Una bienvenida muy devaluada
El Gobierno ha depreciado en un tercio el valor del bolívar frente al dólar La conflictividad social ha aumentado durante la ausencia del presidente
Caracas, capital de Venezuela, un lunes por la mañana: los automóviles no pueden circular por la avenida Libertador, una de las más céntricas e importantes de una ciudad de cuatro millones de habitantes. Un grupo constituido por decenas de damnificados —gente que perdió sus precarias viviendas durante los corrimientos de tierra de diciembre de 2010 y que desde entonces pervive en refugios de emergencia— se ha organizado para invadir durante la madrugada las obras de un edificio que el Gobierno levanta allí, a menos de una cuadra de la sede de Pdvsa, la poderosa petrolera estatal. Exigen residencias definitivas. La policía bloquea la calle mientras negocia con los manifestantes.
Poco antes, el Gobierno, con el vicepresidente Nicolás Maduro y otros ministros, se confiesa obligado a “intervenir” el Hospital Periférico de Coche, el principal centro de salud del suroeste caraqueño, después de varios días de protestas de su personal y usuarios. Su gestión regular está a cargo del Estado. Pero el hospital se cae a pedazos.
En ese mismo momento, una familia recorre farmacias y supermercados en busca de crema dental. Se trata de un artículo que prácticamente desapareció de los anaqueles a principios de año y cuyo suministro, mes y medio después, apenas ha sido restituido por solo una de las transnacionales que comercializan sus marcas en Venezuela.
Podría tratarse de un lunes cualquiera; después de todo, son situaciones que se han vuelto crónicas para los ciudadanos de la República Bolivariana. Pero es un lunes especial, que ha quedado señalado por el regreso, durante la madrugada, del presidente Hugo Chávez a territorio venezolano.
También es 18 de febrero. Se cumplen 30 años de la primera maxidevaluación que sufrió el bolívar, la moneda local. Hasta el 18 de febrero de 1983 y durante 20 años, el bolívar mantuvo una muy estable y legendaria paridad de 4,30 por dólar. Pero ese día, recordado como el “viernes negro”, el Gobierno del presidente democristiano Luis Herrera, acuciado por la fuga de capitales y el déficit público, anunció el primer régimen de control de cambios de la era democrática y la devaluación.
Tres décadas —y un proceso de reconversión monetario que en 2009 le quitó tres ceros a la moneda— más tarde, el panorama se parece mucho. Hace 10 días, el Gobierno optó por depreciar un tercio el valor de la moneda frente al dólar. El bolívar se cotiza en el mercado negro —cuya sola mención está prohibida a ciudadanos y medios en el país mediante una ley penal— alrededor de 23 por dólar, según los sitios de Internet semiclandestinos que informan al respecto: casi cuatro veces la tasa oficial de 6,30 por dólar. Este es el país de cuyas riendas Chávez vino a hacerse cargo.
La conflictividad social parece haberse agudizado durante los días de la gestión dual de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. A ello contribuye la propia impericia mostrada por los sucesores. Aunque, sin duda, el sustrato de esta percepción es la insostenible situación económica.
En 2012, el gasto público se multiplicó para ganar la lealtad de los votantes en las elecciones presidenciales del 7 de octubre. El esfuerzo, colosal incluso para un petro-Estado, habría disparado el déficit de las cuentas del Estado hasta un 18% —cifra que el ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, disputa—. Pero a falta de estadísticas confiables, los analistas insisten en que la recién anunciada devaluación solo alcanzaría para cubrir un bache de 3-4 puntos de déficit.
La atribulada Pdvsa luce incapaz de aumentar la producción y aprovechar un precio de 100 dólares el barril que todavía marca el mercado. Por ello, se anticipa que el Gobierno está próximo a adoptar nuevas medidas de ajuste, como el aumento del precio de la gasolina. El combustible se vende a precios ridículos en el país, congelados desde hace varios años gracias a un fuerte subsidio del Estado que genera pérdidas a Pdvsa. Sin embargo, el tema es tabú, hasta adquirir ribetes de superstición en la política venezolana. ¿Se atreverá el Gobierno ahora a asumir su costo político, ya reforzado con Chávez y su carisma de vuelta en el país?
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