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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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El hombre que quitó 56.000 millones a Elon Musk

Un pequeño accionista denuncia al ejecutivo de Tesla. Cada vez más economistas piden reducir incentivos a los CEO y gravar las herencias desproporcionadas

Ideas 04/02/24 web
Nicolás Aznárez
Soledad Gallego-Díaz

Hace años, un gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, reunió a altos ejecutivos de compañías de seguros y les echó una bronca formidable por no prestar atención a los riesgos que acarrearía rápidamente a sus negocios el cambio climático. Deberían pagar las consecuencias de su peculio, sugirió. Carney, que es actualmente enviado especial de Naciones Unidas para Acción Climática y Finanzas, es un personaje peculiar, pero el mundo de las finanzas y la economía está lleno de personajes parecidos.

Hace pocos años, por ejemplo, otro economista, que fue asimismo alto ejecutivo del Banco de Inglaterra, Charles Goodhart, propuso un cambio radical en el marco regulatorio de las entidades bancarias. Nada de multar a las entidades por sus comportamientos irregulares. Los bancos no hacen nada, lo hacen las personas. Así que hay que hacer responsables directamente a los altos ejecutivos. “Si el director ejecutivo de un banco supiera que la fortuna de su propia familia seguiría en riesgo durante toda su vida posterior por cualquier falla en el comportamiento de un empleado durante su periodo en el cargo, contribuiría más a mejorar la cultura bancaria que cualquier conjunto de sermones y juramentos requeridos”, aseguró.

Hay también muchos premiados economistas que están muy de acuerdo en que hay que imponer altos impuestos en las herencias desproporcionadas. No se trata de que unos padres no puedan dejar dos pisos, o unos ahorros limitados, a sus hijos. Se trata de que, a cuenta de ese deseo, se han dejado de gravar fuertemente herencias que han alcanzado volúmenes exagerados. No hay nada que justifique que las nuevas generaciones no arranquen de un nivel más parecido, coinciden.

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En general, esos economistas están de acuerdo en que los sistemas tributarios se basan fundamentalmente en la noción de que los ricos aceptan los impuestos a cambio de que se garantice el derecho a la propiedad.

Parece un acuerdo razonable, pero el trato puede quedar en peligro si se produce una desigualdad muy exagerada.

Igual de cuento chino es defender que los altos ejecutivos se merecen incentivos excepcionales porque si no se les paga con esas cantidades se irán a trabajar a Abu Dabi. Un viejo consejero de un banco inglés lo resumió muy bien: “Nuestro CEO no se irá a ninguna parte porque no es un futbolista y le gusta mucho ir al club a tomar tragos con sus amigos, pasear al perro por las arboladas y húmedas calles de su barrio y pasar los fines de semana en la casa de campo de sus amigos”.

Hoy día, dice el Economic Policy Institute, no es raro que un CEO de una gran empresa o banco gane entre 30 y 40 millones de dólares al año, algo que no tiene nada que ver con su rendimiento y sí mucho con sus relaciones con los consejeros. El resultado es un incremento brutal de la desigualdad. Más todavía cuando se producen cosas tan absurdas como la decisión de Tesla de pagar 56.000 millones de dólares a Elon Musk. Un pequeño accionista (nueve acciones) no tragó y demandó al Tesla “por enriquecimiento excesivo e injustificado” de su CEO.

Resulta que esta semana una jueza de Delaware (que no es cualquier sitio, sino que funciona en Estados Unidos como una especie de paraíso fiscal interno, con más de 200.000 empresas domiciliadas, y que tiene unos jueces superespecializados) ha decidido que el pequeño inversor tiene mucha razón y que esos 56.000 millones de dólares de incentivo son un disparate.

El pequeño accionista protestón se llama Rich Tornetta y como muchos pequeños héroes se trata de alguien testarudo. El señor Tornetta tiene además una curiosa historia, porque hace años tocaba la batería en un grupo de heavy metal, mejor dicho, de un grupo de trash metal, él no va más de lo duro. No debió tener mucho éxito porque no consta que grabara más que un disco, allá en 2008. De todas formas, si quieren verle en acción basta con visitar The Pit, “tu hogar para noticias, opiniones y cultura del heavy metal”. El señor Tornetta podría iniciar un nuevo espectáculo titulado: “El hombre que le quitó 56.000 millones de dólares a Musk”.

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