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Columna
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El ‘no’ de Merkel

Desde Gerhard Schröder, Alemania se guía cada vez más por la definición de sus intereses nacionales

La canciller alemana, Angela Merkel, da una rueda de prensa con el primer ministro de Grecia, Antonio Samaras.
La canciller alemana, Angela Merkel, da una rueda de prensa con el primer ministro de Grecia, Antonio Samaras.EFE

El Premio Nobel de la Paz atribuido a la Unión Europea llega oportuno para levantarnos el ánimo. Este premio no solo implica un reconocimiento a lo que se ha llevado a cabo —nunca se repetirá bastante hasta qué punto la Unión Europea, esa construcción sin parangón, es una excepción en la historia, un logro inaudito—, sino que además es claramente un llamamiento a no bajar los brazos y a continuar la obra emprendida para superar la crisis actual. Tras una semana marcada por el “no” de Angela Merkel al proyecto de fusión entre la EADS europea y la BAE System británica, bien que lo necesitábamos.

Esta negativa ha sido una pésima noticia para Europa y, tal vez, haya revelado además el verdadero rostro de Angela Merkel. Primero, por las formas. Ha sido un “no” sin explicaciones. Aunque la canciller se tomase la molestia de prevenir a François Hollande, ni siquiera intentó justificar su decisión. En sustancia, “no” y basta. Estas formas detestables pueden conducirnos a la mayor inquietud de fondo, pues el rechazo a la fusión del gigante de la aeronáutica civil EADS —cuya existencia misma demuestra que el declive no es una fatalidad— y la BAE Systems, especializada en la aeronáutica militar, es un duro golpe contra la idea de una defensa europea. Incluso es posible afirmar que esta decisión revela una línea de conducta que aleja a Alemania cada día más del horizonte que pretende querer alcanzar.

1. ¿Adiós, por tanto, a una defensa europea? Hoy por hoy, es una necesidad, pues ni la Unión Europea tiene vocación de neutralidad ni puede apoyarse eternamente en la protección norteamericana. El discurso de Obama en Honolulú fue muy claro: el centro de gravedad de la estrategia estadounidense se desplaza hacia la zona Asia / Pafífico y este desplazamiento vendrá acompañado de una drástica reducción de la presencia militar norteamericana en el Viejo Continente. El obstáculo para la fusión EADS-BAE Systems hubiera debido ser Gran Bretaña, algunos de cuyos círculos ya están satelizados por Estados Unidos. Sin embargo, y a pesar de que su actual Gobierno es el más antieuropeo que hemos conocido en mucho tiempo, no fue el caso, pues los británicos han comprendido que necesitamos construir juntos una verdadera herramienta de defensa común.

2. Una perspectiva inquietante. En este contexto, el “no” germano viene a recordarnos que, desde Gerhard Schröder, Alemania se guía cada vez más por la definición de sus intereses nacionales. Angela Merkel, esa que dice “no” sin explicaciones, suele poner sobre la mesa propuestas institucionales ilusivas con el único fin de ocupar el terreno. No en vano, tenemos que recordar también que, desde el comienzo de la crisis, la señora Merkel ha ralentizado cada avance, cada paso hacia la integración. Incluso forzó, a comienzos del verano, un retroceso con respecto a los resultados de la cumbre de Bruselas. Estamos asistiendo a una incesante batalla entre el Banco Central, aplaudido por Francia, Italia y España; y la canciller alemana, que frena cualquier progreso con uñas y dientes. Y todo en nombre del calendario electoral que desembocará en la victoria de la oposición socialdemócrata o en un cambio de coalición por parte de Angela Merkel. Y cuando nos dicen: “Sí, pero es normal que Alemania mantenga el discurso del rigor, pues ostenta el monopolio de la virtud”, tenemos que recordar que nosotros, todos los europeos, pagamos nuestra contribución a la unificación alemana con unos tipos de interés más elevados y una política de fortaleza del euro que no eran necesariamente lo que más les interesaba a todos los demás países afectados. Y, dado que nosotros ayudamos a Alemania durante su unificación, hoy tenemos derecho a esperar que Alemania nos ayude en la gestión de la crisis. Los optimistas objetarán que todas estas incongruencias terminarán tras las elecciones alemanas y que, si la canciller sale de ellas reforzada, su talante será más europeísta. Los pesimistas verán en ellas una corriente de fondo de la opinión pública alemana, cuya aspiración es más bien llegar a convertirse en una “Suiza grande” que en el motor de esta construcción extraordinaria que se llama “Unión Europea” y los Nobel acaban de consagrar.

Traducción: José Luis Sánchez-Silva

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