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Lula lanza una revolución educativa

Un proyecto de ley pretende corregir las deficiencias del profesorado brasileño

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, presentó ayer un proyecto revolucionario para la enseñanza, preparado por el joven ministro de Educación, Fernando Haddad, que intenta cubrir las graves deficiencias de preparación de los 1.882.000 profesores con que cuenta el país; de ellos, 309.000 trabajan para las escuelas privadas.

El proyecto de ley, presentado al Congreso con carácter de urgencia, pretende cambiar la actual Ley de Directrices y Bases ( LDB) de 1996, que sólo exige los estudios de enseñanza media al profesorado de educación primaria. La nueva ley hará que sea necesaria una licenciatura para enseñar en cualquier escuela, a excepción de las guarderías y preescolar.

Las medidas se han hecho necesarias después de que un estudio realizado por un instituto de investigación ligado al Ministerio de Educación revelase que 382.000 profesores no están en condiciones de enseñar porque carecen de la titulación adecuada. Esta cifra representa un 20,3% del actual cuerpo docente del país, tanto de la enseñanza pública como privada. El estudio muestra, además, que existen cientos de profesores con un nivel escolar inferior incluso alde los alumnos a los que enseñan.

Al mismo tiempo, también hay profesores que enseñan asignaturas para las que no fueron formados. Por ejemplo, se dan los casos de teólogos y bibliotecarios que enseñan Física o físicos que enseñan Sociología.

Entre las medidas previstas por el nuevo proyecto educativo presentado ayer por Haddad, considerado uno de los mejores ministros de Educación de la democracia brasileña, figura una especie de examen nacional para calibrar la formación de los profesores actuales, así como la oferta de 330.000 puestos en cursos de licenciatura en 90 universidades públicas para los profesores que enseñan sin estar licenciados. El Gobierno invertirá en la formación del profesorado unos 2.000 millones de reales (más de 700 millones de euros).

"Nuestra pretensión es ofrecer la posibilidad de perfeccionar sus estudios a los profesores actuales como un derecho. Todo profesor tiene derecho a una formación adecuada, como todo alumno tiene el derecho de matricularse", dijo ayer el ministro Haddad.

Otra de las medidas presentadas en este esfuerzo para seleccionar mejor a los profesionales de la educación es la creación de un concurso nacional para evaluar la prepración de los docentes. Estará a cargo del Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educacionales Anisio Teixeira (Inep). Según el Ministerio de Educación, se trata de crear un banco nacional de profesores formados que hayan pasado por esta selección.

Por último, la ley prevé cambios en los cursos de Pedagogía. A quienes se licencien en dicha asignatura se les exigirán más horas de trabajo, destinadas a la formación explícita de profesores. "Tenemos que pensar que una licenciatura en Pedagogía adiestra a formadores. Son personas que van a enseñar a nuestros niños y jóvenes. Al exigir una nota alta de ingreso para dicha licenciatura, facilitaremos la atracción de talentos hacia la carrera de Magisterio", explica Haddad.

La formación de los profesores y la mejora de la enseñanza de los alumnos es la gran asignatura pendiente de Brasil, que cuenta con los índices más bajos del mundo en aprovechamiento escolar. No es nada excepcional que los alumnos que han acabado el cuarto ciclo de formación básica no sepan ni leer ni escribir.

El problema de la enseñanza, con más de 60 millones de alumnos, un presupuesto irrisorio y profesores sin formación adecuada y con sueldos de hambre, ha sido siempre uno de los puntos negros de la política de Lula, que ya ha cambiado en tres ocasiones de ministro de Educación. Por eso, ahora ha decidido poner en marcha una revolución educativa en un país que pretende ser no sólo líder en América del Sur, sino una de las potencias emergentes del planeta.

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