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Reportaje:El juicio contra Fujimori

En la tierra de los muertos

Durante dos décadas, el enfrentamiento entre el grupo terrorista Sendero Luminoso y el ejército asoló Perú. 69.000 personas, en su mayoría campesinos indígenas de las zonas andinas como Ayacucho, murieron en el conflicto. La Comisión de la Verdad, creada tras la caída de la dictadura de Fujimori, intentó esclarecer lo que pasó

Ayacucho es una palabra quechua, idioma co-oficial de Perú utilizado por los indígenas andinos. Quiere decir tierra de muertos. Durante dos décadas, a causa de la violencia terrorista y del ejército, Ayacucho fue más que nunca una tierra de muertos, concentrando el 40% de víctimas y desaparecidos. Sigue siendo la segunda región más pobre de Perú. Viven alrededor de medio millón de personas, mayoritariamente indígenas quechua hablantes y campesinos.

Lima, 2008. Han pasado cinco años desde que la Comisión de la Verdad y la Reconciliación presentó sus conclusiones sobre los crímenes de Sendero Luminoso y el Ejército de Fujimori. El ex presidente fue detenido en Chile y trasladado a Perú, donde se le juzga desde el pasado mes de diciembre por dos casos de violaciones de los derechos humanos que tienen que ver con la guerra sucia de los 90. Su lugarteniente y jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesinos, cumple condena desde 2006 por malversación de fondos públicos. Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, fue condenado en 2006 a cadena perpetua por los 35.000 asesinatos cometidos entre 1980 y 2000.

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Madrid, octubre 2003. Se presenta en España el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), creada por el gobierno de transición de Valentín Paniagua en el año 2000. Tras la dictadura de Fujimori (1990-2000), el país volvía a la democracia. La violencia había terminado, era el momento de investigar lo ocurrido. Unas 69.000 personas murieron o desaparecieron. Salomón Lerner, presidente de la Comisión, resumió en su discurso de presentación del informe en Perú lo que significó la CVR: "La historia que aquí se cuenta habla de nosotros, de lo que fuimos, de lo que debemos dejar de ser".

No fue un tribunal para juzgar los crímenes cometidos. Las conclusiones no eran vinculantes. Rolando Ames, sociólogo y analista político peruano y uno de los responsables de la investigación explicó que "el mayor logro ha sido, por primera vez, tomar a los indígenas como parte del país". El informe reveló muchas cuestiones de la identidad peruana. "Hay un 20% de indocumentados en la zona más afectada por la violencia, de mayoría indígena. Es decir, se reveló que hay un 20% de gente que no existe para el país, que no figura en ningún registro ni estadística. No tienen derechos, ni siquiera identidad. El informe es una radiografía de Perú".

Alejandro Toledo, elegido presidente en las elecciones de 2001, continuó el compromiso de esclarecer la verdad de su antecesor, Valentín Paniagua. Dotó a la CVR de un presupuesto de más de 10,5 millones de dólares (en 2003, alrededor de nueve millones de euros), apoyado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y gobiernos de otros países. En la investigación participaron 12 comisionados, entre ellos ex congresistas, sociólogos, sacerdotes, expertos en seguridad nacional, antropólogos? El equipo recogió el testimonio de 17.000 víctimas.

Los resultados. "El hecho de que Sendero Luminoso fuese el mayor causante de las víctimas sorprendió a los propios comisionados, que partíamos de la idea de que el mayor asesino había sido el Ejército", explicó Ames. El 79% de las víctimas vivían en zonas rurales y eran quechua hablantes. "Lo más llamativo es que sólo el 16% de la población peruana tiene estas características". En Perú viven alrededor de 25,5 millones de personas, de los cuales el 72% lo hacen en ciudades. La mitad de la población sólo puede satisfacer, con sus ingresos, sus necesidades básicas. En las áreas rurales (los Andes y la selva del norte), donde predominan las pequeñas parcelas de cultivo de subsistencia, las tres cuartas partes de la población viven en una situación de pobreza extrema.

Perú, 1980. Sendero Luminoso comienza su guerra en Ayacucho contra la recién estrenada democracia del país, después de doce años de dictadura militar, a través de atentados terroristas que al principio no reivindica. Se dirigen sobre todo contra líderes locales, pero también aterroriza, extorsiona y asesina a la población campesina. Pronto se extienden a todo el país. El Gobierno es incapaz de resolverlo y delega en el ejército. En 1984, surge otro grupo terrorista de izquierdas, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). A partir de 1985, la población se encuentra encerrada entre la violencia terrorista y la fuerte represión del ejército. Se estima el número de víctimas en 25.000.

