_
_
_
_

España e Italia condicionan el pacto de crecimiento a medidas de urgencia

Rajoy y Monti condicionan el plan de crecimiento a que vaya acompañado de soluciones a corto plazo al problema de la deuda El presidente francés cree que "en las próximas horas" podrá lograrse un acuerdo sobre alguna de las peticiones españolas

Los jefes de Estado y de Gobierno posan para la foto de familia de la CumbreFoto: atlas

Foto de familia de la cumbre: el presidente español, Mariano Rajoy, se acerca al primer ministro italiano, Mario Monti. Los dos líderes hablan unos segundos y Rajoy le hace un gesto para continuar la conversación más adelante. No hablan de fútbol, a pesar de que ambos países se enfrentarán el domingo en la final de la Eurocopa. Ahí se fragua una alianza inesperada: España e Italia se plantaron anoche en la cumbre europea e impidieron aprobar el pacto por el crecimiento –120.000 millones de euros, equivalentes al 1% del PIB de la UE– hasta que los socios europeos se decidan a aprobar medidas en el cortísimo plazo para estabilizar los mercados, que tienen a ambos países con el agua al cuello. Ese acuerdo parecía totalmente cerrado: se pactó precisamente en la cumbre de Roma, la semana pasada, a la que Monti y Rajoy asistieron. Tanto España como Italia están a favor de las medidas para favorecer el crecimiento, pero fuentes del Gobierno español explicaron que ese pacto “es totalmente insuficiente: no es creíble sin medidas para desencallar el asunto prioritario y urgente, una solución al problema de la sostenibilidad de la deuda”, que obliga a ambos países a pagar interesas exorbitantes para captar dinero en los mercados financieros. “El enfermo europeo agoniza por España e Italia. Y la UE se empeña en seguir teniendo la tentación de enseñar los planos del próximo hospital”, explicaron fuentes diplomáticas para justificar el bloqueo.

Todo eso no sirve para nada si no nos podemos financiar" Mariano Rajoy

Sin llegar a plantarse, Francia avaló el frente común entre España y Italia: "Los mecanismos [de rescate] existentes deben estar al servicio de los países vulnerables sin que haya programa de ajuste. Estos países ya han hecho esfuerzos, han reducido el déficit y no deberían tener tipos de interés tan altos", dijo el presidente francés, François Hollande. En otras palabras: París cree que la compra de deuda de los fondos de rescate europeos no debe llevar asociada condicionalidad fiscal (exactamente la posición que defienden Roma y Madrid, frente a la postura de Berlín). El presidente francés confió en que "en las próximas horas" podrá lograrse un acuerdo sobre algunas de las peticiones españolas de medidas para estabilizar los mercados financieros. Hollande, en una rueda de prensa tras la primera jornada de la cumbre de la UE, dijo que España busca la recapitalización de los bancos sin que afecte a su deuda pública, así como que el fondo permanente de rescate (MEDE) pueda actuar en las mismas condiciones que el temporal (FEEF). "Son modalidades técnicas que creo que pueden ser solucionadas en las próximas horas", afirmó el presidente francés.

La UE arrancó la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno con el debate sobre el pacto por el crecimiento, primer punto de una agenda que incluye también los cambios en la estructura institucional de la UE: más unión política, unión fiscal, unión bancaria, esas cosas. Madrid y Roma, en una medida sin precedentes a ese nivel (en el caso español al menos desde los años del Gobierno de José María Aznar), bloquean cualquier tipo de acuerdo mientras no haya medidas para tranquilizar a los mercados. Fuentes del Ejecutivo explicaron que el objetivo es que cualquiera de los fondos de rescate europeo (el temporal o el permanente) compre deuda en el mercado “sin que haya condiciones macroeconómicas”, extremo al que se opone radicalmente Alemania. Berlín podría estar dispuesta a ceder en la compra de bonos, pero siempre que exista condicionalidad estricta. Es decir, que España suba el IVA inmediatamente, que presente un presupuesto bianual o que endurezca la reforma laboral.

Los 120.000 millones del acuerdo sobre el crecimiento debían servir para galvanizar inversión en energía e infraestructuras, junto con el sector privado, a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI), la reasignación de fondos estructurales no gastados y la puesta en marcha de bonos de proyecto. España e Italia están llamados a ser dos de los grandes beneficiarios de esos fondos. De esos 120.000 millones, a España le corresponderían unos 10.000 millones; el problema es que el pago de intereses de la deuda devorará este año unos 28.000 millones de euros, según la previsión incluida en los presupuestos que sin duda se verá desbordada tanto por el incremento del volumen de endeudamiento como por el alza de los intereses que paga el Tesoro. "Todo eso no sirve para nada si no nos podemos financiar", dijo gráficamente Rajoy, refiriéndose a la agenda de medidas a largo plazo que tenía previsto aprobar la cumbre.

