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Reportaje:

Los comicios tranquilos

Argentina se prepara para la consulta presidencial del 28 de octubre, en la que, según los sondeos, la senadora Cristina Fernández puede obtener una cómoda victoria en primera vuelta

Las cuatro esquinas del cruce de las avenidas de Cabildo y Juramento en Buenos Aires se encuentran repartidas entre los partidarios de cuatro candidatos a la presidencia argentina que entregan su propaganda a los transeúntes, más atentos éstos a no perder la posibilidad de cruzar el asfalto que a recoger los panfletos. Todos se miran de reojo, pero el ambiente es tranquilo y distendido, incluso demasiado para ser la campaña electoral de unas elecciones presidenciales que se celebrarán en 14 días.

La respuesta puede estar en los dos kioskos situados en el cruce de las avenidas, donde los periódicos proclaman que Cristina Fernández, la mujer del presidente, Néstor Kirchner, se impondrá el próximo 28 de octubre en primera vuelta a todos sus rivales.

A la candidata de Frente Para la Victoria (FPV), designada por su marido en un proceso de selección donde el otro posible candidato era precisamente él, le basta alcanzar el 40% de los votos siempre que el segundo clasificado quede 10 puntos por debajo. De acuerdo con las últimas encuestas hechas públicas ayer, la senadora por la provincia de Buenos Aires tiene en torno a 20 puntos de ventaja sobre su más inmediato rival, que es otra mujer: Elisa Carrió, de la Coalición Cívica (CC). Algo más más abajo se sitúa el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, de la coalición Una Nación Avanzada, en la que está integrada la Unión Cívica Radical (UCR), la histórica opositora al peronismo.

Por detrás de los favoritos viene el pelotón de presidenciables, hasta un total de 12, entre los que destacan el gobernador de la provincia de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, y el también ex ministro de Economía Ricardo López Murphy, del centroderechista Recrear. El primero de ellos está protagonizando una agresiva campaña contra los Kirchner con anuncios en los que los tilda de mentirosos y emplea dibujos animados donde aparecen, entre otros personajes, Hugo Chávez y ex ministros implicados en escándalos. Varias cadenas no se han atrevido a emitir el spot, pero la técnica está cosechando frutos y en algunas encuestas Rodríguez Saá incluso se hace con el tercer puesto en detrimento de Lavagna.

Segura de su victoria, la candidata del peronismo oficialista realiza una campaña caracterizada por una identificación casi total con el Gobierno saliente, una labor complicada, porque se trata de ofrecer alguna novedad sin criticar demasiado el pasado. Kirchner atraviesa sus horas más pobres de popularidad: ha bajado por primera vez del 50%. Algo que algunos entendidos en sondeos demoscópicos cercanos al oficialismo señalan que es normal en los finales de mandato. Aunque el ejemplo contrario más cercano, en el espacio y en el tiempo, es el del socialista chileno Ricardo Lagos, que en 2005 entregó el bastón de mando con unos índices que superaban con creces el 80% de popularidad. El entorno del presidente siempre ha hecho gala de que el mandatario argentino ganaba ampliamente en las encuestas, aunque el descenso no es tan grave, porque quien interesa ahora que esté arriba en las preferencias es Fernández.

La distancia entre la senadora y sus seguidores parece insalvable, aunque superar el 40% de votos en la primera vuelta no es nada fácil, como sabe bien el presidente Kirchner, quien apenas obtuvo el 22,4% en 2003 y accedió a la Casa Rosada después de que el ganador en la primera vuelta, el también peronista Carlos Menem, renunciara al desempate. Unos pocos miles de votos pueden marcar la diferencia entre una resonante victoria en la primera vuelta y un desempate que en sí mismo ya sería considerado como una derrota parcial. En este sentido, los estrategas de Fernández han empleado una táctica que ha demostrado ya su eficacia en el pasado y consiste en que cuanto menos se habla más se sube en intención de voto. Sin debates, ni entrevistas y con actos relevantes donde se selecciona al auditorio, Fernández no se está exponiendo a pronunciar una palabra equivocada ante el electorado.

Ya lo hizo así en las legislativas de 2005, cuando ni siquiera votó —y en Argentina el voto es obligatorio— en la circunscripción donde está empadronada: Santa Cruz, situada a 2.700 kilómetros de aquella por la que se presentaba, Buenos Aires. En aquella ocasión, las candidaturas de Kirchner —cuya figura emblemática era precisamente Cristina Fernández— obtuvieron el 38% de los sufragios. Claro que entonces se enfrentaba a una facción del peronismo encabezada por Hilda Chiche González, la mujer del ex presidente Luis Eduardo Duhalde, que se llevó el 16% de los votos. Dicha oposición interna quedó prácticamente barrida tras aquella victoria.

La esperanza de la oposición pasa ahora por forzar una segunda vuelta con la candidata del FPV y así, mientras desde el equipo de campaña de Roberto Lavagna se niega toda credibilidad a las encuestas, Elisa Carrió ha multiplicado sus actividades. En lo que constituye una de las múltiples resurrecciones ocurridas en la política argentina, la candidata de CC —una alianza entre el Partido Socialista y Afirmación para una Republica Igualitaria (ARI)— incluso dudaba de su presentación a estas elecciones hace algunos meses. La inesperada victoria de su formación en Tierra del Fuego el pasado junio, donde además una mujer fue elegida gobernadora por primera vez en la historia del país, ha vuelto a colocar a Carrió en la carrera presidencial. Su segundo puesto en las encuestas también confirma una tendencia al alza sostenida, pero está por ver que la distancia que la separa de la candidata del FPV pueda llegar a ser recuperable en al menos 10 puntos en apenas dos semanas.

La diferencia de recursos entre la candidata oficialista y sus rivales es casi tan grande como la ventaja demoscópica que exhibe. La oposición ha denunciado, por ejemplo, que la cadena pública de televisión transmita íntegras todas las intervenciones de la senadora Fernández. El jefe de Gabinete del presidente, Alberto Fernández, ha salido al paso de las críticas y justificado el hecho porque, en su opinión, la oposición "no tiene nada que ofrecer".

Cristina Fernandez Kirchner, en un acto celebrado esta semana en Buenos Aires.
Cristina Fernandez Kirchner, en un acto celebrado esta semana en Buenos Aires.AFP

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