La debilidad del Gobierno alienta a los euroescépticos a la rebelión
Los tories más derechistas tildan a Cameron de débil frente a los socios de la UE
El anunciado referéndum sobre la pertenencia de Reino Unido a la UE es un reflejo de las consecuencias que para los británicos tiene la crisis del euro. Pero revela también el desgaste del Gobierno de David Cameron por las políticas de ajuste, que a su vez ha dado alas al sector más derechista y euroescéptico del Partido Conservador para poner en marcha planes de rebelión contra un primer ministro al que consideran demasiado centrista y débil frente a los socios europeos.
Cameron ha realizado el anuncio pocos días después de recibir una carta apoyada por un centenar de diputados conservadores en demanda de un referéndum sobre la UE. Y en vísperas de que el ex ministro de Defensa, Liam Fox, haga un llamamiento público a favor de una renegociación inmediata de los poderes cedidos por Reino Unido a Bruselas, una de las promesas electorales de Cameron que los euroescépticos creen que ha incumplido.
Tiene también carácter preventivo a más largo plazo. Una encuesta de mayo pasado de ComRes para el diario The Independent on Sunday revelaba que el 26% de los votantes que apoyaron al Partido Conservador en las pasadas elecciones están “considerando seriamente” la posibilidad de cambiar su voto a favor del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), una fuerza nacionalista y antieuropea que sube y baja en los comicios pero suele perjudicar las expectativas electorales de los tories.
Un trabajo de campo de Andrew Cooper, asesor de Cameron en Downing Street, mostraba también el auge del UKIP y la posibilidad de que superara a los conservadores en las europeas, unos comicios que los británicos no se toman muy en serio y que suelen aprovechar para castigar al Gobierno de turno, según publicó hace un mes The Sunday Times. Al prometer ahora la posibilidad de un referéndum pero dejando en el aire fecha y formato, el primer ministro intenta poner sordina a sus críticos y calmar las exigencias de la muy antieuropea prensa conservadora. Al mismo tiempo, prepara el terreno para una posible ruptura con los pro-europeos liberales-demócratas de cara a las elecciones legislativas de 2015.
Pero los problemas de Cameron no se reducen a la cuestión europea y al medio plazo. Todos los sondeos otorgan un claro liderazgo a los laboristas que se ha incrementado desde principios de año a pesar de las dudas que suscita el líder laborista, Ed Miliband.
Los votantes parecen decepcionados con una política de ajuste del gasto público que al principio apoyaban y a la que ahora empiezan a atribuir —junto a la crisis del euro— el retorno de la economía a la recesión.
Los nervios se han apoderado del Gobierno y en las últimas semanas el canciller del Exchequer, George Osborne, se ha visto forzado a dar marcha atrás en varias decisiones presupuestarias, poniendo en cuestión su trabajo al frente del Tesoro.
La última marcha atrás se ha dado esta misma semana pasada, cuando Osborne anunció por sorpresa en los Comunes que había decidido aplazar hasta final de año el previsto incremento de tres peniques (3,7 céntimos de euro) en el impuesto sobre las gasolinas. Un anuncio populista que en circunstancias normales le hubiera valido grandes encomios. El problema es que Osborne no había anunciado esa subida al Gabinete, que había estado reunido ese mismo día por la mañana, y el de la gasolina era una más entre varias decisiones recientes de dar marcha atrás.
En las últimas semanas, el Gobierno ha renunciado a proyectos tan dispares como incrementar el IVA de las caravanas que se utilizan como vivienda fija, tasar las obras de mejora de los edificios de la Iglesia, eliminar las desgravaciones de las donaciones a organizaciones benéficas —utilizadas por los multimillonarios para reducir el pago del IRPF— y también ha dado marcha atrás en una de las medidas que había convertido a Osborne en el hazmerreir del país en los pasados presupuestos: introducir el IVA para la venta de empanadas frías, pero no cuando se venden en caliente para su consumo inmediato.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.