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Los principales aliados de Morales lideran una huelga que paraliza Bolivia

El alza de precios en alimentos y transporte desencadena la protesta

El Gobierno boliviano de Evo Morales soporta una de las huelgas más contundentes de los últimos cinco años -afirma el primer balance de los organizadores-, protagonizada por los principales aliados del presidente en protesta por el alza de precios de los productos alimenticios y del transporte público, además de la exigencia de mejoras salariales.

Las principales ciudades de Bolivia -La Paz y El Alto, Cochabamba, Santa Cruz y Oruro- suspendieron sus actividades ayer, cuando miles de trabajadores y vecinos salieron a las calles para exigir al presidente del país soluciones ante la escasez de productos y el grave aumento del coste de los alimentos. El rechazo ciudadano se manifestó también contra la subida de las tarifas del transporte, fijadas unilateralmente por los dirigentes sindicales, ante una inicial tibia reacción de las autoridades, que dejaron en manos de las gobernaciones y las alcaldías esa decisión. Los chóferes del servicio público, principalmente en Cochabamba, replegaron sus vehículos a fin de evitar que grupos de exaltados volvieran a arremeter contra ellos, como sucedió en días pasados.

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Los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB), que hasta ahora habían apoyado al Gobierno, se rebelaron en su contra y llamaron a los sindicatos afiliados, a las juntas vecinales y a otras organizaciones sociales a una huelga general de 24 horas. El secretario ejecutivo de la COB, Pedro Montes, admitió que la protesta laboral era incontrolable e iba a ser rebasada a causa de la crisis provocada por el alza del coste de vida. "Por eso están saliendo a las calles, para hacer sentir su protesta por el hambre, la miseria, la desocupación y por tener el estómago vacío", declaró a la prensa local.

Las largas columnas de manifestantes, algunas de ellas pese a la persistente lluvia, expresaron su malestar por la reacción del presidente Morales, que afirmó el jueves en una conferencia de prensa que le causa "risa cuando dicen: incremento salarial del 40, 50 y hasta el 70%", y recordó que él, siendo dirigente sindical de los productores de hoja de coca, presentaba "propuestas racionales; por eso el pueblo te apoya, [de lo contrario] pierdes autoridad como dirigente sindical, el pueblo no está desinformado, sabe".

La COB ha calculado que una familia de cinco miembros necesita unos 8.300 bolivianos (menos de 830 euros) para cubrir la cesta familiar. Los dirigentes sindicales criticaron duramente la risa de Morales, y explicaron que se trata de una referencia para lograr un incremento sustancial al salario mínimo, que bordea los 69 euros mensuales.

Bolivia se encuentra en una espiral inflacionaria que se añade a la escasez de los principales productos alimenticios y obliga a los ciudadanos a largas y agotadoras filas. La falta de azúcar en las últimas semanas originó indignadas reacciones en algunos casos cuando vecinos y medios televisivos contribuyeron a poner en evidencia que las casas de algunos empleados públicos miembros del partido gubernamental servían como depósito a centenares de kilos de azúcar, arroz y harina para distribuirlos entre sus afines, agrupados en cooperativas, según justificaron los propietarios a los medios.

La causa inmediata de la crisis económica, que sume en la desesperación a uno de los pueblos más desnutridos de la región, está en el desafortunado gasolinazo del 26 de diciembre, que, pese a su derogación cinco días después, no ha podido ser controlado en sus efectos posteriores.

El vicepresidente Álvaro García Linera, que en ausencia de Morales aprobó el decreto de eliminación de las subvenciones a la gasolina y el diésel y el aumento de precios hasta en un 80% en diciembre, acaba de pedir perdón por lo que ahora se considera un error. Hasta hace poco se insistía en que era una medida imperativa para evitar la sangría de la economía boliviana de unos 380 millones de dólares, aunque cálculos posteriores demostraron que esa cifra estaba muy abultada.

"Hemos cometido errores y con humildad pedimos disculpas. Perdón por los errores", dijo García Linera en un discurso difundido en directo por el canal estatal con motivo de la entrega de un libro sobre el proceso de cambio que vive el país. Lamentó después que "a partir de un error [el gasolinazo], tres canales de televisión partidarios [lo hayan] convertido en un fenómeno histérico, porque ahora la política se ha histerizado (sic) a través de los medios", y deploró que "esta debilidad o nuestra falta de cálculo" se haya rebatido en los medios con argumentos cargados de racismo contra el presidente y el Gobierno.

Grupo de participantes en la protesta por la subida del precio de alimentos y transportes.
Grupo de participantes en la protesta por la subida del precio de alimentos y transportes.AP

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