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El magistrado que robaba identidades para el narco

Juicio en Nicaragua contra un exmiembro del Tribunal Electoral que supuestamente abastecía de identidades falsas a miembros del narcotráfico internacional

Carlos Salinas Maldonado

Julio César Osuna, exmagistrado del Tribunal Electoral de Nicaragua, era ávido lector de las páginas judiciales y de sucesos de los diarios de Managua. Le interesaban especialmente las noticias que deban cuenta de muertos, borrachos consuetudinarios o dementes que deambulaban olvidados por sus familiares. El entonces magistrado supuestamente usurpaba la identidad de esas personas, valiéndose del registro de ciudadanos que maneja el Tribunal Electoral, y las vendía al crimen organizado, principalmente a narcotraficantes, para que pudieran moverse impunemente por el país, según un relato de la exsecretaria de Osuna, Carolina González, quien testificó contra el exmagistrado en un juicio que se desarrolla en Managua contra una red ligada al tráfico de drogas.

En el juicio también es procesado Henry Fariñas, empresario nicaragüense de clubes nocturnos, a quien supuestamente iba dirigido el atentado que acabó con la vida del cantautor argentino Facundo Cabral, en Guatemala. Según la acusación, Osuna entregó cédulas ilegales a los narcotraficantes ligados a la red de Fariñas, incluido Alejandro Jiménez, El Palidejo, narcotraficante costarricense quien supuestamente ordenó el atentado contra Fariñas. En Nicaragua, El Palidejo” se movía libremente, usando el nombre de Fernando Treminio Díaz, cuyo documento de identidad tenía el sello de la oficina de Osuna.

La secretaria González, que también es imputada en el juicio y que decidió declarar contra su exjefe, dijo que llegaban a la oficina de Osuna colombianos, mexicanos, guatemaltecos y costarricenses, a quienes se les entregaban documentos de identidad nicaragüenses, usando los nombres que el exmagistrado encontraba en las noticias de los diarios. “Ocupaban esa información para usurpar los datos de registro de esas personas, y eso era utilizado para identificar a extranjeros”, dijo la mujer. Osuna solicitaba trámite especial para la emisión de estos documentos, y como la orden venía de un alto miembro del Tribunal Electoral, el trámite se cumplía.

Todo se hacía con diligencia. El entonces magistrado daba la orden, se inscribía a los beneficiados con los nombres falsos en registros civiles fuera de Managua y, tras cumplir con el papeleo, se ordenaba fabricar los documentos de identidad, conocidos en Nicaragua como cédulas, básicas no sólo para votar, sino hasta para cambiar un cheque en cualquier banco.

La vida del magistrado Osuna comenzó a cambiar. Su secretaria relató que llegaba a la oficina en carros diferentes, que comenzó a viajar mucho y mantenía reuniones secretas con su abogado -en lugares que no eran el despacho del Tribunal Electoral-, recibía envíos de dólares desde el extranjero (en sus cuentas hubo ingresos de más de 508 mil euros) y hasta compró propiedades, según el relato de la secretaria.

La mujer dijo que Osuna contaba con “gestores” encargados de vender las cédulas. Uno de ellos era su hermano, José, también imputado. “Esas personas se iban a la calle con el rollo de cédulas y las cobraban”, aseguró la testigo.

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El juicio contra la red de Fariñas es considerado uno de los más importantes desarrollados en la historia reciente de Nicaragua. También es la primera vez que se juzga a un magistrado electoral en este país por relación con el narcotráfico. Esta es una de las instituciones que menos confianza generan entre la población, dado que sus miembros son señalados de fraguar tres fraudes electorales, incluida la pasada elección presidencial de noviembre de 2011, que le dio la reelección a Daniel Ortega.

La Fiscalía de Nicaragua acusa a Henry Fariñas de ser el líder de una “mega estructura” integrada por varias células encargadas de trasladar droga desde Costa Rica hasta Guatemala, pasando por Nicaragua. Esta red llegó a un acuerdo con El Palidejo. El compromiso consistía en que Fariñas ganaba una comisión del dinero que le pagaba el cartel Los Charros, que representaba en Centroamérica a la organización La Familia Michoacana, dedicada en México al tráfico de drogas, al secuestro y a la trata de personas. El Palidejo enviaba la droga desde Panamá hasta Costa Rica, Fariñas la hacía llegar a Nicaragua y los mexicanos la enviaban a Guatemala, según el fiscal, quien además asegura que los extranjeros de la red usaban identidades nicaragüenses gracias a los buenos servicios del ahora exmagistrado Julio César Osuna.

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Sobre la firma

Carlos Salinas Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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