Los impuestos aduaneros se disparan en Cuba
El ascenso de las tarifas de importación afecta sobre todo a los incipientes pequeños empresarios Los productos afectados por el gravamen van desde la ropa a la comida o las lavadoras que entran en la isla
Desde este lunes ha entrado en vigor en Cuba un severo aumento de las tarifas para la importación de mercancía. La Resolución No. 122 de 2012 de la Aduana General de la República establece nuevos costos para los envíos hacia la isla ya sea por vía aérea, marítima, postal o mensajería. También estipula el pago en moneda convertible de estos aranceles para ciudadanos nacionales, lo cual constituye un duro golpe para los residentes en el país. La nueva medida establece elevadas tasas arancelarias para la entrada de ciertos bienes y ha provocado un fuerte malestar entre amplios sectores de la población cubana. Los artículos afectados por los gravámenes van desde la ropa, los productos de aseo y la comida hasta los televisores de pantalla plana y los ordenadores. Pocas mercancías escapan de la subida.
La resolución contradice la intención del gobierno de fomentar los pequeños negocios privados. Muchos trabajadores por cuenta propia tienen en esas importaciones una significativa fuente de suministros. Cada semana llegan a la isla miles de kilogramos de materia prima, piezas de repuesto y electrodomésticos, que terminan en el sector no estatal de producción o servicios. Vienen lo mismo a través de paquetería, que en los maletines de cubanos que han estado en misión oficial y también con las llamadas mulas. Estas últimas son personas emigradas que transportan mercancía —fundamentalmente desde Miami— y las agencias de paquetería les costean el vuelo y la estancia en Cuba.
Muchas familias cubanas sostienen su economía doméstica gracias a la paquetería que le envían desde el extranjero
Aunque las autoridades cubanas insisten en que las nuevas tarifas son similares a las de otros países, la ausencia de un mercado mayorista en Cuba hace que la medida sea considerada por muchos como “un gran error”. El descontento y la confusión han llegado a un punto, que los medios oficiales han tenido que explicar una y otra vez los detalles. En un artículo aparecido este lunes en el oficialista periódico Granma, se resumen “algunas aclaraciones sobre la nueva tarifa”. Entre ellas se encuentran que todo aquel producto cuyo precio exceda los 50,99 pesos (alrededor de 2 euros) y alcance los 500,99 (cerca de 19,64 euros) deberán ser pagados por el 100% de su valor a su entrada al país. En caso de que el viajero no presente la factura del objeto, entonces se tasará este según un 'Listado de Valoración de Aduana para la importación sin carácter comercial”.
Entre los objetos más demandados por los cubanos en estos momentos están los televisores de pantalla plana y las lavadoras. Cuando en julio pasado se permitió una línea comercial marítima entre La Florida y La Habana, estos electrodomésticos fueron de los más enviados. El barco Ana Cecilia que une las dos orillas y transporta paquetería enviada por exiliados, podría verse seriamente afectado por las nuevas tarifas aduanales.
Los cuentapropistas, los más perjudicados
Muchas familias cubanas sostienen su economía doméstica gracias a la paquetería que le envían desde el extranjero, pero es en el sector por cuenta propia donde esta tiene mayor influencia. La nueva resolución de la Aduana General impactará negativamente a estos incipientes empresarios.
En una céntrica pizzería habanera, Juan Carlos, su propietario, acumula en su despensa queso importado, para la posible escasez que se le avecina. Según cuenta, buena parte de los platos de su menú se hacen con parmesano rallado y envasado que le envía su hermano desde La Florida. “Para comprar algo así en una tienda en pesos convertible en Cuba, tendría que pagar el triple”, asegura. Pero ahora la importación de ese producto elevará su costo y ya no será tan rentable mandarlo a pedir al extranjero: “Por el momento planeo hacerle una subida de precio a todo lo que lleve ingredientes traídos por las mulas”. Basta echarle una ojeada a la carta del concurrido restaurante para darse cuenta que muchos platos se dispararán. Unas pastas al pesto cuestan el equivalente a 3.50 euros, pero en breve Juan Carlos lo subirá hasta 4 euros. “El cliente es el que va a tener que pagar las consecuencias de esta medida tan absurda”, termina vaticinando el joven emprendedor mientras supervisa la temperatura del enorme horno para pizzas.
No solamente se verán afectados los negocios de comida, sino que los nuevos impuestos aduaneros son un golpe duro al mercado informal de ropa y calzado. Una próspera red informal traía toneladas de pantalones, blusas de mujer, ropa interior y zapatos desde destinos cercanos, como Panamá, México y Ecuador. Un suculento comercio que se surtía especialmente de prendas de vestir falsificadas.
Por el momento el mercado informal y el sector por cuenta propia están a la expectativa de cuánto daño les hará la subida de los impuestos sobre la importación. Ya algunos han empezado hablar de que esta podría ser parte de la contrarreforma de Raúl Castro.
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