"En Nicaragua no hay libertad de expresión para el Gobierno"
Las supuestas irregularidades en la entrega de pasaportes y cédulas de identidad nicaragüenses son para el ministro de Relaciones Exteriones, Samuel Santos (Managua, 1938), otro ejemplo más de la "manipulada" imagen que, en su opinión, dan de Nicaragua los medios de comunicación, tanto de su país como del extranjero. Santos, en una entrevista concedida el viernes a este periódico tras intervenir en la Casa de América de Madrid, asegura que las críticas es lo que los medios "dicen que hay, pero no llevan las pruebas a la policía ni al Consejo Supremo Electoral".
Pregunta. ¿Por qué dice que la imagen de Nicaragua está manipulada?
Respuesta. A los hechos me remito. En Nicaragua no hay libertad de expresión para el Gobierno. Nos limitan. Las noticias que van en nuestra contra salen con una enorme facilidad. Hace poco vinieron cuatro pelagatos de un grupo liberal de Europa [una delegación de la Internacional Liberal que visitó Nicaragua a principios de mes], pegaron cuatro gritos diciendo que el presidente [Daniel] Ortega es un criminal, y ese titular sale a ocho columnas. Es un abuso y una falta de libertad de expresión en contra del Gobierno de Nicaragua.
P. Al presidente Ortega, sin embargo, se le acusa de querer controlar los medios.
R. Respetamos la libertad de expresión. En Nicaragua no existe ningún preso político, y eso que dicen que somos una dictadura. No se ha suspendido a ningún medio de comunicación. Ellos gozan de extrema libertad de expresión.
P. ¿Y las persecuciones a periodistas, como Carlos Fernando Chamorro (que abandonó la televisión donde emitía reportajes críticos con Ortega, después de que el presidente comprase el canal)?
R. A Carlos Fernando Chamorro no se le ha perseguido. Él ha montado el show de separarse de un canal de televisión porque creía que se había vendido al Frente [Sandinista de Liberación Nacional, en el Gobierno]. Hoy, los dueños del canal están aclarando que es propiedad de ellos. No sé qué conflicto habrá tenido Carlos Fernando con los dueños del canal, pero sí que lo ha utilizado para hacer campaña contra el Gobierno y salir aparentando que el Gobierno lo estaba persiguiendo. Dice que no tiene libertad de expresión y ahí sigue escribiendo en contra del Gobierno. El Ejecutivo no les hace [a los medios opositores] absolutamente nada. Nosotros reclamamos que sean más equilibrados. Así como atacan al Gobierno, porque es el derecho que tienen, que también digan las cosas buenas. Los dos principales periódicos, La Prensa y El Nuevo Diario, sólo publican diatribas contra el Gobierno.
P. ¿No será también que el Gobierno hace algo mal?
R. Pero ¿qué? Yo lo que quiero es que digan qué. "Nos van a quitar la libertad de expresión; nos van a suprimir el papel", repiten. Son especulaciones, pero no señalan un hecho concreto. Nos van a, nos van a, nos van a... pero no ha sucedido nada. Continúan publicando lo que quieren, mentiras malintencionadas. Y no lo que hace bien el Gobierno.
P. ¿Por qué Daniel Ortega, que tanta admiración suscitó en su día, genera ahora tanta decepción?
R. Le puedo garantizar que en Nicaragua la aceptación del presidente Ortega y del Gobierno viene aumentando a pasos agigantados. Además, tenemos magnífica comunicación y relación con la mayoría de los líderes del mundo. Pero claro que afecta a la imagen esa campaña mediática que no señala ni los éxitos ni los triunfos que hemos obtenido.
P. Personas relevantes de la revolución sandinista, como Sergio Ramírez o Ernesto Cardenal, son muy críticas con la deriva del Frente. ¿Qué opina de esas voces?
., Hace unos 15 años, ellos dejaron el Frente. El Frente, hoy, tiene más del 40% de aceptación popular en Nicaragua. Ellos tienen menos del 1%. Sobran las palabras para decir quién tiene la razón y quién no. Son voces desubicadas, porque el pueblo difícilmente se equivoca.
P. Usted ha venido a Madrid a profundizar en el pacto entre Centroamérica y la UE. ¿Cuáles son los principales obstáculos para que se logre un acuerdo concreto?
R. El principal problema es que iba a ser un acuerdo de región a región. Y la situación de Honduras es un obstáculo que esperamos resolver en el corto o mediano plazo.
El problema más serio de Centroamérica lo tenemos con el caso de Honduras.
En lo económico, seguimos avanzando en la unión centroamericana, no la detenemos. Por esta situación de Honduras, tenemos un impasse en lo político. Una vez resuelto esto, como lo económico ha seguido avanzando, lo político avanzará rápido. Estamos trabajando para aprovechar la presidencia de España y concretar el acuerdo de asociación. España va a ser determinante en el proceso.
P. ¿Reconoce al Gobierno de Porfirio Lobo?
R. No, Nicaragua no lo reconoce hoy en día.
P. ¿Y qué es necesario para que sí lo haga?
R. Que se reviertan las resoluciones que los órganos latinoamericanos y centroamericanos acordaron a raíz del golpe. El Sica [Sistema de Integración Centroamericana], el Grupo de Río, el Alba [Alternativa Bolivariana para las Américas], la OEA [Organización de Estados Americanos] y Naciones Unidas tomaron unas resoluciones, que siguen vigentes, en las que rechazan el golpe y no reconocen a ningún Gobierno que surja a raíz del golpe. Primero hay que resolver eso. Segundo, Honduras tiene que garantizar que respeta los derechos humanos de todos los hondureños.
P. ¿Qué queda del golpe en Honduras?
R. Los que hicieron el golpe están intactos, incluso se amnistiaron. Es un ejemplo horroroso, pésimo. Están normales en sus quehaceres y mantienen una presión sobre el Gobierno que ellos mismos eligieron, porque se eligió durante el golpe de Estado.
P. ¿Es Venezuela el espejo donde se mira Nicaragua?
R. No. Compartimos con Venezuela, Cuba, Brasil, Argentina, Bolivia y Chile algunos predicados de política exterior, algunos temas que son comunes. Pero Nicaragua tiene sus propias expectativas.
P. Pero es obvio que están más cerca de la Venezuela de Hugo Chávez que del Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva. R. No, eso es parte de la manipulación. Tenemos mucho agradecimiento por el apoyo económico y de petróleo, sobre todo, que nos ha dado Venezuela. Nos une la identidad del Alba, lógicamente, porque es un área política y comercial en la que nos hemos puesto de acuerdo. Son transacciones más justas, intercambios políticos. Es fácil llegar a un acuerdo cuando hay predisposición a entenderse en predicados que van destinados a la gente más necesitada.
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