Nicaragua, el país donde los muertos pueden ser electos
Investigaciones denuncian listas de candidatos electorales "preñadas" con nombres de difuntos
En Nicaragua los muertos no solo votan, sino que también pueden ser electos. A las denuncias de políticos opositores por la presencia de fallecidos en las listas de electores –como sucedió en las elecciones de noviembre de 2011, en las que resultó reelecto el mandatario Daniel Ortega–, se une ahora una investigación realizada por el programa de televisión Esta Semana, que el domingo reveló que en este país centroamericano, las listas de candidatos a alcaldes y concejales cuentan con nombres de fallecidos. El escándalo toca directamente a las puertas del cuestionado Consejo Supremo Electoral, cuyos magistrados decidieron lavarse las manos sobre este caso, que empaña las elecciones municipales previstas para el 4 de noviembre.
Las listas de candidatos a alcaldes fueron aprobadas por el Tribunal Electoral
Las listas de candidatos a alcaldes ya fueron aprobadas por el Tribunal Electoral, que debía velar por la transparencia de las propuestas presentadas por los partidos políticos que participan en la contienda. Sin embargo, en una pequeñísima comunidad de Cinco Pinos, pueblo caluroso y soñoliento localizado a unos 200 kilómetros al oeste de la capital, Managua, los habitantes se encontraron con la sorpresa que uno de sus vecinos, José Maximimo Cálix Osorio, fallecido en marzo de 2012, está inscrito como candidato a concejal por el Partido Conservador, considerado en Nicaragua un partido satélite del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional. Osorio era un inmigrante nicaragüense que había viajado a San José, la capital de Costa Rica, en busca de mejores condiciones de vida. Allá lo asesinaron tres hombres cuando le intentaban robar. Otra fallecida que aparece como candidata es Maricruz López Pérez, quien murió hace 12 años. El susto se lo llevaron sus hijas al darse cuenta que su madre había sido revivida en las listas oficiales del Tribunal Electoral de Nicaragua.
En este país centroamericano el escándalo ya es conocido popularmente como “el desfile de los candidatos fantasmas”. La denuncia de Esta Semana incluye además de los fallecidos, robos de identidad y personas inscritas como candidatos sin que lo sepan. Fátima Vargas se llevó la sorpresa de su vida cuando supo que aspiraba a un puesto edilicio. Vargas, nicaragüense que tiene 12 años de vivir en Estados Unidos, fue inscrita como candidata suplente en las listas del mismo Partido Conservador. “Estoy sorprendida”, dijo por teléfono al periodista Álvaro Navarro, quien destapó el caso.
También hay robos de identidad y personas inscritas como candidatos sin que lo sepan
El escándalo muestra la poca rigurosidad de las autoridades electorales en la administración del proceso. La oposición ha exigido una investigación sobre el caso, pero los magistrados del Tribunal respondieron lavándose las manos. “El investigar si son ciertos o no son ciertos (los candidatos), si existen o no existen, si están vivos o no están vivos, si están en el cielo o en la tierra, no es facultad legal del CSE”, dijo sin empacho el magistrado electoral José Luis Villavicencio, quien restó importancia a la investigación de Esta Semana.
El Consejo Supremo Electoral es una de las instituciones más cuestionadas de Nicaragua. Recientemente fue condenado a 23 años de cárcel el exmagistrado Julio César Osuna, acusado de robar identidades de muertos, borrachos habituales o dementes para venderlas al narco. La oposición acusa a los magistrados electorales –que se mantienen en sus cargos violando la Constitución, arropados en un decreto presidencial– de responder directamente a los intereses y ambiciones de Daniel Ortega, quien espera que su partido logre el mayor control de las alcaldías en este país. Organizaciones de observación electoral de Nicaragua y misiones de observación como las de la OEA y la Unión Europea, han criticado las irregularidades que han caracterizado los pasados comicios electorales, recomendando al Gobierno de Ortega una profunda reforma que permita salvar la credibilidad de la institución. Ya en noviembre de 2011, antes de las elecciones presidenciales, el eurodiputado español Luis Yáñez-Barnuevo, quien observó el proceso en Nicaragua, dijo en una entrevista con este diario que las autoridades electorales de este país tienen “una intención obstruccionista, opaca y controladora del proceso” electoral.
El escándalo de los candidatos fantasmas se ha convertido en el centro de las conversaciones de los nicaragüenses, y en las redes sociales han estallado discusiones y mofas sobre el caso, con ese humor que caracteriza a los habitantes de este país, acostumbrados a los desmanes de sus políticos. Recientemente apareció en Facebook un montaje que muestra a la primera dama y jefa de gabinete de hecho, Rosario Murillo, conversando de forma amena con los zombies que aparecían en el famoso vídeo de Michael Jackson, Thriller. “Con el favor del pueblo, uno de estos candidatos difuntos a quien se les restituyó su derecho a elegir y ser electo, podría llegar a ser parte de los concejos municipales. ¿No les parece maravilloso?”, dice Murillo en el montaje.
Para los analistas, sin embargo, el escándalo no es tan chistoso. Demuestra el nivel de deterioro de las instituciones nicaragüenses y la manipulación del sistema electoral. “Delito, escarnio y connivencia se juntan aquí para justificar el milagro prefigurado por el Consejo Supremo Electoral de “resucitar” partidos clínicamente muertos para “participar” en el simulacro de elecciones”, escribió la periodista y socióloga Sofía Montenegro, una de las voces más críticas del Gobierno, en un artículo titulado, cómo no, Oficio de difuntos.
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