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Elke Weber, psicóloga: “Perder algo nos duele el doble de lo que nos satisface ganarlo”

La primera psicóloga en unirse al IPCC, dice que cuando la angustia climática se eclipsa con otros asuntos, como ahora Gaza, puede dañar aún más la salud mental

Elke Weber
Elke Weber en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey (EE UU), este 30 de mayo.Pascal Perich
Macarena Vidal Liy

Si fuésemos seres absolutamente racionales y decidiéramos mediante el cálculo de beneficios, la lucha contra el cambio climático sería más fácil. Quizá incluso la hubiésemos ya solucionado: no cabe duda de que combatirlo es bueno para nosotros. Elke Weber (Gelsenkirchen, Alemania, 1957), entonces, investigaría otra cosa. Pero no somos Homo economicus, sino Homo sapiens; nuestras decisiones se guían también por emociones. Weber estudia desde hace cuatro décadas cómo reaccionamos en torno a este problema global y cómo aplicar lo que ocurre en nuestras mentes en la lucha contra lo que describe como “una tormenta perfecta”. Weber, catedrática de Psicología y Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton, ha ganado el Premio Fronteras del Conocimiento en Humanidades y Ciencias Sociales de la Fundación BBVA. Ha descubierto, entre otras cosas, que el cambio climático se percibe más distante y suscita menos alarma que otros fenómenos extremos de efecto más inmediato, como los huracanes, y es improbable que se adopten acciones en ausencia de presión. Es la primera psicóloga en incorporarse al Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).

Terminado ya el curso académico, nos recibe en su despacho repleto de libros en el Centro Andlinger de Princeton. Es un día luminoso y fresco, en el que el cambio climático casi parece algo distante. Pero el propio edificio, con un jardín nativo sobre el tejado, lleva a pensar en el tema. Weber, menuda y con una sonrisa permanente, rompe a hablar con pasión muy poco germánica.

Pregunta. Usted empezó estudiando los mecanismos de decisión económica a largo plazo y siguió estudiando los relacionados con el calentamiento global. ¿Cómo decidimos los seres humanos?

Respuesta. Los economistas antes decían que debíamos tomar decisiones de manera racional, teniendo en cuenta toda la información y proyectando las consecuencias futuras. Pero no siempre tomamos decisiones racionales. A veces sí, y es un gran logro en términos evolutivos. Hemos desarrollado el córtex prefrontal para ello. Pero tomamos decisiones a partir de la experiencia personal, probando. Si nos equivocamos, generamos una emoción negativa. Si acertamos, una positiva. Y hay un tercer modo de decidir: según reglas morales, culturales, operativas… Incorporan la experiencia colectiva y evitan la maximización utilitaria egoísta.

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P. ¿Puede la psicología ayudar a que la gente actúe contra el cambio climático?

R. La psicología examina qué emociones son mejores para catalizar un cambio de comportamiento. Sabemos que perder algo nos duele el doble de lo que nos satisface ganarlo. Las emociones negativas —el miedo, la culpa— son un motor poderoso. Funcionan cuando basta con hacer algo simple para remediar un problema; queremos salir de ese estado de ánimo negativo, hacemos algo para resolverlo. Es el caso del cáncer: hace que vayas al médico, te hagas pruebas y así sabes si estás enfermo o no. Pero, una vez sales de dudas, dejas de preocuparte. Es lo que llamamos el “sesgo de la acción única”. Con el cambio climático no es cuestión de una sola cosa: te compras un vehículo eléctrico, genial; pero también tienes que votar al candidato adecuado y hacer mucho más. Las emociones negativas no van a ser efectivas; tendemos a hacer algo, sentimos que hemos aportado nuestro grano de arena y olvidamos lo que falta por hacer. En este tipo de casos, las emociones positivas son más eficaces: en lugar de incidir en la culpa, haz que la gente se sienta orgullosa de ser parte de la solución. Ayúdales a construir una identidad personal como la de alguien que se preocupa por el medio ambiente. Empiezas por algo pequeño, pero un año después miras atrás y dices: ¡parece que soy un defensor del medio ambiente! Eso motiva y empodera. Pero a menudo lo que comunicamos es que teníamos que haber hecho algo el año pasado y no lo hicimos, y ahora las cosas están peor. Cunde la idea de que hemos perdido la oportunidad. No se comunica bien.

P. ¿Qué pueden hacer los medios, o la comunidad científica, por informar mejor?

R. Hay un déficit de información. Algunos creen que se trata solo de acción política, tratados internacionales, subsidios, política industrial. Necesitamos todo eso, además de acción en las empresas e individual. Comunicar que todos tenemos un papel importante que cumplir, pedir que se rindan cuentas, en lo público y en lo privado. E insistir en que luchar contra el cambio climático es posible tecnológicamente además de financieramente, no va a dejar al país en quiebra. Va a desarrollar nuevas industrias, que nos van a costar, pero no hacer nada lo hará mucho más. Solo necesitamos voluntad política.

P. La psicología de los gobiernos, ¿no es como la de las personas, cortoplacista? Un Gobierno puede decidir que esta lucha no le sale rentable en las urnas.

R. Aquí nos topamos con otro sesgo, el de “las cosas tal y como están”. Si decidiésemos racionalmente, al abaratarse el coste de los vehículos eléctricos nos lanzaríamos a por ellos. Pero nos aferramos a la tecnología antigua por una cuestión de infraestructura. ¿Dónde cargo el coche eléctrico? También lo nuevo puede representar un riesgo. Pero una vez vemos que es bueno, nos acostumbramos: pasó con la prohibición de fumar en público, tan criticada en los comienzos. Y eso es un mensaje importante para los políticos: no temas el cambio. Si tu análisis dice que mejora el bienestar público, y la gente va a ver los beneficios una vez la medida esté en marcha, introdúcela. El sentimiento público es maleable, y evoluciona.

P. Ahora que la inteligencia artificial es una realidad, que circula tanto contenido falso o discutible, ¿estamos en mayor riesgo de manipulación psicológica?

R. Hay un área de la psicología, la arquitectura de las decisiones, que estudia cómo podemos provocar un comportamiento o manipular decisiones por la manera en que presentas las cosas. En igualdad de condiciones, la primera opción que te ofrecen cuenta con ventaja.

P. Parecemos realmente vulnerables.

R. Sí, pero somos flexibles. Y resistentes.

P. La covid sigue ahí, vivimos dos guerras, una lucha por la democracia… ¿corremos el riesgo de que la acción contra el calentamiento pierda fuelle ante otros asuntos?

R. El “sesgo de la acción única”. Sí, sin duda. Hay una tendencia natural a distraer la atención de las cuestiones climáticas cuando surgen otros problemas, pero también hay campañas muy medidas, procedentes del sector petrolero, que intentan hacernos olvidar. Todo para que algunos se hagan todavía más ricos antes de que todo se vaya al garete.

P. Hemos visto en las universidades protestas a favor de Gaza. Los jóvenes son un segmento preocupado por el clima. ¿Ha detectado un cambio de prioridades?

R. En cierto grado, sí. Pero que un asunto esté más verbalizado no significa que la preocupación por el cambio climático desaparezca. Si acaso, puede estar más oculta y estar causando más daño en la salud mental, al no estar siendo verbalizada.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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