El PMDB brasileño acepta entrar en una coalición de Gobierno

En silla de ruedas, con el pie derecho vendado y sin calzado tras haberse torcido un tobillo en su finca del Torto, en Brasilia, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, viajó el miércoles a Abuja (Nigeria) para participar en la primera cumbre entre Suramérica y África. Y allí recibió ayer la grata noticia de que el Consejo Político del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), de centroderecha, había aprobado por unanimidad y formalmente aceptar la oferta de Lula de participar en una coalición del futuro Gobierno.

El PMDB es el partido que consiguió un mayor número de diputados (69) en las elecciones del pasado octubre; además, tendrá 18 senadores y siete gobernadores. Su respaldo era fundamental para que Lula pudiera tener una mayoría en el Congreso más amplia que en su mandato anterior, cuando el PMDB dividió sus apoyos entre el Gobierno y la oposición.

La entrada de todo el partido, decidida por unanimidad, en el nuevo Gobierno supone la primera gran victoria política de Lula en su segundo mandato y se considera casi como un milagro político, ya que la historia del PMDB está marcada por sus divisiones internas.

En las últimas elecciones, una parte votó a Lula y otra —con el presidente del partido, Michel Temer, a la cabeza— estuvo a favor de su rival, el socialdemócrata Geraldo Alckmin. Por esa razón, el diputado Geddel Viera Lima comentó ayer, con cierta ironía: “El resultado de la votación demuestra que estamos construyendo la unidad y la paz. Para ser un partido que ya vivió momentos de guerra civil en su interior, creo que merecemos el Nobel de la Paz”.

Por su parte, Temer, acusado repetidamente de estar sólo interesado en ocupar cargos políticos, quiso subrayar ayer que el PMDB ha decidido conceder su apoyo a un programa de Gobierno y ser fiel a sus compromisos, pero no a enzarzarse en “una disputa de cargos”.

Mientras tanto, Lula tendrá que hacer filigranas a la hora de decidir la presidencia del Congreso. Se trata de un cargo de enorme importancia en Brasil: en caso de fallecimiento o renuncia del presidente, quien asume el cargo es el vicepresidente, primero; el del Congreso le sigue en la sucesión, en caso de que el anterior no pueda hacerlo. Y el actual vicepresidente, José Alencar, acaba de ser operado de un cáncer maligno.

Por tradicion, la presidencia de esta Cámara corresponde al partido con mayor número de diputados; es decir, en este caso, al PMDB. Pero el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Lula, que ya va a tener que renunciar a muchos cargos y ministerios para dar paso a los demás partidos de la coalición, reivindica el puesto.

Pero sucede que, mientras que antes de que Lula llegara a la presidencia se decía que no podía existir el PT sin Lula ni Lula sin el PT, ahora sólo la primera afirmación sigue siendo válida. Porque Lula sí que puede existir ya sin el PT. Cada día más.

De hecho, algunas analistas hablan abiertamente del lulismo, una especie de nueva formación política aún sin partido. La prueba está en que, en las recientes elecciones en las que se elegía presidente, gobernadores y legisladores, Lula obtuvo el 61% de los votos y su partido, el 17%.