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El nuevo juego: ‘Aquí viene la troika’

Los portugueses, muchos sin paga de Navidad, recurren al sentido del humor para tratar de sacudirse la asfixia económica que ahoga el consumo

Antonio Jiménez Barca
Vista del Tajo desde la plaza lisboeta de Terreiro do Pao.
Vista del Tajo desde la plaza lisboeta de Terreiro do Pao. francisco seco

Hay un novedoso juego de cartas titulado Aquí viene la troika, que se vende ya en algunas tiendas de Lisboa, y que, en resumen, consiste en lo siguiente: los jugadores tratan de poner a buen resguardo los millones adquiridos gracias a sus influencias, intentan ganar elecciones y prueban a ponerse a salvo antes de que una carta maléfica aparezca en la mesa y lo desbarate todo: la de tres hombres de negro con cara de pocos amigos, la troika, que se queda con todo. Y hay un anuncio de una nueva tarjeta de crédito que permite fraccionar el pago de las compras navideñas en tres meses que ha sido reproducido en los paneles en los centros comerciales y que reza irónicamente: “Como se entere la troika…”. Es decir: que no sepan que a pesar de todo nos gastamos el poco dinero que nos queda (o que nos prestan).

Son constantes los chistes y las bromas en Portugal para conjurar la asfixia económica y vital. Porque serán unas vacaciones duras. Los funcionarios no tienen paga extra de Navidad y en enero, además, comenzarán a aplicarse las nuevas normas y recortes del presupuesto de 2013, el más polémico y restrictivo de la historia reciente del país, que prevé una brutal subida de impuestos equivalente, de media, a la retirada de un mes de salario. La Confederação do Comércio e Servicios do Portugal calcula que el comercio portugués va a caer de un 10% a un 15% respecto al año pasado, que ya fue malo. Hay comerciantes que aseguran con caras largas que venden un 30% menos y taxistas que juran que hacen un 40% menos de negocio a pesar de pasarse el santo día en la calle.

En las revistas y en los programas de televisión abundan las informaciones de chollos y de tiendas de segunda mano, de maneras de ahorrar y de mercadillos. Surgen tiendas de muebles usados que reciclan casi todo, de ropa no muy gastada y de bártulos que se revenden hasta el infinito.

La economía reculó este año un 3%, el consumo en general un 2% y el paro escaló hasta el 16%, una cifra jamás vista en Portugal. Los sindicatos calculan que los trabajadores perdieron un 10% de poder adquisitivo en los últimos años. “Y en 2013 va a ser peor”, según el secretario general de la CGTP, Arménio Carlos.

Así, los portugueses, sobre todo, se preguntan cuándo va a terminar esta carrera hacia la nada. El ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, considera que en el segundo semestre de 2013 comenzará todo a cambiar. El problema es que justamente hace un año pensaba lo mismo de 2012, un año que no ha servido sino para profundizar el agujero.

Por lo pronto, todo apunta a que 2013 será peor, mucho peor. Además de la subida de impuestos, del escamoteo de las pagas extra y de las innumerables tasas que el portugués medio debe de pagar ahora, el Gobierno ya ha anunciado que en febrero presentará a la troika un plan estructural que prevé un ahorro de 4.000 millones de euros, que se basará, sobre todo, en adelgazar las estructuras del Estado, sanidad y educación incluidas. El primer ministro, Pedro Passos Coelho, ya avisó en una comentada entrevista hace unas semanas que se estaba estudiando una manera para que los ciudadanos pagaran o ayudaran a financiar las clases de instituto de sus hijos.

De cualquier forma, no todo es tan negativo. El mismo Passos Coelho, que, por lo general, comparece en televisión para dar las malas noticias a la población, ayer, en una visita oficial en Turquía, a la hora de hablar de macroeconomía, dio una que se podría interpretar como de buena: “Por primera vez desde hace tiempo ya no estamos al borde del abismo”.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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