Hollande insiste en renegociar el pacto fiscal para añadirle políticas de estímulo
El candidato socialista quiere una UE distinta a la actual, más abierta y democrática, menos sumisa al directorio franco-alemán y más solidaria con los países en apuros
François Hollande, candidato socialista a las presidenciales francesas del 22 de abril y el 6 de mayo y todavía favorito en todos los sondeos, sigue convencido de que es necesario renegociar el tratado europeo. Si finalmente es elegido y llega al Elíseo, el líder socialista llevará a la cumbre europea de finales de junio, la primera prevista tras las elecciones, varias propuestas para mejorar el texto. Respetando el pacto fiscal acordado por los Veinticinco, Hollande propondría añadirle medidas para favorecer el crecimiento y el empleo, luchar contra los riesgos financieros, aumentar la solidaridad, y mejorar la gobernanza y la toma de decisiones de la Unión Europea dando más protagonismo al Parlamento Europeo y a los Parlamentos nacionales.
Hollande “no pretende renunciar a la disciplina presupuestaria ni retardar el proceso de ratificación del tratado”, aclara su asesor diplomático, “pero considera imprescindible equilibrar el acuerdo fiscal con una reorientación política para que los socios europeos coordinen mejor sus políticas y puedan crear empleo y volver a crecer”.
Los socialistas confían en que sus ideas serán aprobadas sin problemas porque el tiempo está ayudando a “muchos países” a darse cuenta de que el fiscal compact no es la solución a la crisis. Pero el trasfondo político, filosófico, es que Hollande quiere una UE distinta a la actual, más abierta y democrática, menos sumisa al directorio franco-alemán, o mejor dicho, a Alemania, y más solidaria con los países en apuros.
El problema del favorito en las encuestas es encontrar interlocutores en una Europa teñida de azul, dominada por los populares, al norte por Berlín y al sur por el miedo a la segunda división que azuzan los tecnócratas y los entusiastas del rigor y los recortes. La izquierda francesa es a día de hoy la (débil y ninguneada) vanguardia del no al pensamiento único. Ha repudiado las reformas exigidas a Grecia para el segundo rescate, y el PS se abstuvo en la Asamblea Nacional al votar el nuevo Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEDE). Irónicamente, había anunciado que lo apoyaría. “Al ver que vincula la posibilidad de ser rescatado a la aprobación del pacto fiscal decidimos no votarlo por coherencia”, explica el asesor de Hollande. “Si no nos gusta ese pacto tal y como está, no podíamos aprobar el MEDE, y aunque nos parece útil para luchar contra la especulación volveremos a abstenernos en el Senado”, anuncia.
La canciller Angela Merkel todavía no ha respondido a la petición de una entrevista con Hollande. Sigue leal a Sarkozy, que fue un ayudante tan fiel como necesario para sacar adelante el nuevo programa de rigor. Los colaboradores del candidato socialista están en contacto con las oposiciones de Alemania, Polonia, España y los socialistas del Gobierno belga. Y han empezado a mover sus ideas en Bruselas. El viaje de Hollande a Londres, donde el miércoles se entrevistó con el líder laborista Ed Milliband y defendió su anuncio de gravar con un impuesto del 75% los ingresos superiores al millón de euros, forma parte de una ofensiva para movilizar a la izquierda europea y sondear la posible modificación del tratado. Los socialistas admiten que la acogida a sus ideas está siendo “dispar”, pero ven el vaso medio lleno y fantasean con que Merkel no podrá rechazar una oferta de un presidente francés recién legitimado por las urnas. Aunque esta ofenda a su credo.
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