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ENSAYOS DE PERSUASIÓN
Columna
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Chile: 50 años del golpe que mezcló la dictadura con el liberalismo económico extremo

El régimen de Pinochet aplicó recetas de ‘los Chicago Boys’ que no se atrevieron a implementar en Estados Unidos

Augusto Pinochet
El dictador Augusto Pinochet (cuarto por la derecha), en una imagen de 1981.Will & Deni McIntyre (Getty Images)
Joaquín Estefanía

La presencia del ultraliberal Javier Milei en la final de las elecciones presidenciales argentinas reactiva una cuestión que lleva medio siglo vigente: si son posibles grados extremos de liberalismo económico (capitalismo crudo o capitalismo sin gaseosa, como lo acaba de denominar Antonio Muñoz Molina) dentro de un marco democrático, o solo en países con férreas dictaduras que sofocan los derechos sociales, o aplican la trituradora de disidentes, como ocurrió tras el golpe de Estado contra Salvador Allende, del que mañana se cumplen 50 años.

Las tesis monetaristas de la Escuela de Chicago han tenido en la historia una de sus versiones más ortodoxas en el Chile de Pinochet (1973-1990), mucho más que en los centros en las que fueron teorizadas. Lo que no se atrevieron a hacer en EEUU lo experimentaron en la periferia. En aquel Chile se produjo un extraño maridaje entre los ultraliberales económicos y los militares fascistas que aplicaron la Operación Condor para exterminar físicamente a sus oponentes. El modelo económico chileno de los Chicago Boys fue considerado mucho tiempo como el más puro del mundo dentro del ultraliberalismo. Hasta tal punto que su máximo gurú, Milton Friedman, llegó a sentirse alarmado por esa imbricación entre liberalismo económico y dictadura. En una entrevista que le hizo Mario Vargas Llosa contestó cuando este último le preguntó si tenía alguna duda moral al observar que sus teorías eran aplicadas generalmente en países con gobiernos autoritarios (también en la Argentina de Videla y Martínez de Hoz): “No”, respondió Friedman, “no me gustan los gobiernos militares, pero busco el mal menor”. Según Friedman, su neoliberalismo era peligroso al imponerlo bajo condiciones militares, “ya que es perfectamente posible aplicarlo bajo un régimen civil democrático”.

Años cincuenta del siglo pasado: la Universidad Católica de Chile establece un convenio con la Escuela de Chicago. Un grupo de jóvenes científicos sociales chilenos fueron a estudiar economía con Milton Friedman. Es la primera generación de Chicago Boys. Luego volvieron y enseñaron el friedmanismo en la Facultad de Económicas de esa universidad, en Santiago. Cuando la Unidad Popular se hace con el gobierno en el año 1970 a través de los votos, unos se fueron y otros se quedaron en el interior de Chile. Allí elaboraron un modelo económico para el país, que mostraron en medios castrenses. Cuando los espadones dan el golpe de Estado y derrocan por la fuerza a Allende, Pinochet los llama para que se hagan cargo de la economía del país. Así aparecen “los Sergios” (Sergio de Castro, Sergio de la Cuadra), Rolf Lüders, Álvaro Bardón, Hernán Büchi, André Sanfuentes,… En el lenguaje del cuerpo es muy peculiar esa combinación de militares agorilados y yuppies económicos, que se reparten la dirección del país.

Declara Friedman en 1976, y es verdad: “¡Yo no he estado dirigiendo la política económica de Chile! Llevo un año sintiéndome halagado o simplemente divertido por los poderes que se me atribuyen. Estuve en Chile seis días hace un año [todos los periódicos se ilustran con la fotografía del todavía no Premio Nobel de Economía con Pinochet] y sin embargo me tienen por el guía de la política económica de aquel gobierno”. Friedman vuelve a Chile en el año 1981 presidiendo una reunión de la sociedad Mont Pelerin, una especie de internacional del liberalismo económico fundada en 1947 por Hayek. Es recibido de nuevo por el general traidor que desde el principio trató de legitimar su régimen a través de la economía. Por el contrario, la Mont Pelerin tuvo la dignidad de no reunirse en España mientras Franco estuvo vivo.

Los modelos económico y político de los países del cono sur latinoamericano (Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay) son muy similares: una práctica liberal a ultranza en lo primero, privatizaciones y todo libre menos la cotización de la moneda respecto a las divisas extranjeras, que estaba reglamentada y prevista. Y prohibido opinar en alto, manifestarse, elegir los representantes al Parlamento o dar voz a las delegaciones sindicales que defendiesen a los asalariados. La ley del más fuerte.

Para una generación de ciudadanos es imposible olvidar la experiencia de Salvador Allende, y su tremendo final.

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