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Brasil y Argentina toman conciencia de que deben industrializarse más

Las presidentas de sus países plantean la necesidad de producir no solo materias primas, aunque está por verse si lo lograrán

Alejandro Rebossio
Las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff, y Argentina, Cristina Fernández.
Las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff, y Argentina, Cristina Fernández.LEO LA VALLE (EFE)

Algunos países de Sudamérica están tomando conciencia de que no pueden depositar todas sus esperanzas de desarrollo en la larga bonanza de los precios de las materias primas, fruto de la demanda de China desde la década pasada. Las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff, y de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, conversaron este miércoles en un lujoso hotel de Campana (70 kilómetros al norte de Buenos Aires) sobre la necesidad de fortalecer el sector manufacturero, en el marco de una reunión que sobre este tema organizó la patronal industrial argentina. Sucede que los precios de los productos básicos han tenido históricamente ciclos de subidas y bajadas y, aunque el actual está extendiéndose más de lo pensado, nadie puede asegurar que será eterno. Además, la sola producción de materias primas no crea los suficientes empleos ni el valor añadido al que aspiran Brasil y Argentina. La pregunta es cómo el gigante sudamericano mantendrá la fortaleza de su sector industrial, que ha perdido peso en su economía en los últimos años en favor de la producción primaria, y cómo Argentina conseguirá que sus fábricas consoliden la recuperación después de la crisis 2001/2002.

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En un discurso público frente a Fernández y empresarios de los dos países, Rousseff destacó que ambos socios de Mercosur (bloque que también integran Paraguay, Uruguay y Venezuela) son líderes mundiales en producción de alimentos y cuentan también con abundantes recursos mineros y energéticos, pero deben fortalecer sus industrias, compartir cadenas productivas y cooperar en innovación y educación. La jefa de Estado brasileña llamó a que las empresas públicas y privadas de su país inviertan más en Argentina y viceversa, en la industria naval, energías, incluida la nuclear, desarrollo espacial, banca, aeronáutica, televisión digital y tecnologías de la información. “Tenemos que reproducir nuestras industrias y servicios. Hay que agregar eficiencia a nuestro trabajo, innovación, tecnología. Si pudimos hacerlos en el área agrícola, lo podemos hacer con la industria”, abogó Rousseff, que destacó que este año su país ha reducido la apreciación de su moneda, el real, que tanto había encarecido su producción manufacturera, ha bajado los tipos de interés, ha impulsado, aunque con demoras, planes de infraestructuras y ha reducido los costes laborales y energéticos.

Las dos presidentas repitieron una vez más que la integración entre ambos mercados constituye el mejor mecanismo de defensa ante la crisis de EE UU y la Unión Europea. Rousseff admitió que la balanza comercial bilateral, que en la actualidad favorece a Brasil, debe equilibrarse, pero reclamó que eso se logre con una expansión del intercambio y no con recortes. En una crítica abierta a las restricciones del Gobierno de Fernández a la importación, la jefa de Estado brasileña se quejó que algunos productos brasileños han perdido participación en el mercado argentino en favor de competidores de otros países, y logró así el único aplauso con el que los empresarios interrumpieron su discurso. A su turno, Fernández no contestó la crítica ni tampoco le respondió con otro reproche. "Después de la crisis [mundial de 2008/2009], que Dilma prevé que dure muchos años, ahora la integración pasó de ser un deseo a una necesidad para mantener los logros que hemos tenido en la que yo llamo década ganada en materia de valor agregado e inclusión social", aludió la presidenta de Argentina a los 2000, antes de criticar a EE UU y la UE por "exportar" su crisis mediante la relajación de sus políticas monetarias, que abaratan sus productos.

A diferencia del resto de Latinoamérica, que ha mantenido un crecimiento robusto este año, Brasil y Argentina serán de los que menos se expandan, el 1,5% y el 2,6%, según el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI). No solo ha influido el contexto internacional sino también motivos internos de cada país. El menor crecimiento ha reducido el comercio entre ambos países, más que las barreras que los dos gobiernos, no solo el argentino, han propinado a los productos del vecino.

A diferencia de Rousseff, que dedicó la mayor parte de su discurso a la integración bilateral, Fernández se concentró en asuntos internos de su país. Prometió que Argentina seguirá abonando la deuda reestructurada en 2005 y 2010, pese al fallo judicial de EE UU que bloqueará esos pagos el 15 de diciembre si antes no cumple con la minoría de acreedores que aún litigan contra el país sudamericano por la suspensión de pagos de 2001.

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