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La importancia de llamarse Dilma

Un total de 143 candidatas a las elecciones municipales brasileñas son tocayas de la presidenta Rousseff

Juan Arias
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante un acto oficial el 13 de septiembre en Brasilia.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante un acto oficial el 13 de septiembre en Brasilia.PEDRO LADEIRA (AFP)

Brasil irá a las urnas el próximo día 7 de octubre en unas elecciones municipales consideradas la puerta de las presidenciales de 2014. La campaña está siendo encendida por las posibles repercusiones en los resultados de las posibles condenas de políticos en el proceso por corrupción del mensalão, en curso en el Supremo. El gubernamental Partido de los Trabajadores (PT), del expresidente Lula da Silva y de la actual mandataria Dilma Rousseff, aparece debilitado y solo encabeza la intención de voto en una de las principales ciudades del país.

Sin embargo, la presidenta cuenta con una popularidad del 75% y las mujeres se están aprovechando de ese empuje. Por primera vez en este país, la cuota de un 30% que por ley deben alcanzar las candidaturas femeninas en las listas de los partidos se está cumpliendo con creces. Pero lo que ha llamado la atención es que de entre la cifra récord de 138.599 candidatas a alcaldesas y concejalas, 143 de ellas se presentan con el nombre de Dilma.

En algunos casos, las candidatas se llaman así de verdad y no se hubiesen presentado a los comicios de no tener este nombre. Prueban suerte. Pero hay más: quienes sin llamarse Dilma en su carnet de identidad utilizan ese nombre en la publicidad electoral. Otras explotan el hecho de tener un nombre parecido, como Adilma o Edilma. Todo vale si recuerda alguna afinidad con la presidenta.

Patricia Rangel, politóloga del Centro Feminista de Estudios y Asesoría (CFEMEA), afirma que el hecho de que Brasil tenga por primera vez a una mujer al frente de la Presidencia de la República “acaba influenciando la política con su fuerte carga simbólica”.

Más grave es la actuación de algunos partidos que, según acusaciones de la prensa, se están sirviendo de la fuerza de arrastre del nombre de la presidenta para cubrir ilegalmente la cuota obligatoria de mujeres con candidatas fantasma, colocando en sus listas a Dilmas que ni siquiera saben que son candidatas y que, por tanto, no hacen campaña electoral. El hecho supone un delito y está siendo investigado.

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