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La jornada de vandalismo policial en Bolivia da paso al diálogo

La oferta del Gobierno de fijar un salario básico equivalente a 200 euros mensuales, rechazada

Agentes queman documentos en una sede policial de La Paz. / EFE
Agentes queman documentos en una sede policial de La Paz. / EFE

La jornada de vandalismo y violencia que ha protagonizado la tropa de la Policía boliviana en su segundo día de amotinamiento ha culminado con la instalación de una mesa de negociación entre las autoridades del Gobierno y los dirigentes de las asociaciones de los policías y de las esposas de estos en el ministerio del Interior de La Paz.

La oferta del Gobierno de fijar un salario básico equivalente a 200 euros mensuales ha sido rechazada por los amotinados, que exigen una homologación a los sueldos percibidos por los militares, con un rango mínimo de 370 euros. Tanto el ministro del Interior, Carlos Romero, y de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora, esperan lograr un principio de acuerdo en las próximas horas para que retorne la normalidad al país.

El diálogo se ha hecho esperar debido al tira y afloja de ambas partes y a los desencuentros que se dieron a lo largo de las horas, mientras la enardecida rebelión de la tropa se ha expresado en el asalto y destrozos de la fachada del Comando Nacional de la Policía, en el residencial barrio paceño de Sopocachi a pocos pasos del ministerio de Defensa. Y, poco más tarde, la pedrea contra el edificio del Ministerio del Interior y la fachada del Ministerio de Justicia.

La violenta ocupación de los comandos departamentales, el saqueo, la quema de documentos de los archivos de los tribunales disciplinarios, la destrucción de ordenadores y mobiliario se ha replicado en las principales ciudades bolivianas, una tras otra en casi todo el país, según han informado los reportes de los canales de televisión. Los grupos de policías, vestidos de paisanos y las caras cubiertas para evitar sanciones posteriores, acompañados de sus esposas, han emulado los saqueos y asaltos que, irónicamente, han estado combatiendo a lo largo de su vida profesional.

Las unidades que atienden urgencias y regulan el tráfico cerraron sus puertas, lo mismo que las oficinas de lucha contra el crimen y contra el narcotráfico; además, se ha anunciado el repliegue a Cochabamba de las Unidades Móviles de Patrullaje Rural (UMOPAR), encargadas de controlar los cultivos de hoja de coca y apoyar el combate al tráfico de sustancias ilícitas, como la cocaína y la marihuana.

El repliegue de los efectivos policiales ha puesto nerviosos a los ciudadanos, que claman ante la inseguridad. La Asociación Boliviana de Bancos (Asoban) ha determinado cerrar las puertas de la banca en tanto se mantenga el conflicto de la Policía. Los usuarios tienen que comprender que los bancos se cierran por seguridad hasta nuevo aviso, ha explicado el representante de Asoban en Cochabamba, Jorge Saitis. Las largas filas ante los cajeros automáticos no se han hecho esperar.

La protesta de la tropa ha despertado el sentimiento solidario de muchos bolivianos que han comenzado a acercarse a los cuarteles para entregar alimentos o ropa de abrigo para los efectivos y sus esposas, algunas de las que permanecen en vigilia en la calle acompañadas de hijos pequeños, pese a las bajas temperaturas del invierno boliviano.

“Somos gente, seres humanos con familias y queremos dar de comer a nuestros hijos con salarios dignos”, ha expresado uno de los amotinados con la cara cubierta, pero con los ojos llenos de lágrimas. Otro ha acotado que la propuesta de “vivir bien” que ha hecho el presidente Morales debiera de beneficiar también a los guardianes del orden como ciudadanos bolivianos.

Las esposas de los policías han reiterado sus amargas quejas ante las condiciones de habitabilidad de los cuarteles, principalmente de los dormitorios destinados a los relevos nocturnos. Un efectivo de la unidad policial de Trinidad exhibió ante las cámaras una lámina de esponja con girones de tela que su unidad suele utilizar como colchón, como una muestra de la precariedad y del maltrato que reciben en el desempeño de sus funciones.

La violencia del viernes ha impulsado a la Iglesia Católica a apremiar al Gobierno al diálogo y a la búsqueda de soluciones. “No es responsable permitir que las demandas de los diferentes sectores de la sociedad deriven en conflictos y, mucho menos, en enfrentamientos violentos entre hermanos. Igualmente ninguna demanda, por legítima que esta sea, debe dejar a la población en estado de indefensión”, destaca la declaración escrita de la Conferencia Episcopal.

La Policía boliviana recordará el domingo, día 24, los 186 años de su creación. Debido a la crisis en que está sumida, los actos han sido cancelados. Por si fuera poco, la institución está de duelo debido a la fortuita muerte de dos estudiantes de la Academia Nacional de Policías, tras caer de un segundo piso al ceder una barandilla ante la cual se agolparon muchos alumnos. En la caída, al menos medio centenar de jóvenes resultaron heridos de diversa gravedad y han sido ingresados en clínicas de La Paz.

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