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Miami, ¿Las Vegas del sur?

La propuesta de abrir megacasinos en el sur de Florida abre un debate sobre el multimillonario desembarco asiático y de los gigantes del juego de Nevada

Casinos en Las Vegas.
Casinos en Las Vegas.

¿Las Vegas del sur? Miami y su entorno parecen más cerca que nunca de permitir que los grandes casinos irrumpan en el corazón de su territorio. El gran debate está abierto y aunque no se haya cazado aún el peor lobo para unos y el mejor venado para otros, sí se encuentra a tiro. Tras muchos años de camino entre pros y contras solo falta el asalto final a la banca. Hasta ahora, salvo la bula histórica y paternalista de los indios, o los barcos casino que salían unas horas fuera de las aguas territoriales (12 millas náuticas, 22,2 kilómetros), solo un juego limitado se ha ido instalando a golpe de leyes parciales y consultas populares en antiguos hipódromos, frontones o canódromos. Fuera de ellos ha bordeado la ilegalidad en pequeños comercios y se han sucedido las redadas, con enfrentamientos sorprendentes entre la policía y la alcaldía permisiva, para recaudar impuestos.

En enero, el Parlamento estatal debe decidir si concede tres licencias para megacasinos en el sur de la Florida, pues la guerra estaría perdida si se toca el centro del Estado con Disney en Orlando. No será una presencia tan amplia como en Nevada, pero quizá sí impactante y un cambio sustancial para una ciudad cuya atracción exclusiva hasta ahora es su buen clima, sus playas y su mar.

La crisis económica, la necesidad de crear puestos de trabajo, es la puerta por la que quiere entrar el juego al más alto nivel

La crisis económica, la necesidad de crear puestos de trabajo, es la puerta por la que quiere entrar definitivamente el juego al más alto nivel. Los acontecimientos se han sucedido en los últimos meses como una cascada, pero con la sensación de que los hilos de agua se mueven perfectamente orquestados desde los grandes capitales. A finales de mayo, el grupo malayo Genting, uno de los gigantes asiáticos especialistas en parques temáticos, centros turísticos y de juegos, compró por 236 millones de dólares las 5,6 hectáreas (unos seis campos de fútbol) en las que está el edificio de los dos periódicos de la ciudad, The Miami Herald (en inglés) y El Nuevo Herald (en español). Según el acuerdo, McClatchy, la compañía editora, tiene hasta mayo de 2013 para buscar una nueva ubicación y en ese plazo no pagará alquiler alguno. El desembarco asiático se diversificó para respiro de la deprimida economía de la ciudad, pues pocos días después la compañía Swire Pacific Ltd. de Hong Kong logró el permiso para construir algo más al sur el Brickell CitiCentre, una inversión de 700 millones de dólares en comercios, viviendas, oficinas y un hotel.

Pero la operación Genting es el gran transatlántico y los planes de la compañía malaya continuaron a toda máquina. En agosto cerró la compra de distintas parcelas aledañas para redondear el gran espacio y en septiembre logró controlar el Omni, un emblemático edificio más al norte en el que ya podría poner en marcha, sin tantas obras, uno de los casinos. Genting, sin embargo, ya ha señalado que su inversión seguirá aunque la legislatura no apruebe la apertura del juego. Solamente supondrá un retraso en sacarle rentabilidad a su inversión. En su nutrido equipo figura como abogado Lincoln Díaz Balart, el histórico excongresista republicano fustigador de los Castro.

Pese a que su oferta triplica los tamaños de los actuales de Las Vegas, los gigantes del oeste no pueden parar y se han metido en la lucha
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Las posesiones del grupo malayo, que empezaron en su propio país, se han extendido hasta el Reino Unido, donde cuentan con 46 casinos, pasando por Filipinas, Indonesia o Singapur, donde en la más pequeña isla Sentosa, al sur, abarrotada de centros de diversión, cuentan incluso con una sucursal de Universal Studios. En Estados Unidos ya habían atracado literalmente al comprar en Miami la compañía de cruceros Norwegian, de la que ahora solo mantienen el 50%, y acaban de abrir hace dos semanas su primer casino en Nueva York.

Su apuesta al borde de la bahía de Miami, con vistas a Miami Beach, se presenta espectacular. El proyecto que pudo ser de Santiago Calatrava quiere ser la joya de su corona. Consta de una base de ocho plantas sobre la que habría una especie de playa artificial y cuatro torres para hoteles y apartamentos con formas asimétricas, a semejanza de corales, según inspiración del arquitecto Bernardo Fort-Brescia. En colores blancos podrían recordar al rascacielos de Aguas de Barcelona. El casino estaría en los bajos, discretamente.

