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"¡Jayaya la hermana ministra!"

Jiménez inaugura una planta de agua potable construida con fondos españoles en un pequeño pueblo del altiplano boliviano

Pablo Ximénez de Sandoval

En la plaza de Ayo Ayo, a 3.900 metros de altitud, cercada por casas bajas y desnudas, se distinguen por modestos carteles el Ayuntamiento, la escuela, la iglesia y la funeraria. En el centro, un 'bienvenido Mr. Marshall' en versión de los indios aymara esperaba hoy a la ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación, Trinidad Jiménez, a su llegada a este pueblo del altiplano boliviano con un millar de habitantes al que acudió para inaugurar un pozo de agua potable.

La delegación diplomática española llegó hasta un escenario en medio de tal plaza bajo una lluvia de confeti y dando decenas de manos y besos. El protocolo incluyó la interpretación en directo del himno de Bolivia, "coro general", cantado puño en alto, y una solvente grabación del himno de España. La palabras en lengua aymara del alcalde del pueblo, Braulio Choque Mamani, concluyeron con un "¡Jayaya la hermana ministra de Asuntos Exteriores!". Jayaya es el equivalente quechua al "viva" español.

Todo el acto se desarrolló bajo la atenta mirada de Tupaj Katari. Una estatua más alta que varios de los edificios de alrededor recuerda a este líder indígena que en 1760 se enfrentó a sangre y fuego a los españoles con un asedio a La Paz. El presidente Evo Morales suele compararse con Tupaj Katari, precursor de la revolución boliviana. Él se enfrentó a los invasores españoles, y Morales al neocolonialismo liberal. Con su permiso, sus herederos nombraron ayer huésped ilustre de Ayo Ayo a la ministra y al Embajador español en Bolivia, Ramón Santos.

Visible desde todo el pueblo, pues se encuentra situado unos 20 metros en vertical más arriba, un depósito de agua potable pagado con fondos de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) da por primera vez servicio de agua puerta a puerta a los vecinos de Ayo Ayo. La ministra se empeñó en subir andando. "Me siento como en casa. Tanto que me atrevo a decir: '¡Jayaya Ayo Ayo'!", había proclamado poco antes.

Antes de tener este pozo, en funcionamiento desde finales del año pasado, los vecinos de Ayo Ayo sólo tenían una fuente de agua subterránea. Llegaba en una conducción de un kilómetro desde un pozo de aguas subterráneas muy mineralizadas y el único punto en el que manaba era la fuente del centro de la plaza. La novedad, aparte de la mejor calidad del agua para consumo humano, es que ahora llega a cada puerta del pueblo. Después, cada vecino tiene que poner su parte para instalar un grifo y un contador en su casa, con un coste medio de unos 20 euros, lo suficiente para provocar reticencias en muchos vecinos, según dijo el párroco de Ayo Ayo, Fernando Pérez, pasionista español que llegó aquí en 1980.

La realización del proyecto, compuesto por una perforación de 66 metros de profundidad, un tanque de almacenamiento con capacidad para 50.000 litros y la conducción hasta el pueblo, provocó tensiones entre dos equipos distintos encargados de la obra, y denuncias cruzadas de falta de responsabilidad, según explicaron algunos vecinos. La dirección del proyecto ha corrido a cargo de la ONG Adra (Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales), con un coste de 72.000 euros que se han completado con aportaciones locales e individuales, que suman un 7% del proyecto. La implicación de las autoridades locales y de los propios beneficiarios en los proyectos de ayuda es una parte troncal en la estrategia de cooperación española.

La misión de Adra es "reflejar el carácter de Dios, promoviendo el desarrollo integral y sostenible de las personas necesitadas", según la información corporativa facilitada a la prensa. La ONG dispone de una subvención de ocho millones de euros de ayuda española para ejecutar proyectos de acceso al agua potable en Bolivia en los próximos cuatro años. Los proyectos abarcan municipios poblados por unas 4.580 personas.

El día anterior, la ministra Trinidad Jiménez había escuchado tanto del canciller boliviano, David Choquehuanca, como del propio presidente, la necesidad que el país andino tiene de llevar agua potable a todos los rincones. La conducción y potabilización de agua para prevenir enfermedades es un campo de inversión estratégica para Bolivia, que ofreció a las empresas españolas interesadas en invertir en el país.

España es actualmente el primer país en ayuda al desarrollo en Bolivia. La AECID desembolsó en el país 70 millones de euros en el año 2009 y una cantidad similar en este año. El lunes, en La Paz, los cancilleres de ambos países firmaron un acuerdo Marco de Asociación y la creación de una Comisión Mixta para continuar en estos niveles de cooperación los próximos cinco años.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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