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La familia del testigo desaparecido protesta ante Kirchner por los ataques de Bonafini

La presidenta de Madres de Plaza de Mayo vinculó a López con la policía de la dictadura

Más de dos semanas después de la desaparición de Jorge Julio López, testigo clave en el proceso al ex comisario de la última dictadura militar de Argentina (1976-1983) Miguel Etchecolatz , su familia fue recibida el martes por primera vez por el presidente del país, Néstor Kirchner.

La mujer del desaparecido, Irene, y sus hijos, Rubén y Gustavo, pidieron una audiencia con el mandatario para manifestar su preocupación por declaraciones de la presidenta de la asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, que vinculó a su esposo y padre con la policía de la dictadura.

Rubén López confía en que su padre esté vivo, pero teme que se encuentre en un estado de conmoción después de declarar recientemente ante la justicia sobre las torturas que sufrió a manos del ex director de Investigaciones de la policía bonaerense Miguel Etchecolatz, sentenciado a cadena perpetua.

La semana pasada, después de visitar a Kirchner por la desaparición de López, Bonafini declaró a la prensa que el albañil, de 77 años, "no es un típico desaparecido" porque, según ella, no había sido un militante en los setenta; puso en duda el comportamiento que tuvo durante su detención, entre 1976 y 1979, y además le acusó de vivir "en un barrio de policías y su hermano es policía". Al mismo tiempo, interpretó que "le quieren tirar un muerto a Kirchner".

Las declaraciones de Bonafini merecieron el inmediato repudio de las demás organizaciones de derechos humanos y de partidos políticos opositores, como el de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto: "Eso de disminuir el mérito de una víctima no es correcto. Lo paso por alto. Hay que buscar a esta persona denodadamente y no echar sombras".

Uno de los hijos de Julio López, Gustavo, declaró a EL PAÍS que "está diciéndose más de una pavada sobre mi padre". El desaparecido era militante peronista y fue secuestrado en 1976 por la dictadura bajo la sospecha de que pertenecía a los Montoneros, el brazo armado de izquierdas del peronismo.

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Los López no sólo visitaron a Kirchner sino también al gobernador de la provincia de Buenos Aires —donde residía el desaparecido—, Felipe Solá.

Irene López y sus hijos mostraron a Solá su irritación porque el gobernador había ordenado a la policía bonaerense que investigue a una persona cercana a la familia. "Sienten que ahora los investigan a ellos, en vez de ayudarlos", dijo un testigo del encuentro al periódico La Nación.

Rubén López, el otro hijo del desaparecido, declaró ayer a Radio Continental que la familia, en contraposición a las hipótesis temidas por el Gobierno y las organizaciones de derechos humanos, confía en que su padre esté vivo: "No tenemos ningún dato, pero sentimos que está bien. Eso es lo que mantiene a la familia unida y esperanzada en que pronto esté acá, o por sus propios medios o porque alguien lo encuentre y lo traiga". Rubén espera que "alguien lo esté cuidando".

En un clima político enrarecido por las amenazas de muerte a jueces y fiscales que investigan a represores, dirigentes sociales y periodistas, Carlotto denunció ayer que también ha recibido una llamada intimidante. Además, se ha difundido una reciente carta del último presidente de la dictadura, Reynaldo Bignone, dirigida a un movimiento de jóvenes de derecha que reivindican el papel de los militares en los setenta y denostan el de los guerrilleros de izquierda. "Terminen lo que nosotros no supimos ni pudimos terminar", escribió Bignone.

Un hombre lleva un cartel con la cara de Julio López durante una manifestación en Buenos Aires
Un hombre lleva un cartel con la cara de Julio López durante una manifestación en Buenos Aires

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