El Elíseo sospecha que Ben Alí salió de Túnez con una tonelada y media de oro en lingotes
Francia investiga las cuentas francesas del ex dictador y el patrimonio inmobiliario que su familia posee en París
El ex presidente de Túnez, Ben Ali, a pesar de su precipitada huida del país, salió con una tonelada y media de oro en lingotes por valor de 46 millones de euros. Esto es al menos lo que sospecha El Elíseo, según explicaba ayer el diario francés Le Monde, citado fuentes de la presidencia de la República. La mujer de Ben Ali, Leila Trabelsi -una de las personas más odiadas del pueblo tunecino por su afición al dinero y a enchufar a miembros de su familia en puestos claves- se presentó ese viernes en el banco central de Túnez para buscar los lingotes, según el citado diario. El Gobernador de la institución bancaria rechazó la petición. Para convencerlo, Trabelsi telefoneó a su marido que, en un principio, también se opuso a las intenciones de su esposa. Pero después estuvo de acuerdo. El Banco Central de Túnez desmiente esta información: "No he recibido ninguna orden, ni verbal ni escrita, para sacer oro. Nuestro stock no ha variado" replicaba ayer un responsable de la institución bancaria a Le Monde.
En la huida de Ben Alí aún hay muchos asuntos poco claros. Parece seguro que fue extremadamente acelerada -dejó sin emitir una alocución grabada para la televisión-, sin un destino evidente, que su avión penetró en el espacio aéreo de Malta sin un plan de vuelo preciso. El Elíseo reitera que en ningún momento estuvo prevista su llegada a París, a pesar de que varios rumores (algunos espoleados por la propia policía francesa) colocaban al ex director tunecino allí, entre otras cosas porque dispone de un palacete en el adinerado barrio de Neuilly, en los alrededores de la capital francesa. Ya el viernes, Francia se cuidaba de señalar que Sarkozy "rechazaba el aterrizaje de Ben Alí en suelo francés". Otra de las causas que dispararon los rumores fue el aterrizaje, ese mismo viernes por la tarde, de un avión proveniente de Túnez en el que viajaban una hija y varias nietas del ex dictador. No era el primer pariente que llegaba: otra hija llevaba varios días alojada en un hotel de lujo de Eurodisney. Todos salieron el domingo pasado rumbo a Katar.
Para el Gobierno francés, Ben Alí ha pasado de ser un aliado consentido (Francia es el primer socio económico de Túnez) a un completo indeseable. A este respecto, el portavoz del Gobierno francés, François Baroin, aseguró ayer que Francia se atiene a las "disposiciones de las autoridades tunecinas" a fin de decidir la suerte del patrimonio inmobiliario que la familia Ben Ali posee en París y en otras ciudades del país. Asimismo, Baroin adelantó que su Gobierno ha ordenado al organismo francés contra el blanqueo de dinero que investigue las cuentas francesas del ex dictador y los suyos. Este organismo envió el domingo un comunicado a determinados bancos de Francia para que vigilen estas cuentas y de que informen "de cualquier movimiento extraño o sospechoso".
Paralelamente, dos ONG, Transparencia Internacional y Sherpa denunciarán a Ben Ali por corrupción y blanqueo, ya que consideran que las medidas adoptadas por el Gobierno francés para bloquear los fondos del ex dictador son insuficientes y tardías.
La postura que la diplomacia diplomática francesa adoptó días antes del derrocamiento de Ben Ali ha sido muy criticada. Hace una semana, en plena revuelta, la ministra de Asuntos Exteriores, Michèlle Alliot-Marie aseguraba que sería una buena idea que policías franceses ayudaran a los tunecinos a fin de controlar, de una manera más incruenta, los altercados callejeros. La oposición ha reclamado su dimisión. El ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, que posee una casa en Túnez, en una entrevista televisada, aseguró, días antes de que Ben Ali huyera: "Decir que en Túnez hay una dictadura es una exageración".
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