La muerte de cinco manifestantes ensombrece la transición en Yemen
Los jóvenes, que constituyen el eje de la movilización popular contra Saleh, se oponen a la inmunidad que le ofrece el pacto alcanzado con la oposición tradicional
Nuevas manifestaciones en Yemen y cinco muertos hoy en su represión por la fuerzas leales al presidente Ali Abdalá Saleh, ponen de relieve los obstáculos que afronta la transición sellada el día anterior en Riad. Por un lado, los jóvenes que constituyen el eje de la movilización popular contra Saleh, se oponen a la inmunidad que le ofrece el pacto alcanzado con la oposición tradicional. Por otro, los observadores regionales alertan de los numerosos riesgos que acechan.
Los disparos festivos que anoche celebraron el compromiso de Saleh para dejar el poder se transformaron esta mañana en manifestaciones de indignación por el precio pagado. Los jóvenes revolucionarios, desde el principio opuestos a la inmunidad que le ofrecía el plan apadrinado por los vecinos de Yemen, han salido a la calle para denunciar lo que consideran una concesión intolerable.
“No a las garantías, enjuiciamiento ya”, han coreado miles de manifestantes en Saná y Taiz, la tercera ciudad del país. En la capital, según varias fuentes, partidarios de Saleh han disparado contra la marcha cuando se acercaba a la calle Al Zubairi, convertida en línea de demarcación entre tropas leales y contrarias al presidente. Cinco personas han resultado muertas y 34 heridas. Saleh ha condenado “los actos de violencia” desde Nueva York, a donde se ha trasladado para un chequeo médico.
Las protestas también se han dirigido contra los partidos de la oposición parlamentaria que han firmado el acuerdo (el Partido Socialista y el islamista Islah, entre ellos) y a los que los jóvenes consideran parte de un sistema corrupto. Aunque el texto finalmente sellado en Riad, menciona de pasada las garantías para Saleh y su familia, la permanencia del vicepresidente Abd Rabbo Mansur Hadi al frente del país durante los próximos dos años garantiza su protección.
El mecanismo acordado establece que se organicen elecciones presidenciales en el plazo de 90 días, a las que el partido gobernante y la oposición parlamentaria se han comprometido a presentar a Hadi como candidato de consenso. Aunque fuentes diplomáticas en Saná explican que los revolucionarios pueden presentar su propia alternativa, pocos dudan de que el actual vicepresidente se haría con el cargo. Entre tanto, se formará un gobierno de unidad nacional y una comisión militar para reestructurar las divididas fuerzas armadas.
“Es casi imposible que Hadi conduzca unas elecciones justas en tan corto periodo de tiempo”, advierte un editorial del diario emiratí The National. En Abu Dhabi, como en otras capitales de la región que han impulsado el pacto, existe cierto escepticismo sobre las intenciones últimas de Saleh. “Su historial de promesas rotas (…) nos hace pesimistas”, asegura el mismo diario. Preocupa además que el hijo de Saleh, Ahmed, siga al frente de la Guardia Republicana, una fuerza de élite dentro del Ejército que puede utilizar el pretexto de la seguridad nacional para secuestrar todo el proceso.
De hecho, no está claro cómo va el Gobierno transitorio a resolver la lucha de poder a tres bandas entre los Saleh y sus dos principales rivales, el clan Al Ahmar y el general desertor Ali Mohsen que ha llegado a eclipsar las protestas populares. Todos ellos disponen de partidarios armados fuera de la estructura de las fuerzas de seguridad. Sólo la implicación de Arabia Saudí, con buenos lazos con todas las partes, parece dar motivo para la esperanza.
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