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Monti entra en la campaña con un ataque a Berlusconi

El primer ministro saliente critica la falta de “valores éticos” de ‘Il Cavaliere’

Monti, durante la entrevista en la Rai 1 el 2 de enero.
Monti, durante la entrevista en la Rai 1 el 2 de enero.DANIELE MASCOLO (EFE)

La metamorfosis ha terminado. Mario Monti ha evolucionado de tecnócrata por encima de las partes a político protagonista de la contienda electoral de finales de febrero. Una hora de entrevista en la tertulia puntera de la radio pública Rai 1 esclareció ayer cómo Il Professore piensa participar en la campaña: no desde el borde de la cancha enderezando y musculando a los suyos, los partidos del centro, sino como un jugador en toda regla que saca pecho, cara y piernas. Explica su programa, apela al electorado y no solo a los “socios europeos”, y lanza estocadas a los mismos partidos que apoyaron durante 13 meses su experimento técnico y ahora son adversarios en una carrera a tres: el derechista Pueblo de la Libertad de Silvio Berlusconi —“detesto a quien utiliza los valores éticos como armas”— y el izquierdista Partido Democrático de Pierluigi Bersani —“me piden que tome posición, mi bando es el de quienes quieren modernizar el país, no conservarlo igual”—. Mientras habla, la Bolsa brinda: el diferencial entre los bonos a diez años italianos y alemanes se sitúa en los 287 puntos: el umbral que el economista se había fijado como objetivo.

Sin embargo, no se abandona a fáciles promesas —“quien promete quitar el impuesto sobre la vivienda no es serio”, sostiene en alusión al primer punto del programa de Berlusconi—, pero sí esparce un poco de optimismo: “La luz al final del túnel está cada vez más cerca. Estoy más confiado que antes en que, mientras llegamos, el túnel no va a derrumbarse encima de nosotros”.

“Para solucionar el grave problema de la deuda y salvar el país del abismo fiscal, EE UU recurrió a un acuerdo entre republicanos y demócratas. Es la misma fórmula que escogimos en Italia, por intuición del jefe del Estado, con el Gobierno de compromiso nacional, que, con su extraña mayoría, nos permitió superar la gravísima emergencia financiera del país”. Por supuesto, Monti se refiere al Ejecutivo que encabeza desde noviembre de 2011, recogiendo el mandato de las manos del presidente Giorgio Napolitano tras la dimisión de Berlusconi por las presiones de los mercados, de Bruselas y del Parlamento.

El primer paso de su eventual Gabinete, plenamente político, sería “aligerar la presión fiscal sobre el trabajo para empleados y empresas. Tuvimos que reducir el gasto público a las malas, en un breve plazo. Si no lo hubiéramos hecho, estaríamos ahora donde Grecia. Pero con una perspectiva más larga podríamos cambiar de estrategia. Deberíamos quitar un poco de peso a las familias numerosas, dar a los italianos un sistema sanitario que funcione y cueste menos, un sistema fiscal que redistribuya la renta de forma ecuánime entre ricos y pobres y seguir en la lucha contra la evasión [fiscal]”.

El país sigue teniendo una deuda soberana colosal, equivalente al 126% del Producto Interior Bruto (dos billones de euros, es decir, 33.000 euros por cada uno de los 60 millones de italianos). “Es necesario seguir recortando el gasto. Por ejemplo, con la disminución de los parlamentarios”, que hoy son 630 diputados y 315 senadores, declaró Monti sabiendo acariciar a buena parte del electorado, desquiciado por los lujos de la llamada "Casta" y los escándalos de corrupción que han salpicado a varios partidos.

De esta forma, la persona que suministró a los italianos una píldora tan amarga que ninguna fuerza política quiso recetar, el primer ministro destinado casi por mandato a ser impopular, intenta transformarse en mesurado paladín de una Italia nueva: “La distinción entre derecha e izquierda hoy tiene menos sentido. La verdadera distinción es entre quien quiere cambiar el país, haciéndolo más moderno y competitivo, trabajando con Europa y quien está contra los cambios y solo quiere conservar. Me refiero a personajes del PD y de Izquierda Ecología y Libertad, como de la derecha”.

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Es la derecha, ya en la cuerda floja según las encuestas, la que va a sufrir más por la “subida en política” del economista. Es Berlusconi quien está más nervioso: “Monti es un líder pequeñito, guía de un centrito que va a ser siervo de la izquierda”, espetó Il Cavaliere, que incluso anunció: “Vamos a instituir una comisión parlamentaria que investigue si hubo un complot internacional para derrumbar a nuestro Ejecutivo y entregar el mando a Monti”. Il Professore, a su manera, no dejó caer el guante del desafío: “¿Complot contra Italia? Seamos serios, adultos”, ridiculizó. Y cargó contra quien apoyó a su Gabinete y ahora es adversario: “Berlusconi oscila entre considerarme un gran líder al que se pidió guiar a los moderados y un inútil que solo hizo desastres... Además, esgrime armas impropias, como el llamamiento a los valores de la familia que, según él, no existen en mi programa. Detesto a quien utiliza los valores éticos, que a menudo traiciona en su realidad cotidiana, de forma torpe como un hacha contra los rivales”, cerró Monti, que acaba de recibir la bendición del Vaticano.

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