La oposición siria busca crear un Consejo Nacional para dirigir el país
El organismo contará con entre 115 y 150 miembros listos para tomar el mando en caso de caída del régimen de Bachar el Asad
La oposición siria intenta crear un Consejo Nacional para cubrir un posible vacío de poder en el caso de que cayera el presidente Bachar el Asad. Un grupo de delegados permanece reunido en Estambul (Turquía) para discutir la composición del organismo y sus mecanismos de funcionamiento. "Aún estamos trabajando en los detalles", dijo uno de los delegados, Obeida al Nahhas, quien anticipó que el Consejo contaría con entre 115 y 150 miembros. "En principio preferimos no establecer cuotas por partidos o etnias, sino seleccionar a cada persona por sus méritos", agregó el profesor Wael Merza, otro delegado.
Las dificultades de la oposición siria en el interior del país son el obstáculo que ha impedido hasta el momento la creación de un "gobierno alternativo" al de Bachar el Asad, capaz de recabar apoyos en el extranjero y de tranquilizar a los ciudadanos que temen que la caída del régimen supondría luchas sangrientas entre los distintos grupos religiosos.
Los miembros se dividirían, por partes iguales, entre opositores del interior y opositores en el exilio
Cuando cientos de delegados de la oposición en el exilio se reunieron en la ciudad turca de Antalya, en junio pasado, optaron por crear un grupo dedicado a desarrollar actividades diplomáticas pero sin ningún atributo de poder para no discriminar a quienes mantenían vivas las protestas en territorio sirio, bajo una dura represión.
Los reunidos ahora en Estambul barajan la opción de elaborar un Consejo Nacional cuyos miembros se dividirían, por partes iguales, entre opositores del interior y opositores en el exilio. "Esperamos que todo esté listo hacia el fin de semana", comentó Wael Merza.
Bachar el Asad permitió por fin la entrada en Siria de un grupo de observadores de la ONU, cuya misión consistía en evaluar el deterioro de los derechos humanos durante la campaña represiva del Gobierno. Los observadores se dirigieron el lunes a la ciudad de Homs, una de las más castigadas. Fuentes de la oposición dijeron que una pequeña multitud se congregó para recibir a la comitiva de la ONU, pero fue dispersada a tiros. Los inspectores pudieron permanecer poco tiempo, ya que, explicaron, la policía les "aconsejó" regresar a Damasco "por razones de seguridad". El equipo de la ONU indicó que en cuanto se fueron se reanudaron los tiroteos por parte del Ejército.
Varios activistas grabaron videos en los que se veía a manifestantes congregados en torno a vehículos con la bandera azul de la ONU, alzando pancartas con la inscripción "No pararemos hasta conseguir la libertad". Los mismos activistas informaron de que los disparos del Ejército mataron a cuatro personas después de que se fueran los inspectores de Naciones Unidas, dato incomprobable porque no está permitida la entrada de periodistas en el país.
Según los recuentos de la ONU, desde que comenzó la revuelta en marzo han muerto unas 2.200 personas, entre las que figuran 500 soldados. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que ha ordenado una investigación sobre los posibles crímenes cometidos por las fuerzas del régimen, señala que decenas de miles de personas, soldados incluidos, han sido detenidos. El Gobierno de Damasco culpa de las víctimas a "grupos armados" de tendencia islamista.
El embajador de Estados Unidos en Siria, Robert Ford, ha visitado hoy Jassem, una localidad en el sur del país donde se han registrado graves protestas. En esta ocasión disponía de autorización gubernamental. Un viaje anterior de los embajadores de Estados Unidos y Francia al sur de Siria, donde expresaron su respaldo a los manifestantes, fue condenado por el Gobierno como "prueba" de que Washington quería "incitar a la violencia".
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