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Reportaje:

Los viajes de la eterna discordia

La propuesta de un congresista republicano para restringir los contactos con Cuba divide al exilio en Florida

Hace ya 52 años que Cuba se dividió. Durante más de medio siglo las diferencias entre los radicales de ambos bandos han sido enormes y así siguen. En la isla apenas han ocurrido cambios cosméticos. En Miami, centro del núcleo más duro del destierro, han pasado varias generaciones y, ante el hastío de muchos, otros se mantienen inasequibles al desaliento. Pero el desgarro más profundo es el de los contactos. Desde las relaciones familiares hasta los regresos a la patria empobrecida. Son los viajes de la eterna discordia.

Desde que Barack Obama suprimió las restricciones de viajes a Cuba impuestas por George W. Bush en 2004, el sector más radical del exilio (identificado con el Partido Republicano) se revolvió en todos los frentes. En 2010, el ahora legislador federal David Rivera intentó acabar con los vuelos hacia la isla con una ley en Florida que los describía como un negocio abusivo de las agencias de viajes y, además, con un país terrorista. No pudo lograrlo por su competencia solo estatal entonces.

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En febrero pasado, ya en Washington, los senadores Bob Menéndez y Marco Rubio intentaron aprobar otra enmienda prohibiéndolos, pero al final Rubio la retiró. Ahora lo intenta Mario Díaz-Balart, otro de los tres congresistas cubanoamericanos de Florida. Afirma que tiene los votos suficientes para volver a la época de Bush. Entonces los cubanoamericanos solo podían viajar a ver a sus familias cada tres años, durante 14 días (ahora cuantas veces quieran) y enviar 300 dólares de remesas cada tres meses (ahora 500). Los que querían mantener contactos con sus familiares lo hacían a través de terceros países burlando las normas.

A esto se suma la también eterna ignominia del régimen castrista que les humilla obligándoles a sacar un visado para entrar a su propio país. Un castigo para los que se fueron y un negocio: los trámites pueden rondar los 500 dólares. Y los precios abusivos de los billetes, que pueden ser de los más caros del mundo para un trayecto tan corto (más de 500 dólares para poco más de 200 kilómetros), pero en los que influye también el embargo estadounidense al no existir vuelos regulares. Parece evidente que las agencias de viajes y las compañías de vuelos chárter están haciendo un buen negocio. Desde enero se han sumado más de 80 agencias y otros 12 aeropuertos han sido admitidos para hacer vuelos hacia Cuba.

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Aires de libertad

En caso de prosperar la enmienda que propone Díaz-Balart, el Gobierno de Barack Obama ya ha anunciado que la vetará. Según una nota de la oficina del Ejecutivo, "la recomendación de los asesores del presidente será vetar cualquier proyecto o enmienda que limite los viajes y remesas a Cuba. No se cambiará la apertura pues iría en contra de los esfuerzos por aumentar los contactos de familias divididas, socavaría la mejoría económica del pueblo cubano y lo haría más dependiente de las autoridades".

El comunicado, consecuente al estar en marcha también el permiso a todos los estadounidenses para viajar a la isla, podría ser suscrito por los defensores de los viajes entre las dos orillas. Aseguran que los viajes no solo sirven para llevar ayuda y cariño a los familiares, sino aires de libertad, lo que más miedo le da al régimen castrista, aunque se produzcan los inevitables excesos. Incluso añaden que EE UU contesta con un ejercicio normal democrático a un régimen dictatorial que lo ignora. Entre los que lo apoyan está la Fundación Nacional Cubano Americana, otrora azote castrista. También los opositores en la isla, los que más sufren. "Es muy fácil salir con una pancarta y gritar en Miami", comenta Larisa, que viaja al menos dos veces al año a ver a su madre a La Habana.

Pero la línea dura de Mario Díaz-Balart y todos los que aún se oponen a los viajes no lo ven así. Les parece que ir cada tres años a ver a la familia que quedó en Cuba es suficiente.

Dicen que tratan de evitar el turismo y los millones de dólares que recibe la tiranía castrista. Calculan que, desde el fin de las restricciones, el Gobierno cubano ha ganado más de 103 millones de dólares, que incluyeron más intercambios culturales y académicos, muy criticados también porque, ante los gestos de EE UU, Cuba sigue enrocada. Gloria Estefan no ha ido a cantar a la isla, mientras que Silvio Rodríguez ya se ha presentado en Estados Unidos. En agosto, Pablo Milanés lo hará en el anfiteatro American Airlines de Miami, donde juegan los Heat de la NBA.

Díaz-Balart ha retado a Obama: "Si quiere vetar la ley y seguir financiando un régimen que está en las últimas, tirándole un salvavidas, que lo haga. Nosotros vamos a sacarla adelante".

Larisa, que no es política ni se debe a votantes de la vieja guardia como Díaz Balart, no opina así: "La inmensa mayoría de los que están en contra de los viajes es que no tienen familia o no les interesa", dice. "Si tuvieran una madre como yo y corazón, dudo mucho que lo hicieran. A mí, aunque me moleste, qué más me da que el Gobierno se aproveche de mí. Por eso me fui. Pero la política ya huele de vieja, yo no puse a Fidel ni lo voy a arreglar, y mi madre está por encima de todo. Si no lo han arreglado otros en 52 años..."

Tensiones

El pasado día 9 se produjo en Miami un áspero enfrentamiento entre grupos a favor y en contra de los viajes, cuando los primeros fueron a entregar una carta a la oficina de Díaz-Balart. Manifestantes del exilio duro les estaban esperando e incluso uno de ellos tuvo que ser desalojado por la policía pues trató de impedir que una mujer introdujera el sobre por debajo de la puerta. La tensión degeneró en insultos y uno de los que se oponen a los viajes denunció haber sido agredido. Pero fue evidente que antes de subir la tensión, mientras eran criticados por su postura, los defensores de los viajes solo lanzaron proclamas de libertad y a favor de los contactos familiares. Un incidente en Miami que podría recordar a alguno ocurrido en La Habana. Y añadiendo que en ambos bandos, según el típico laberinto cubano, casi con seguridad había integrantes infiltrados de los contrarios.

"Hay gente en el exilio que no se da cuenta, o no quiere hacerlo porque quizá vive de eso, de que repetir los actos del régimen es seguir el mismo juego", añade Larisa. "A los últimos que han llegado ya no les interesa la política, solo quieren vivir mejor. Tristemente, por esos que aún viven en el pasado, tenemos en Miami la fama merecida de intransigentes. A mí también me parece muy mal que haya gente aprovechándose de los viajes para buscar jovencitas o simplemente para hacer fiestecitas con tantos problemas como hay. Pero es su libertad. La que queremos todos".

Un hombre se asoma a su balcón en La Habana
Un hombre se asoma a su balcón en La HabanaJAVIER GALEANO (AP)

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