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La amenaza de las baterías industriales que Estados Unidos recicla en México

Un informe al que tuvo acceso 'The New York Times' revela que a finales de este año habrán cruzado la frontera unas 20 millones de baterías

Estados Unidos envía cada año una cantidad récord de baterías industriales y de vehículos hasta México, donde serán recicladas mediante procedimientos que ponen en peligro la salud de los trabajadores de estas plantas de reciclaje y los residentes en zonas cercanas. Los métodos de reciclaje que por estos riesgos han sido prohibidos en EE UU, están permitidos al sur de la frontera.

Según un informe al que ha tenido acceso The New York Times, cerca del 20% de las baterías industriales y de vehículos norteamericanos son exportadas al otro lado de la frontera, comparado con un 6% en 2007. A finales de este año, unos 20 millones de baterías habrán viajado hasta México. Esos son los datos oficiales, a los que habría que añadir el envío clandestino de baterías. A pesar de que todas las compañías estadounidenses están obligadas a detallar las exportaciones, sólo tres de las 10 agencias de exportación proporcionaron sus datos.

La EPA requirió por primera vez los datos de exportaciones de baterías el año pasado, pero a pesar de que los restos de plomo están considerados como un peligro para la salud en Estados Unidos, la agencia no obliga a las empresas a asegurarse que el reciclaje es llevado a cabo de acuerdo con los mismos estándares de seguridad en el caso de exportarlas a otro país. Según expertos consultados por el diario norteamericano, las plantas mexicanas pueden liberar al medioambiente 20 veces más plomo de lo permitido en Estados Unidos, pero la EPA no tiene autoridad para inspeccionar sus prácticas ni el nivel de riesgo para la salud de los empleados. En muchos casos, las plantas de reciclaje ni siquiera tienen permiso del gobierno para operar.

Las empresas norteamericanas deben reciclar las baterías eléctricas que emplean o producen, para asegurar que son desmanteladas y eliminadas de manera segura. Pero las nuevas regulaciones presentadas por la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés), que aumentó los requisitos a las industrias, también encarecieron el proceso de reciclaje. El cambio en la normativa ha empujado a exportar las baterías a México, donde el coste del proceso de reciclaje es mucho menor, a compañías de Texas, Nueva York, Nueva Jersey y hasta Puerto Rico. La empresa Johnson Controls, con sede en Texas y Arizona, exportó el año pasado 160.000 toneladas de baterías.

Algunas de estas baterías industriales pueden alojar decenas de kilos de plomo. Si no se desmantelan adecuadamente para su reciclaje, el plomo y otros minerales quedan liberados en partículas que se mezclan con el aire o en forma de emisiones tóxicas durante la fundición. La falta de recursos y controles en México ha hecho que muchas de esas partículas aparezcan en colegios y tiendas de alimentación cercanos a las plantas de reciclaje. El contacto del organismo con partículas de plomo puede provocar hipertensión, fallos renales y retraso en el desarrollo físico e intelectual de menores de edad, al amenazar especialmente el sistema neurológico. También puede causar retrasos en la lectura, habilidades cognitivas, el oído, hiperactividad y tendencias agresivas.

El plomo es un elemento clave para la fabricación de teléfonos móviles o paneles solares, así como el despegue de la industria automovilística China, ha multiplicado por diez su demanda en todo el mundo. La exportación de baterías industriales para su reciclaje ha creado un negocio de transportistas y de extractores de plomo que después vuelven a venderlo, lo que ha disparado su precio en los últimos años.

 

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