Dos juicios todavía pendientes para Il Cavaliere
Berlusconi se siente perseguido por los fiscales de Milán, donde aún tiene dos procesos abiertos
“Una sentencia bárbara. Esta no es una democracia”. Silvio Berlusconi no esconde su rabia frente al veredicto que cierra la primera instancia del larguísimo y atormentado caso Mediaset. Siempre se sintió perseguido por los fiscales, sobre todo por los de Milán. En el Tribunal de su ciudad, cuenta con otros dos juicios abiertos: el caso Ruby y el Unipol.
Faltan pocas vistas y se acerca el fallo del primero. El empresario y ex primer ministro italiano, de 76 años, está acusado de dos delitos: abuso de poder e incitación a la prostitución de menores. Los hechos son que a finales de mayo de 2010, en Milán, una bailarina extranjera que se hace llamar Ruby Rubacuori (robacorazones) acaba en una comisaría de policía tras una denuncia por hurto. La chica, que nació en noviembre de 1992, tiene que ser trasladada a una unidad de menores. Son las 23.44 horas, cuando suena una llamada en la comisaría: es el primer ministro, que pretende que la chica sea puesta en libertad de inmediato y entregada a una amiga de su confianza (delito de abuso de poder). La noticia trasciende y llega a la Fiscalía, que empieza a investigar. El incidente destapó un panorama mucho más amplio, ya que una corte de chicas acudía a Villa San Martino, la residencia de Berlusconi a las afueras de Milán, para entretener con juegos sexuales al jefe del Gobierno. Según la Fiscalía, Ruby se acostó con el empresario, lo que configura la segunda acusación.
A principios de año se abrió otro frente judicial para el dueño de Mediaset. Un juez acogió la petición de los fiscales y decidió imputar a Berlusconi por un delito de revelación de informaciones secretas. El 31 de diciembre de 2005, el periódico de propiedad de su hermano, Paolo, también imputado, publicó el contenido de una conversación telefónica entre Piero Fassino —del Partido Democrático, entonces en la oposición— y Gianni Consorte, entonces presidente del grupo financiero Unipol, en la que los dos se alegraban por su control sobre un banco. El archivo del audio, que los investigadores no habían aún transcrito en el sumario de otra investigación, contenido en una memoria USB, fue robado, trasladado a Villa San Martino, donde Berlusconi lo escuchó y decidió publicarlo.
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