase al poder —lo que no ocurrirá—, destruiría la democracia en Venezuela e impondría un proyecto totalitario.
P. La oposición cuenta con el 49% de los votos. ¿Puede reducirse a un grupo de “fascistas” como los califica usted?
R. No totalmente, pero lo que llamamos socialdemocracia o democracia cristiana está desapareciendo en Venezuela, y está siendo absorbida por una extrema derecha. Hemos ganado 17 de las 18 elecciones en el transcurso de los últimos 14 años. Acabamos de enfrentarnos a las elecciones más difíciles porque nos encontramos sin el comandante Chávez, que era el alma de la revolución bolivariana. Yo era candidato, partí de cero, y gané. El chavismo osciló entre el 50% y el 60%, y a veces alcanzamos el 63%. Es una corriente histórica muy fuerte, muy sólida. Lo que puedo decirle a Europa es que impediremos que surja en Venezuela un nuevo Pinochet, y lo haremos por la vía democrática.
P. Usted se describe como el heredero de Chávez. Su toma de posición en la escena internacional ha sido, durante más de una década, la de una “resistencia” frente a un supuesto imperialismo estadounidense y unas alianzas con regímenes represivos como los de Gadafi, El Asad, Lukashenko y Ahmadineyad. ¿Va a introducir algún cambio?
R. Usted dice “un supuesto imperialismo”. ¡El imperialismo existe! EE UU ha ejercido un imperialismo mundial. En el siglo XIX ya había invadido la mitad de México. El siglo XX ha sido un siglo de hegemonía total, un imperio económico, militar y político de EE UU. En el siglo XXI ha empezado una nueva era. Se trata, por una parte, de un mundo imperial unipolar, y, por otra, de la aparición de un mundo multipolar, multicéntrico y en equilibrio, que es, de hecho, la continuación de la visión de nuestro libertador, Simón Bolívar. Creemos en este proyecto de un mundo en equilibrio, sin imperio. Venezuela ha sufrido 100 años de dominio petrolífero en los que las multinacionales estadounidenses sembraron la miseria, y por eso tenemos un proyecto antiimperialista. En cuanto a nuestras amistades... Gadafi era amigo de Sarkozy y de Berlusconi. Él financiaba sus campañas. Y [Venezuela], como miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, siempre ha sido amiga de Libia. El presidente Chávez fue hasta el último día un amigo leal de Gadafi, asesinado de la forma más vulgar. Europa debería reflexionar sobre el bombardeo y la destrucción de Libia porque han infestado Libia de terroristas. ¿Quién tiene el poder militar en Libia y envía miles de hombres armados a luchar en Siria? Al Qaeda.
P. El presidente sirio bombardea a su propio pueblo con aviones y tanques. ¿Por qué no condena estas acciones si se dice usted demócrata?
R. En Siria, hay que tener en cuenta el hecho de que hay una intervención extranjera que ha creado una guerra civil. Tenemos una buena cooperación, económica, con el presidente Bachar el Asad. En cualquier caso, hay que diferenciarlo: Venezuela es un país democrático. Y en Latinoamérica, en general, cada uno busca su modelo económico después del desastre de una década de los noventa marcada por el neoliberalismo. Por lo demás, lo que ocurre en Europa en este momento recuerda a lo que vivió nuestra región en la década de 1990: todos los indicadores sociales retrocedían y eso llevó a una explosión política, a revoluciones. Es lo que ha explicado la aparición de un Chávez, de un Lula, de un Kirchner y de un Correa. Europa debería tener cuidado.
P. Habla de un mundo multipolar. ¿Quién debe ser en el siglo XXI el aliado de Venezuela: Europa, o bien China y Rusia?
R. Ha surgido un grupo que se llama BRICS. Es un bloque que, a escala mundial, puede provocar grandes cambios hacia el equilibrio. Representa a más de 3.000 millones de habitantes: China, nuestros hermanos brasileños, India, Sudáfrica... Es una gran esperanza para el mundo, como pudo serlo Europa. El problema es que Europa se ha dejado dominar por las políticas de EE UU. Europa tendría que unirse a los BRICS para favorecer una gran alianza mundial en favor de una nueva forma de coexistencia, y para que cese el intervencionismo y la guerra.
P. ¿Qué haría falta para que se normalizase la relación entre su país y EE UU?
R. Respeto. Respeto por Latinoamérica. No nos respetan. Es una vieja historia. Hay dos doctrinas. La doctrina Monroe, que decía: “América para los americanos”, es decir, para Estados Unidos de América. Y la de Simón Bolívar, que decía: “La unión de la América que antes era colonia de España”. Son dos doctrinas, una imperial y la otra de liberación. En EE UU —lo sé— hay un grupo ultraconservador y terrorista. Busque quiénes son Roger Noriega, John Negroponte, Otto Reich... Todos estos hombres están detrás de planes de desestabilización violenta en Venezuela. A veces, el Gobierno estadounidense ejerce un cierto control sobre estos grupos, a veces los deja actuar. EE UU está gobernado por un aparato militar-industrial, mediático y financiero. Obama sonríe, pera también bombardea. Simplemente ofrece una imagen diferente de la de Bush. En este sentido, representa más bien el interés de EE UU en dominar el mundo. Acabamos de enviar a un nuevo encargado de negocios. Estamos dispuestos a avanzar hacia una relación que pueda ser positiva. Ya veremos.
P. El petróleo ha sido el gran impulsor de la política regional llevada a cabo por Chávez, así como sus programas sociales. Pero la producción de su país está estancada. ¿Tiene intención de abrir este sector a las inversiones extranjeras? ¿Cómo va a diversificar una economía dominada por los hidrocarburos?
R. En Venezuela, en el cinturón petrolero del Orinoco, tenemos 27 empresas multinacionales de todo el mundo, entre ellas algunas francesas. Invitamos a todos los que todavía no han invertido en nuestro país. Son bien recibidos. Creamos zonas económicas especiales para atraer inversiones y tecnología. Hemos estudiado la experiencia china. Por otra parte, Venezuela cuenta con 33 millones de hectáreas de tierras agrícolas disponibles, y solo utilizamos 3 millones. Tenemos todos los requisitos para convertirnos en una potencia agroalimentaria. Hacemos un llamamiento a todos los que quieran producir en unas condiciones agroecológicas a venir a Venezuela. Podemos producir para el Mercosur, para Europa y para Asia.
P. Habla usted de libertad. Cuando va a Cuba para hablar con Raúl y Fidel Castro, como ha hecho recientemente, ¿habla de los prisioneros políticos y de los periodistas encarcelados?
R. Estamos orgullosos de Cuba, y vamos a seguir apoyando a ese pueblo noble y solidario. Fidel y Chávez eran como padre e hijo, una unidad profunda. Fidel Castro representa la dignidad del continente sudamericano frente a los imperios. Es un mito viviente de la lucha por la independencia y la liberación del continente.
© Le Monde
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