El presidente de Yemen se declara dispuesto a ceder el poder pacíficamente
Saleh ofrece una amnistía a los militares que han tomado partido por la oposición
El presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, se ha declarado dispuesto a la transferencia pacífica del poder, pero ha acusado a la oposición de estar en contra. En una intervención ante altos mandos militares difundida por la televisión estatal, Saleh también ha ofrecido una amnistía a aquellos uniformados que han tomado partido por el movimiento que pide su salida del poder. Horas antes, un nuevo enfrentamiento entre soldados partidarios y contrarios a Saleh subrayó la urgencia de encontrar una salida política a la crisis que ha puesto Yemen al borde de la guerra civil.
"Por lo que más quieran, acepten el diálogo político y el poder puede transferirse de forma pacífica a través de las instituciones constitucionales", ha asegurado Saleh sin especificar más. Pero esa invitación a una solución negociada contrastaba con su subsiguiente acusación a los opositores de "haber trazado un plan para atacar bases militares" y "tener sitiadas las sedes del Banco Central en Maareb y Saada", donde ha dicho "quieren llevarse los depósitos". "Esta es la oposición pacífica y que quiere el cambio", ha añadido despectivo.
"La marea política en Yemen se ha vuelto decisivamente en contra del presidente Ali Abdalá Saleh", concluye un informe del International Crisis Group. Este centro de análisis político asegura que "sus elecciones son limitadas: puede enfrentarse a su propio Ejército o negociar una transferencia del poder rápida y digna".
Ambas posibilidades seguían abiertas ante el Viernes de la Despedida convocado por la oposición. Saleh concretó el miércoles su oferta de convocar elecciones presidenciales para enero de 2012, en vez de en septiembre de 2013 cuando concluye su mandato. Pero los miles de jóvenes acampados en la plaza de la Universidad de Saná exigen su salida inmediata. Y cada día cuentan con más apoyos. El jueves se ha sumado el líder de la tribu Baqil, la segunda en peso político, pero la más numerosa tras la Hashed a la que pertenece el presidente y cuyos notables respaldan la protesta.
Durante una conferencia de prensa, los cabecillas de la llamada Coalición Cívica para una Revolución Pacífica pidieron la formación de un consejo transitorio de nueve personalidades "que no estén implicadas en la corrupción del viejo régimen". Este grupo debería redactar una nueva constitución en el plazo máximo de seis meses, como paso previo a la convocatoria de elecciones. Los jóvenes, que forman la espina dorsal de la protesta, también exigen el desmantelamiento de las agencias de seguridad.
Los grupos pro reforma esperan movilizar este viernes a decenas de miles de simpatizantes para respaldar sus demandas. Pero el presidente tampoco permanece de brazos cruzados, además de reforzar su seguridad, también ha convocado a sus partidarios a congregarse en las cercanías del palacio presidencial, lo que ha hecho que el bloque cívico cancele sus planes de marchar hasta allí. Con los ánimos a flor de piel, el riesgo de enfrentamientos es alto.
Algunos analistas temen que el gesto de Saleh signifique que va no a ceder el poder de forma pacífica. Sin embargo, otros opinan que está tratando de blindar su salida para poder seguir en el país y evitar ser llevado a los tribunales. La propuesta del bloque cívico no menciona qué será de Saleh una vez que deje el poder.
Mientras tanto, tropas de la Guardia Republicana, que dirige Ahmed, el hijo del presidente, y una unidad del Ejército regular alineada con la oposición, volvieron a enfrentarse en Mukalla, al sureste del país. El incidente, el segundo que se produce esta semana, se saldó con tres heridos. Aunque hasta ahora se ha tratado de choques aislados y atribuibles nada más que a los implicados, existe el riesgo de que una chispa pueda provocar el incendio. La agencia de noticias de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, IRIN, ha informado de la muerte de "al menos 40 personas" en los últimos días en escaramuzas entre miembros de grupos tribales pro y anti gubernamentales en la provincia de Al Jawf, al norte del país.
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