Europa está en vías de conseguir soluciones para el medio y largo plazo, para apuntalar un edificio del euro plagado de grietas, para reescribir un discurso que en los últimos tiempos ha perdido credibilidad por todos lados. Pero sigue incapaz de ir a lo concreto, de acordar medidas en el cortísimo plazo para la crisis existencial del euro, que tiene a España e Italia en el atolladero. Madrid y Roma pidieron ayer ayuda urgente para salvar el euro; para salvarse a sí mismos. Tensaron la cuerda para suavizar el incremento prácticamente irresistible de los intereses de su deuda, en una reunión de jefes de Estado y de Gobierno que se adivina decisiva para evitar un accidente financiero (en España) o incluso político (en Italia, con Silvio Berlusconi amenazando con retirar su apoyo al Gobierno) en ausencia de medidas claras. Las tensiones políticas emergieron con los dos grandes países del Sur, apoyados por Francia, tratando de convencer a Alemania para que abra la mano y rebaje las presiones en los mercados. Tarea difícil. Los deseos de la periferia topan con la intransigencia del Norte, que no quiere ni oír hablar de solidaridad sin contrapartidas: ante el incendio en los mercados, Italia y España quieren poner en marcha una fórmula que permita a los fondos de rescate comprar deuda, o presionar al Banco Central Europeo (BCE) para que abra fuego, y más adelante buscar la manera de que los mecanismos de rescate puedan recapitalizar los bancos con problemas. Berlín se resiste.

"Tan pronto como tengamos una política fiscal conjunta podremos considerar responsabilidades comunes Wolfgang Schäuble

Crisis económica, financiera y de empleo. El Estado, al rescate de la banca. Envejecimiento demográfico que afecta a la competitividad y al Estado del Bienestar. Competencia a la baja en costes y salarios. Dependencia de unas importaciones de energía cada vez más caras. Desplazamiento hacia Asia de la producción de ahorro. La lista es aún más extensa, y hace tiempo que la marea europesimista decreta que la Unión va de fracaso en fracaso a la hora de lidiar con esos problemas de largo plazo. Sin embargo, el fantasma de un gobierno ausente –y la dificultad para cerrar un acuerdo entre Berlín y París para salvar el euro— planeaba ayer en la cumbre de Bruselas, y no precisamente por la falta de ideas de medio y largo plazo. Los líderes están cerca de dar pasos sustanciales hacia la unión política en sus más diversas formas: unión bancaria, unión fiscal y quizá, en un futuro, eurobonos o alguna forma de mutualización de la deuda, siempre que se cumplan las condiciones que quiere imponer Alemania con la ayuda de los países acreedores (Holanda, Finlandia y Austria). Grandes palabras, pero poca concreción para tratar de solucionar los problemas que han puesto al mismísimo euro en el disparadero.

Esa es la situación de España, con los tipos de interés de su deuda a 10 años rondando el 7%, y de Italia, con los intereses de sus bonos en torno al 6%. Aún más arriba están las primas de riesgo de los países rescatados (Grecia, Portugal e Italia), con más de media Europa ya en recesión y un horizonte económico azul oscuro casi negro. La cumbre es un doble examen: en el proyecto europeo a largo plazo, que debe apuntalar esa idea de que el euro es irreversible, el aprobado está prácticamente garantizado. En el meollo de la cuestión, las soluciones a corto que exigen dinero contante y sonante y renunciar a algunas de las grandes vacas sagradas ideológicas de Berlín, el éxito no está asegurado.

“Tan pronto como tengamos una política fiscal conjunta podremos considerar responsabilidades comunes [es decir, eurobonos]. Lo contrario sería ignorar las lecciones básicas de la crisis”, avisó el ministro alemán Wolfgang Schäuble. Más lejos aún fue el primer ministro holandés, Mark Rutte, quien aseguró que la única salida para España e Italia “es que sigan con la austeridad y las reformas”. Frente a ese discurso, el presidente francés, François Hollande, prometió “soluciones rápidas para los países con problemas”.

Frente al consenso en el pacto por el crecimiento y la versión 2.0 de la Unión, incógnitas con respecto a todo lo que necesitan España e Italia para garantizarse, al menos, un verano manejable. “Pase lo que pase, Alemania va a pagar. Pero si la UE se desintegra, el precio sería altísimo”, manifestaban fuentes diplomáticas de uno de los países sureños. Para salvar el euro, o al menos para salvar el año, los líderes trataban de ponerse de acuerdo en varias medidas, que pasan por la recapitalización directa de la banca a través del mecanismo permanente (Mede), o a la compra de bonos a través de ese mismo instrumento, con una licencia bancaria que le diera a ese bazuca suficiente potencia de fuego. La recapitalización directa de la banca forma parte de los pasos necesarios para completar una unión bancaria, y sería del agrado de España aunque no llegara en el corto plazo, para su rescate financiero. Según fuentes próximas a las negociaciones, Madrid cuenta ya con el respaldo de Alemania para que las ayudas a la banca, que estarán en torno a los 60.000 millones de euros, no asusten a los inversores: la inyección de capital a través de los fondos de rescate no supondrá que los socios europeas sean acreedores preferentes en caso de un eventual impago. Pero hay más problemas: esas ayudas aumentan directamente la deuda pública española, y eso es lo que más temen los mercados: Europa busca una solución para que España asuma las primeras pérdidas, si es que estas se producen, pero si que todo el rescate suponga incremento del endeudamiento público.

En todo caso, esa sería una medida de medio plazo, reconocen fuentes españolas. Por eso Madrid y Roma extremaron ayer las presiones, centrándose en la posibilidad de que el mecanismo de rescate pueda comprar bonos en el mercado primario (es decir, en las subastas del Tesoro), si no hay más remedio aceptando una estricta condicionalidad, tal y como solicita Alemania. “Para eso hay que deshacer un punto muerto político preocupante”, indicaron fuentes diplomáticas, “o, si no hay acuerdo, lograr que el BCE actúe en los mercados el lunes”. Pero el BCE lleva casi tres meses de brazos cruzados. Y el punto muerto político dura algo más de 10 años.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_