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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Mark Rutte, liberal de derecha, primer ministro saliente y europeísta convencido

El primer ministro saliente es un político de pata negra y tiene una amplia experiencia en la gestión de los recursos públicos

Isabel Ferrer

A los 45 años, Mark Rutte, primer ministro saliente de Holanda, es un liberal de derecha de pata negra. Ya formaba parte de las juventudes del partido durante sus estudios de Historia en la universidad de Leiden, la más antigua del país. Se graduó en 1992, y entre sus asignaturas favoritas añade con entusiasmo el arte. Pocas veces recuerda, al menos en público, que quiso ser concertista de piano. Hijo de familia numerosa protestante, logró su primer empleo en la multinacional alimentaria Unilever nada más licenciarse. Hasta el año 2002, se movió en la órbita de la empresa desde el departamento de personal. A partir de entonces, entró de lleno en la política oficial. Consiguió el acta de diputado y enseguida tuvo responsabilidades. Fue secretario de Estado de Asuntos Sociales y después de Educación, en sendos Gobiernos de centro derecha al mando del cristianodemócrata Jan Peter Balkenende. Esa experiencia le permite hablar hoy con soltura de los recortes presupuestarios forzados por la crisis en ambos terrenos.

Rutte tiene madera de orador, habla a gran velocidad y termina sus frases en las circunstancias más apremiantes, ya sea en televisión o en un pleno del Congreso. Cuando le preguntan por su vida privada, es aún más agudo. Soltero y muy próximo a su familia y amigos, intenta mantener su vida de siempre. Incluso es fácil verle pasear por La Haya, bocadillo en mano y con una seguridad discreta en las cercanías, a la hora del almuerzo. “No crea que seguir soltero es un problema. Tampoco estoy casado con mi trabajo, si es lo que pretende decirme. Mi familia y amigos son el lugar donde me relajo y estoy a gusto, y la política me encanta”, ha dicho, en una entrevista reciente. Europeísta convencido y firme defensor de la disciplina fiscal de la UE, cree que el problema de Grecia “es de los griegos y del resto de la eurozona”. Y sobre todo, que “Holanda es una país comerciante necesitado de Europa y de la solidaridad comunitaria”.

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