La inversión, según han contado los altos ejecutivos de Genting, superaría los 3.000 millones de dólares y los puestos de trabajo se dispararían. Suena muy bien, pero ya se han generado dudas incluso sobre las distintas cifras de un “megaespacio” de juego que oscilaría de los 50.000 a los 75.000 metros cuadrados, entre los mayores del mundo en su tipo.

Se mantienen siempre en contra los que apelan a las cuestiones morales por los peligros de adicción y delicuencia que acarrea el juego

En la carrera, Genting no va a estar solo. Pese a que su oferta triplica los tamaños de los mayores casinos actuales de Las Vegas, los gigantes del oeste no podían quedarse parados y se han metido en la lucha. Las Vegas Sands, sobre todo, Wynn Resorts, Caesar's o MGM ya tienen o buscan lugares y socios en Miami para la puja. El histórico hotel Fontainebleau lo intentó en el pasado y el mismo equipo de los Dolphins de la NFL podría estar interesado.

Curiosa coincidencia: el 6 de octubre, un tribunal de Tallahasee, la capital al norte del Estado, dictaminó que los legisladores podían decidir sobre el juego sin necesidad de convocar después un referéndum popular como sucedía anteriormente. De hecho, los votantes de Miami solo aprobaron el uso de máquinas tragaperras en 2008 tras rechazarlas en 2005, 1994, 1986 y 1978. No habría estado del todo claro, entonces, el resultado de una aventura de tanto calado ahora.

Pero evitada esa sinuosa línea popular, dos legisladores republicanos, el congresista Erik Fresen, de Miami, y la senadora Ellyn Bogdanoff, de Fort Lauderdale, presentaron 20 días después los proyectos de ley para la concesión de tres licencias de casinos ya sin limitaciones de juegos como el blackjack o el baccarat, por ejemplo. Dos serían en el condado Dade, en Miami, y otro en el vecino de Broward, un poco más al norte, en Fort Lauderdale.

Tanto Fresen como Bogdanoff han dicho que la idea es reconducir el juego hacia grandes centros que atraigan al turismo extranjero y no solo al ciudadano local que acude ahora a los existentes. Y en una paradoja muy republicana admiten estar en contra del juego por razones morales, pero prefieren “hoteles de cinco estrellas a cafés en pequeños centros”, por cuestión de ingresos. De hecho, a los nuevos megacasinos solo se les pediría un 10% de impuestos, cuando las salas de juego actuales pagan el 35%.

Frente a los que apuestan por la cantidad de puestos de trabajo que se crearían están los que opinan que afectará a los negocios del entorno

La operación, según esto, tiene ya en los casinos pequeños a unos claros opositores, pero no son los únicos. Frente a los que apuestan por la cantidad de puestos de trabajo que se crearían están los que opinan que afectará gravemente a los negocios del entorno y el balance final no será tan rentable. Se mantienen siempre en contra los que apelan a las cuestiones morales por los peligros de adicción y delicuencia que acarrea el juego (existe hace años incluso una Asociación denominada No Casinos), pero también se encuentran las reticencias de las distintas ciudades o ayuntamientos. Desde los más directos, que quieren conocer exactamente su parte del pastel, a los cercanos como Miami Beach que temen perder turistas atrapados solo por los casinos. Los indios, pese a la posible competencia, parece que no serán los principales rivales, porque si se acaba su exclusiva se ahorrarían los 233 millones de dólares anuales que pagan ahora al Estado. Su negocio es boyante en plena crisis general y acaban de ofrecer 800 nuevos puestos de trabajo para cubrir una ampliación.

Ante los acontecimientos ya han comenzado las reuniones convocadas por las distintas Cámaras de Comercio de Miami para discutir los impactos del proyecto. Las opiniones siguen divididas. Incluso quienes están a favor desconfían de que los políticos pongan los controles necesarios lo que provocaría los efectos no deseados. Los proyectos de ley incluyen la creación de una Comisión Estatal de Juego y la obligación absoluta de transparencia a sus operadores. El espacio de los centros o edificios dedicados a casinos no podría ser superior al 10% del área total y en zonas “recogidas”. De hecho, no se usa la palabra casino en los proyectos.

Todo parece el nuevo Dorado del norte, cuando está a punto de cumplirse en 2013 el quinto centenario de la llegada a estas tierras del descubridor español Juan Ponce de León. Fue el Domingo de Pascua Florida de 1513 y de ahí su nombre. Ponce buscaba la Fuente de la Eterna Juventud. Nunca la encontró y acabó muriendo tras ser herido por una flecha india. Ahora, un auténtico ejército de cabilderos, típicos intermediarios estadounidenses, se ha lanzado en busca de las modernas fuentes doradas. Y hasta se han disparado las flechas sospechosas en una ciudad donde los escándalos de corrupción han sido y siguen siendo monedas habituales.

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