Ser mujer en México no basta
La candidata conservadora se ha visto atrapada entre el machismo y las feministas
“Dicen que, en política, si quieres que algo se diga, pídeselo a un hombre… pero si quieres que algo se haga, pídeselo a una mujer”, reza por todo argumento la publicidad impresa en un panfleto que el Partido Acción Nacional (PAN) reparte en la calle a tan solo unos días de las elecciones presidenciales. Josefina Vázquez Mota ha hecho de su condición de mujer uno de los ejes principales de la campaña y ha enarbolado su especial sensibilidad ante los problemas de las familias y hogares mexicanos frente a sus rivales.
La candidata panista, que ha debido abrirse paso en un país manejado por hombres —un 25% de las mujeres piensa que ganar más dinero que su pareja lleva a perderle el respeto—, ha logrado ser aceptada como una opción real de Gobierno. Sin embargo, eslóganes del tipo palabra de mujer o una mujer con muchos pantalones, su visión conservadora de los roles de género y ocurrencias como la de sugerir en un mitin “dejar sin cuchi-cuchi un mes” a la pareja que no vaya a votar, pueden haberla distanciado de ese electorado al que dirige buena parte de sus esfuerzos, no digamos ya de las feministas.
Convertida en febrero en la primera mujer con posibilidades de llegar a Los Pinos, ahora las cosas pintan negras para la que fuera secretaria (ministra) en los Gobiernos de Fox y Calderón. Tercera en las encuestas, por detrás de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de Andrés Manuel López Obrador, de la izquierda, pierde también posiciones entre las mujeres -solo un 27% la prefiere, frente a un 44% que votaría a Peña, según el último sondeo del diario Reforma-. “Inicialmente no pretendíamos hacer de estas elecciones un referéndum de género. Lo que hicimos fue resaltar las cualidades de una candidata diferente”, señala Roberto Gil, uno de los principales asesores en la campaña de Vázquez Mota. “Poco a poco fuimos modificando el discurso, porque los propios ciudadanos nos pidieron que enfatizásemos este aspecto: la transformación profunda en nuestro sistema económico y cultural si gobernase una mujer”.
Argumentos como “la mejor persona para cuidar de tu familia es también la mejor para llevar un país”, forman parte de un discurso que reconocidas activistas del feminismo mexicano, como la antropóloga y fundadora de la revista Debate Feminista, Marta Lamas, o la directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), Regina Tames, tachan de “mujerista”. “Reafirma estereotipos de género tradicionales, apela al voto solo por ser mujer y no da respuestas concretas al tema del aborto o a las muertes en el embarazo o el parto”, critica Tames.
Para el periodista Guillermo Osorno, autor del perfil de la candidata panista en el libro Los suspirantes 2012, el discurso de una política que se dirige al electorado como madre y la mejor defensora de los derechos de la familia es “desafortunado”, por cuanto “mina el mensaje que transmite”.
Otros expertos consideran que la caída en los sondeos de la panista no tiene nada que ver con la forma en que se ha dirigido a las mujeres. “A la mayoría de la gente no le importa esta perspectiva de género”, asegura Marta Lamas.
El analista político José Antonio Crespo argumenta que no existe una tendencia clara sobre el voto de la mujer. “Las amas de casa solían votar al PRI porque era un voto de estabilidad y las profesionales podían estar más próximas a la izquierda”.
La discriminación también ha tenido presencia en campaña: “Me observan desde qué zapatos uso, qué aretes me pongo… El otro día en una cena con empresarios, uno me preguntó por mi anillo de casada, y me pareció horrible. Para nosotras siempre ha sido más difícil”, comentaba el mes pasado la candidata en una entrevista con EL PAÍS. Según la última encuesta nacional sobre discriminación en México, el 8,3% de las mujeres pide permiso a su pareja para ir a votar. Entre el 24% y el 44,9% lo hace para salir sola de noche, hacer gastos cotidianos o visitar a familiares y amigos.
En la vida pública existe, sin embargo, una ley de paridad que exige una cuota mínima del 40% en las candidaturas electorales. Pese a ello, el 95% de los alcaldes son hombres, solo tres de las 18 secretarías de Estado están dirigidas por mujeres, y su presencia en la Cámara de Diputados y el Senado no llega en ningún caso al 30%. Recientemente las autoridades electorales han dictado sentencias que evitan la presencia de las bautizadas como Juanitas, aquellas mujeres que tras ser elegidas y tomar posesión renuncian a su cargo en favor del suplente, siempre un hombre.
Pero poco a poco se van dando pasos. Para la que fuera candidata en 2006 por Alternativa Socialdemócrata y Campesina, Patricia Mercado, la presencia de Vázquez Mota es “simbólicamente importante: Nadie se pregunta ya si una mujer puede ser presidenta. Hace seis años sí lo hacían. Ahora se da por hecho que estamos preparadas”.
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