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TORMENTAS PERFECTAS
Columna
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¿Y la unión militar?

Los recortes militares que improvisan todos los países, atienden cada vez menos a los conceptos europeístas justo cuando la unión fiscal y bancaria se impone para salir del pozo

Lluís Bassets

No hay mayor amenaza para la seguridad nacional que un endeudamiento excesivo. Nada ata las manos de forma más firme ante los peligros potenciales que una economía hipotecada y dependiente de decisiones ajenas. El almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos desde 2007 hasta 2011, es quien mejor ha definido esta amenaza económica sobre la seguridad de su país, en una aproximación a los conceptos militares desde la economía que ahora mismo es especialmente pertinente.

No pueden andar muy lejos los conceptos manejados por otro almirante general, el español Fernando García Sánchez, jefe del Estado Mayor de la Defensa, que acaba de depositar sobre la mesa de su ministro, Pedro Morenés, un documento secreto sobre el futuro de las Fuerzas Armadas españolas en las actuales y pésimas condiciones de crisis fiscal. No es extraño, puesto que en todos los despachos oficiales españoles se amontonan en estos momentos las facturas y nóminas pendientes de pago y los planes de recortes que se nos exige para que vaya llegando el líquido europeo en cuentagotas.

En el caso estadounidense, la amenaza de la deuda incide fundamentalmente en la capacidad de liderazgo global, y probablemente bastante menos en la seguridad y defensa del propio territorio. Incide directamente en los socios europeos, que tenemos subarrendada nuestra seguridad a Washington a través de la OTAN y somos cada vez menos objeto de atención en favor de los países asiáticos. Recordemos la bronca de despedida atlántica del secretario de Defensa Robert Gates, cuando afeó a los europeos su escaso compromiso presupuestario en su propia defensa. Si EE UU gasta menos en Europa, también los europeos gastamos menos en nuestra propia seguridad; lo que gastamos lo hacemos mal, con muy escasa coordinación y excesos de redundancias, y estamos ahora sometidos a la presión renovada de la actual crisis de endeudamiento.

Estamos viendo que el euro es un ingenio defectuoso, pero la seguridad europea es una idea todavía más volátil porque los ya de por sí menguantes presupuestos de defensa de los 27 países miembros no suman, sino que restan. Con una Alianza Atlántica dubitativa, si no declinante, y una Unión Europea que no ha dado todavía el primer paso, los socios siguen pensando en su seguridad nacional sin darse cuenta de que un día pueden enfrentarse a una amenaza equivalente a la que pesa ahora sobre el euro, abordable solo desde una defensa europea ahora ni siquiera imaginada. La gravedad del caso es que los recortes militares que improvisan todos los países, España entre ellos, atienden cada vez menos a los conceptos europeístas justo cuando la unión fiscal y bancaria se impone para salir del pozo. Si salvamos el euro y si aprendemos la lección, que ya es decir, vendrá primero la unión política y luego la unión militar.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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