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El vicepresidente argentino fuerza la renuncia del fiscal general

Esteban Righi, un dirigente histórico peronista de 73 años, ha presentado su renuncia en relación con el caso del vicepresidente Boudou, investigado por tráfico de influencias

Francisco Peregil
El vicepresidente de Argentina, Amado Boudou, durante un acto en conmemoración a los soldados caidos en la guerra de Las Malvinas, el pasado 2 de abril.
El vicepresidente de Argentina, Amado Boudou, durante un acto en conmemoración a los soldados caidos en la guerra de Las Malvinas, el pasado 2 de abril.ENRIQUE MARCARIAN (REUTERS)

El fiscal general de Argentina, Esteban Righi, ha presentado su dimisión a la presidenta Cristina Fernández que la aceptará, según la prensa local, en lo que supone la resolución, por el momento, de un duro choque entre la justicia argentina y el vicepresidente del país, Amado Boudou, investigado por un caso de tráfico de influencias.

La presidenta argentina nunca dijo que pondría la mano en el fuego por su vicepresidente. Tampoco declaró respecto al caso judicial que involucra a Boudou por interceder a favor de una persona a quien este asegura no conocer. Pero en la práctica, Fernández ha respaldado de forma inequívoca a Boudou.

Su apoyo quedó patente el pasado jueves cuando Boudou compareció en el Senado ante la prensa sin admitir ninguna pregunta y durante más de 40 minutos atacó a Clarín —a cuyos propietarios tildó de mafiosos—, al juez y al fiscal que lo investigan —algo que nadie esperaba, porque ambos cuentan con una sólida trayectoria profesional—, al presidente de la Bolsa de Buenos Aires, Adelmo Gabbi —a quien acusó de intentar sobornarle durante dos reuniones celebradas en marzo de 2011— y, sobre todo, al jefe de los fiscales del país, el procurador general Esteban Righi, un dirigente histórico peronista de 73 años, a quien acusó de estar detrás de un bufete jurídico que actuó contra él cuando Boudou se negó a contratar sus servicios.

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Boudou aseguró que el 3 de julio de 2009, cuando ejercía como responsable de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), había recibido la visita de cuatro miembros del bufete de abogados García, Labat, Musso y Righi. Entre los letrados pertenecientes a ese estudio se encuentran Federico Righi y Ana García, hijo y esposa del fiscal general. Boudou dijo que los letrados le advirtieron sobre los peligros que podría sufrir en el futuro si no contrataba sus servicios.

Dos días después de su comparecencia ante la prensa, Boudou denunció formalmente al fiscal ante el Consejo de la Magistratura. A lo largo de cinco folios, reproducidos en parte por Página 12, el vicepresidente detalló sus encuentros y desencuentros con los abogados: “Me señalaron que por ser nuevito en esto y a fin de lograr resultados satisfactorios en la tramitación de las causas en general, debería contratar sus servicios, ya que adujeron tener buen lobby, influencia y contactos en la mayoría de los juzgados federales de Comodoro Py [sede judicial]. Les expliqué que no creía encontrarme comprendido en ninguna de las situaciones judiciales que ellos indicaban y así fue que los despedí”.

“Ya en 2010”, continúa el escrito, “siendo ahora ministro de Economía, fui nuevamente visitado por los nombrados profesionales el 20 de mayo de aquel año. Me reiteraron el ofrecimiento de sus servicios, ya que sólo contando con la capacidad de lobby que ellos poseían lograría cerrar causas en trámite”.

A diferencia de Amado Boudou, que proviene de una corriente política ajena al peronismo, Esteban Righi posee una dilatada historia dentro de las filas justicialistas. En 1973, con 35 años, fue ministro del Interior con Héctor Cámpora, el presidente del que ha tomado su nombre la formación juvenil liderada por Máximo, hijo de Cristina Fernández. Cuando llegó la dictadura a Argentina tuvo que exiliarse a México. En 2005 Néstor Kircher le ofreció el puesto de jefe de todos los fiscales y él aceptó. En las filas del peronismo nadie osó nunca levantar la voz contra él. Hasta la semana pasada.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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