Sudán declara "enemigo" a Sudán del Sur
Los combates por el control de la ciudad petrolera de Heglig hace temer una guerra abierta
"El Gobierno de Sudán del Sur es un enemigo y todas las agencias estatales sudanesas deben tratarlo como tal". Con esta declaración, este lunes, del Parlamento de Jartum, en Sudán, estos dos países han dado un paso más hacia una guerra que nunca había parecido tan cercana como ahora. "Anunciamos que seguiremos enfrentados con el SPLM (el partido gobernante en Juba) hasta que acabemos con su gobierno de Sudán del Sur", ha dicho Ahmed Ibrahim El-Tahir, presidente del Parlamento.
A pesar de la independencia del Sudán del Sur el 9 de julio, ambos países aún no han podido acordar el trazado exacto de la frontera, que desde entonces vive en alta tensión y donde regularmente hay enfrentamientos. En los últimos días, la amenaza de una guerra abierta parece cada vez más real con la ocupación militar de una ciudad del norte por tropas del Sur y por los continuos bombardeos que zonas civiles del Sur sufren por parte de aviones del Norte.
El punto más caliente es la ciudad de Heglig, oficialmente en el lado norte cerca de la frontera pero que actualmente también Sudán del Sur reclama como propia. Tras varios días de enfrentamientos entre los ejércitos del Sur y del norte en la zona, el pasado 10 de abril Jartum admitió que tropas del Sur controlaban Heglig. Desde entonces, se suceden informaciones contradictorias pero parece que las tropas sureñas siguen en control de la ciudad.
La importancia de Heglig radica en el petróleo, ya que esta ciudad contribuye a alrededor de la mitad de los 115.000 barriles diarios que produce en total Sudán. Con la independencia del Sur, donde se encuentra la mayoría del petróleo, Jartum ya perdió el 75% de la producción del antiguo Sudán unido, que se estimaba en cerca de 500.000 barriles diarios.
“Hoy, (el norte) ha bombardeado nuestras posiciones y las instalaciones petrolíferas en Heglig”, ha declarado hoy lunes el coronel Philip Aguer, portavoz del ejército de Sudán del Sur, quien cifra en cinco las víctimas civiles por los bombardeos, en 240 las bajas sufridas por el ejército del norte y en 19 las propias durante los enfrentamientos en Heglig.
El Ejército de Sudán del Sur ya había dicho ayer que el norte estaba bombardeando los campos petrolíferos de Heglig, algo que Jartum negó inmediatamente. En declaraciones a la agencia oficial de noticias de Sudán, el portavoz gubernamental dijo que cualquier daño que se haya producido en estas instalaciones es responsabilidad del Sur.
De hecho, el secretario de Asuntos Económicos del partido gubernamental, Sabir Mohamed Al Hassan, dijo ayer en Jartum que la pérdida de control de Heglig y su producción petrolífera ya ha afectado a los ingresos del Gobierno, que no tiene suficiente dinero para llevar adelante su presupuesto.
También hoy se ha sabido que aviones del norte bombardearon anoche una base de las fuerzas de paz de la ONU en Mayom, en el Estado fronterizo de Unidad en Sudán del Sur, en el que no se produjeron víctimas. Más bombardeos ayer por parte del norte en Bentiu, la capital de Unidad, y en otras partes de esta región sí mataron al menos a nueve civiles, según ha denunciado hoy Gideon Gatpan, secretario de Información de Unidad y al que citan medios locales y agencias.
En los últimos días, los enfrentamientos se han extendido a otras puntos cercanos a la frontera y el Sur ha acusado a Jartum de querer abrir nuevos frentes en los Estados sureños del Alto Nilo y Bahr el Ghazal Occidental. "Ha habido continuos bombardeos por parte del ejército sudanés", declaró ayer Aguer.
Estos choques directos entre norte y Sur se suman a los conflictos entre Jartum y grupos rebeldes en las regiones sudanesas de Kordofán del Sur y Nilo Azul. Sudán acusa al ejército del Sur de apoyar a estos rebeldes -que ya lucharon junto al Sur en la guerra civil entre Jartum y Juba- y sus aviones llevan meses bombardeando zonas habitadas por civiles.
A pesar de todo, ni Sudán ni Sudán del Sur parecen atreverse a declarar abiertamente la guerra contra el otro, algo que podría cambiar en cualquier momento. Naciones Unidas, la Unión Europea y otros representantes de la comunidad internacional han pedido repetidamente a ambas partes que cesen las hostilidades y sigan negociando.
Una guerra demasiado cara
Ambos países corren el riesgo de arruinarse en esta lucha por el control de las diferentes regiones fronterizas y del petróleo, un recurso del que dependen en gran medida sus economías. En el caso del Sur, los ingresos por la venta del petróleo suponen un 98 por cien de su presupuesto. Precisamente, los costes que supondría una guerra abierta podrían resultar demasiado caros para ambas partes.
Aunque la mayor parte del crudo se extrae en Sudán del Sur, es en el norte donde están las refinerías y oleoductos necesarios para su procesamiento y exportación. Tras varios meses sin llegar a un acuerdo sobre el reparto de ingresos, Sudán del Sur acusó al norte de robar parte del petróleo durante el transporte y decidió en enero detener la producción de sus alrededor de 350.000 barriles diarios. Por su lado, Sudán admitió haber estado quedándose con parte del crudo pero dijo que lo hacía porque el Sur no pagaba su parte de los gastos del transporte.
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