Morales abre la Asamblea Constituyente boliviana con una llamada al consenso
El cónclave tiene un año para presentar a la nación una nueva Carta Magna
La atención de los bolivianos se centró ayer en la inauguración de la Asamblea Constituyente, que esperan que dé lugar a profundos cambios en la estructura de la nación, una de las más pobres de la región. "Ha llegado el Jacha Uru, el gran día" anunció el presidente, Evo Morales, quien llamó al consenso durante la inauguración de la asamblea en Sucre, la capital boliviana, a unos 600 kilómetros al sur de La Paz, sede del Gobierno.
En la filosofía de los pueblos andinos se menciona el Jacha Uru como el día que marca el principio del retorno al control de su propio destino y territorios.
"Estamos ante la refun-dación de Bolivia y estamos obligados a entendernos", dijo Morales, al exhortar a los 255 constituyentes a buscar acuerdos por consenso, "que no es autoritarismo ni absolutismo", sino la forma más equitativa de velar por los intereses de la mayoría.
El presidente boliviano aludió a las costumbres de las comunidades aymaras, que asumen decisiones por consenso y expresó su deseo de que los comuneros miembros de la Asamblea logren trasladar esos hábitos a ésta.
Aunque subrayó la importancia de encontrar soluciones conjuntas a los problemas económicos y sociales de las grandes mayorías que vivieron en la discriminación, Morales advirtió que en el seno de la Asamblea Constituyente surgirán "sectores que intentarán impedir que se refunde Bolivia, querrán desprestigiar a los constituyentes", ante lo cuál llamó a la unidad férrea de los movimientos sociales para contrarrestar las presuntas acciones de quienes han sido desplazados en el poder político.
"La Asamblea Constituyente no es para someter a nadie. Los pueblos originarios no someten a nadie, aunque fueron largamente sometidos; no discriminan, aunque fueron discriminados, jamás han explotado, a pesar de que fuimos explotados", aseguró Morales. Concluyó expresando su convicción de que los asambleístas se conviertan "en instrumentos de la revolución democrática y cultural, de las profundas transformaciones y sean una luz para otros pueblos hermanos que luchan por cambiar su historia".
El presidente boliviano fue precedido por el vicepresidente, Álvaro García Linera, que destacó los retos de la Asamblea Constituyente para establecer las bases de una nación justa y equitativa, digna y soberana ante la comunidad internacional.
Los principales retos, según García Linera, son superar la desigualdad que ha existido en los últimos 181 años de vida republicana, cambiar las estructuras injustas de la economía y acabar con el centralismo, que ha impedido una distribución equitativa de los recursos.
El desafío es lograr "que todos los bolivianos valgan lo mismo" y que Bolivia "recupere la propiedad de todos sus recursos naturales, los industrialice para dejar de ser mendigos", señaló García Linera, ex profesor universitario, que advirtió también que, si bien se necesita la descentralización, ello no significa que se quiera dividir "la casa común de Bolivia". El vicepresidente llamó a los asambleístas a trabajar para lograr consensos, "pero con argumentos y no con chantajes", en la construcción de un Estado equitativo y participativo.
La presidenta de la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte, cerró la sesión con un discurso en el que destacó la crónica discriminación de la mujer en la familia, en los sindicatos, en el trabajo y en la política. Sin embargo, destacó su nombramiento en ese alto cargo como una señal de los cambios que están llegando al país.
"Mi vida es una amargura, como la de muchas mujeres bolivianas. Yo no he estudiado, porque mi padre me dijo que tenía que dar primero la oportunidad a mis hermanos varones y, de las primeras sesiones sindicales, los compañeros me pedían que me vaya afuerita nomás", relató Lazarte, convertida después en dirigente de las mujeres cocaleras y ahora de los colonizadores campesinos de Santa Cruz.
La Asamblea reanudará sus sesiones a partir de la segunda quincena de agosto y sus miembros tienen el plazo de un año para presentar a la nación una nueva Carta Magna que llene las principales aspiraciones de los bolivianos. Los asambleístas fueron saludados por miles de indigenas, que desfilaron durante casi dos horas por Sucre.
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