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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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Dieciséis meses, un cuarto de legislatura

El PSOE ha recuperado fuerzas, pero corre el riesgo de pensar que una lista de propuestas soluciona sus problemas

IDEAS 17-07-22
PATRICIA BOLINCHES
Soledad Gallego-Díaz

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, logró en el debate sobre el estado de la nación reconducir la agenda y, sobre todo, atajar cualquier impresión de que la legislatura está ya concluida. Falta más de un año para la convocatoria de elecciones (16 meses, algo más de un cuarto de legislatura) y hay tiempo para poner en marcha bastantes iniciativas legislativas. Sánchez y el Partido Socialista van a apostar no solo por relanzar la imagen de un Gobierno fuertemente reformador, sino por acentuar el relato de un Gobierno claramente de izquierda. La estrategia tiene una ventaja, reforzar la solidez de la coalición y eliminar la perjudicial impresión de inseguridad que ha dado en demasiadas ocasiones, y un inconveniente: aleja cualquier posible intención del PSOE de apelar a una mayoría absoluta.

La prueba de fuego llegará con las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo de 2023, ocasión en la que los socialistas esperan poder recuperarse del golpe que supusieron los comicios andaluces. Para el Partido Popular será también la ocasión no ya de revalidar un resultado semejante, muy improbable, pero sí de valorar el efecto que va teniendo su estrategia de rodear a Alberto Núñez Feijóo con un toque de moderación. En realidad, el dirigente popular ha salido beneficiado de su imposibilidad de participar en el debate del estado de la nación, algo que le hubiera exigido exponerse frente a la larga lista de iniciativas del presidente Sánchez. Si en lugar de la portavoz, Cuca Gamarra, hubiera sido el presidente del PP quien centrara todo su discurso en ETA, en vez de en la situación económica e internacional, el resultado podría haber sido demoledor para él.

El Partido Popular no ha buscado hasta ahora ninguna graduación del enfrentamiento, sino el choque más brutal posible, pero algunos dirigentes populares aseguran que, según se vaya acercando la fecha de las municipales, intentarán controlar los símbolos y demostraciones más claramente extremistas y, sobre todo, los que le aproximan a Vox por su carácter claramente “franquistas”. Está por ver que ese sector consiga “controlar” la estrategia propia de Isabel Díaz Ayuso. Por el momento, lo que más les preocupa es lo que ocurra en los próximos meses en la sanidad pública de la Comunidad de Madrid, muy deteriorada y sobre la que la presidenta ha anunciado una inquietante “gran reforma”.

Los socialistas han recuperado fuerzas, muy necesarias en las actuales circunstancias para poder movilizar a sus potenciales seguidores, pero corren el peligro de creer que con una lista de propuestas como la presentada por el presidente Sánchez ya han solucionado sus problemas. Su peor equivocación sería no creer que el PP puede ganar las elecciones con mensajes simples y eficaces como “política para adultos” o su capacidad para lanzar batallas “culturales” en las que los socios de la coalición entran una y otra vez como elementos necesarios de su propia estrategia electoral. La principal duda de los socialistas es si la bronca popular ayudará a movilizar a sus propios votantes en toda España, indignados por el acoso al que les somete el PP y por la agresividad de sus planteamientos, o si se producirá un cierto grado de abstención en las zonas más moderadas de su electorado. El dilema no es nuevo, sino que ha planeado sobre el PSOE en muchas ocasiones a lo largo de su historia.

La renuncia a la búsqueda de una mayoría absoluta por parte del PSOE (que, sin embargo, persigue el PP, apropiándose casi al 100% del voto de Ciudadanos e intentando rascar en el de Vox) necesita necesariamente que tenga un éxito razonable el proyecto de Yolanda Díaz. El movimiento Sumar que ha lanzado la vicepresidenta busca incorporar no solo a los seguidores y a la estructura de Unidas Podemos, sino a todo el movimiento que en un momento dado se identificó en Madrid con Manuela Carmena y en Barcelona con Ada Colau. Es un proyecto complicado, porque necesita tener pegada electoral y al mismo tiempo no hacer daño en el campo socialista. Las elecciones municipales seguirán siendo quizás escenario para Unidas Podemos, pero para asegurar que la coalición actual sobrevive a 2023 haría falta que Sumar ofrezca en noviembre suficiente innovación como para atraer a la tendencia política progresista que sigue existiendo fuera del PSOE.

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