Alán García, presidente de la República entre 1985 y 1990, fue incapaz de responder a la violencia de Sendero y optó por la guerra sucia. Su partido, Alianza Popular Revolucionaria Peruana (APRA), que perdió en 1990 contra Fujimori, no volvió al poder hasta 2006. A pesar de que nunca ha sido juzgado ni incriminado por la violencia de aquellos años, García no niega los hechos: "Jamás he negado que hubo violaciones de derechos humanos", declaró tras su elección en 2006 a El País, "pero hay que ponerse en la situación de ver la cantidad de gente organizada para asesinar, y un sistema que no estaba preparado para este tipo de guerra".

Sendero Luminoso. El profesor de filosofía Abimael Guzmán crea la facción del Partido Comunista de Perú Sendero Luminoso en la universidad de Huamanga, Ayacucho, a finales de los 60. Pretende acabar con el orden establecido. Según Ames, "repudiaban la democracia. Todo el que participaba en la institucionalidad del Estado era el enemigo". Desprecian la vida humana. Donde hay personas, ven clases sociales. Los atentados comenzarán en 1980. Al principio, el gobierno de Fernando Belaúnde cree que son hechos aislados y le resta importancia.

Sendero Luminoso fue extremadamente cruel. No se distinguía de la población en las comunidades, provocando cargas indiscriminadas del ejército. Pretendían que la población se enfrentase al Gobierno. A pesar de esto, "a diferencia de otros movimientos guerrilleros de la época en América Latina, Sendero contaba con pocos seguidores", explica Ames.

La guerra sucia. La lucha contra la subversión reforzó prácticas autoritarias y represivas en el ejército. Se detuvo a gente inocente, se torturó a los detenidos, hubo ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada de personas, tratos vejatorios y violencia sexual. "Se aceptó un pacto tácito con las Fuerzas Armadas: ustedes se encargan del problema a su modo, y nosotros nos olvidamos de los derechos humanos", explica Martín Tanaka, directivo del Instituto de Estudios Peruanos.

Con Fujimori se intensifican aún más las acciones del ejército. Pero es el servicio de inteligencia de la policía quien cerca al dirigente de Sendero. Le detienen en 1992. La violencia no cesa inmediatamente, pero sin Guzmán, Sendero se encuentra perdido. El ejército continúa actuando contra los campesinos hasta el fin de la dictadura.

Las críticas y el rebrote. Desde algunos sectores se intentó desprestigiar la labor de la CVR, fundamentalmente los que tuvieron alguna responsabilidad. Los afines a Fujimori intentaron hablar de un rebrote de Sendero, quizás para facilitar la candidatura del ex presidente a las elecciones de 2006. Desde que Fujimori perdió el poder muchos actos violentos han sido atribuidos a la organización terrorista. Algunos dicen que es PROSEGUIR, facción de Sendero Luminoso que no aceptó la rendición de Guzmán tras su detención. Otros creen que el propio Guzmán dirige la lucha desde la cárcel.

Lucha contra el miedo

"De día, íbamos a pastar el ganado. Regresábamos como a las cuatro o cinco de la tarde y cocinábamos rápido, con mucho miedo y susto. Nos llevábamos la comida a los cerros, donde nos escondíamos. A veces los niños no lloraban, como si entendieran lo que estaba pasando. Pero otras veces lloraban. Yo buscaba un lugar donde había ruido, como un río, para que los senderos no sintieran el viento del niño y creyeran que eran los animales".Es el testimonio de una mujer de Chacca, comunidad campesina de la sierra de Ayacucho fuertemente afectada por la violencia de Sendero Luminoso y del ejército. En Chacca, Ipaz, ONG peruana, trabaja con las mujeres por la recuperación de los derechos humanos. Financia el Banco Mundial.El miedo está presente aún hoy. "El mayor miedo es a la vuelta de Sendero, que fue mucho más cruel que el ejército. Sienten que si rebrota otra vez están perdidos, que esta vez no van a poder escapar", comenta Nuria Guerra, cooperante española que colaboró desde la ONG epañola Madre Coraje en algunos proyectos de desarrollo en Ayacucho. "Sendero subía a las comunidades andinas y obligaba a los campesinos a darle cama y provisiones bajo amenaza. Luego iba el ejército y si se enteraban de que habían apoyado a Sendero, aunque fuese obligados, arremetía contra ellos"."Nos escondíamos en grupos pequeños para que no nos encontraran", sigue contando la campesina. "Nos íbamos sin ropa, dejando atrás nuestros animales, nuestras chacras [pequeñas parcelas de cultivos]". Los terroristas arrasaban las comunidades, mataban a los campesinos y seguían a los huidos hacia lo alto de las montañas. Los supervivientes siguen teniendo miedo. En Ayacucho hay muchas ONG trabajando por los derechos humanos. "Es importante la recuperación de la autoestima", explica Guerra. "Es fundamental que sepan de su historia y a partir de ahí construyan su propia realidad. Todos desconfían de todos".

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