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Los yihadistas se repliegan hacia el norte de Malí

La operación francomaliense logra detener su avance hacia el sur y recuperar Konna y Diabali

José Naranjo
Un hombre es transportado en un carrito al hospital Nianakoro Fomba en Segou.
Un hombre es transportado en un carrito al hospital Nianakoro Fomba en Segou.NIC BOTHMA (EFE)

Cientos de yihadistas han iniciado un repliegue sobre sus escondites en la zona montañosa del norte de Kidal, cerca de la frontera argelina, dos semanas después del inicio de la operación militar francomaliense Serval. Así lo ha confirmado por teléfono un residente en esta región, que asegura también que cada vez se ven menos miembros de los grupos armados en las ciudades de Gao, Kidal y Tombuctú y que la aplicación de la sharía o ley islámica se ha relajado mucho en los últimos días. La Operación Serval que están llevando a cabo los Ejércitos francés y maliense desde el pasado 10 de enero ha logrado detener el avance yihadista hacia el sur, recuperar las dos últimas ciudades que habían caído en manos de los radicales, Konna y Diabali, e infligir un duro golpe a los grupos armados en sus bastiones de Gao, Kidal y Tombuctú mediante los bombardeos aéreos.

En esta última ciudad se ha confirmado que los bombardeos franceses han destrozado el palacio contruido por el líder libio Muamar el Gadafi y que estaba siendo utilizado por los yihadistas como residencia.

En los últimos días, miembros de estos grupos, sobre todo de Ansar Dine y AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico), han empezado a concentrarse en la zona norte de Kidal, en concreto en torno a la ciudad fronteriza con Argelia de Tinzouatine, un lugar montañoso y de difícil acceso donde resulta más fácil esconderse de los ataques aéreos. “Hay cierto movimiento, está claro que Ansar Dine pretende replegarse en esta zona”, asegura un residente en Kidal, la ciudad de origen de Iyad Ag Ghali, líder del grupo salafista, quien se mueve como pez en el agua en este desierto.

"Cuentan con carros de combate de fabricación soviética, camiones y 4x4 con artillería pesada"

El repliegue de los yihadistas coincide con la noticia de que se ha producido una escisión en el seno del grupo Ansar Dine con la creación del denominado Movimiento Islámico del Azawad (MIA), que demanda una solución negociada a la crisis. El MIA está integrado, entre otros, por destacados miembros de Ansar Dine como Algabas Ag Intalla y Mohamed Ag Arib, uno de los negociadores que se trasladó a Ouagadougou (Burkina Faso) en el contexto de las conversaciones emprendidas bajo la mediación de la Cedeao. Mediante un comunicado, este nuevo grupo pretende desmarcarse del terrorismo e incluso se compromete a combatir junto a Francia y el Ejército de Malí.

Sin embargo, pese a haber sufrido pérdidas materiales y bajas, la capacidad ofensiva de los yihadistas está lejos de ser neutralizada y no han abandonado del todo sus posiciones en sus bastiones de Gao, Kidal y Tombuctú, aunque ahora muchos se esconden y prefieren pasar la noche en los alrededores de estas ciudades. “Están muy bien armados”, asegura un soldado maliense que ha combatido en el norte y que ahora está acantonado en Sevaré. “Cuentan con carros de combate de fabricación soviética, camiones y 4x4 dotados con artillería pesada y explosivos de todo tipo”, añade. Lo que más inquieta a las fuerzas militares francesas es su capacidad antiaérea y la más que posible presencia en su arsenal de misiles tierra-aire, capaces de interceptar un avión o un helicóptero en pleno vuelo.

En los últimos días, tras la recuperación de Konna y Diabali y la llegada del Ejército de Malí a Douentza, no se han producido grandes movimientos en tierra. Los esfuerzos franceses se centran en el refuerzo del dispositivo, con la implicación en la actualidad de unos 2.300 soldados galos en la operación, y en la consolidación de las líneas de aprovisionamiento entre Bamako y el frente. El objetivo es mantener las actuales posiciones a la espera de que se acabe de conformar el contingente africano de la Misión Internacional de Apoyo a Malí (Misma), que estará integrado por unos 6.000 soldados (1.500 ya sobre el terreno en Malí y Níger) y cuya responsabilidad será liderar la ofensiva terrestre para “reconquistar” el norte.

Por otra parte, la aparición de evidencias respecto a la existencia de ejecuciones sumarias y abusos en las zonas de Malí controlada por el Ejército ha generado una oleada de denuncias por parte de organismos internacionales de Derechos Humanos, como la Federación Internacional de Derechos Humanos, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, que alertan del inicio de una persecución por motivos étnicos contra personas de origen árabe y tuareg a las que se acusa de colaboracionismo con los rebeldes y los terroristas. El ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, ha hecho un llamamiento al Ejército de Malí “a mostrarse extremadamente vigilante” respecto a estos abusos.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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