José Ignacio Conde-Ruiz: “Hay que permitir compatibilizar el salario con la pensión”
El economista defiende la necesidad de flexibilizar el sistema para garantizar su sostenibilidad
José Ignacio Conde-Ruiz (Madrid, 1969) es tajante en su diagnóstico sobre el sistema de pensiones: no es sostenible y necesita cuanto antes una reforma. Subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), profesor de Economía de la Universidad Complutense de Madrid y profesor visitante en Esade, reconoce que hay que buscar fórmulas para retrasar la edad de jubilación ante el aumento de la esperanza de vida, pero defiende que la clave está en dar más flexibilidad al sistema.
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El también autor de ¿Qué será de mi pensión? (Ediciones Península, 2014) aboga por compatibilizar el trabajo con la pensión y adoptar un sistema de cuentas nocionales, como ya han hecho países con sistemas contributivos similares al español. “No tiene sentido pasar de la noche a la mañana de trabajar 40 horas a la semana a cero”, zanja.
Pregunta. ¿Hay que retrasar la edad de jubilación? ¿La legal o la real?
Respuesta. Para conseguir adaptar nuestro sistema de pensiones a la nueva longevidad y hacerlo sostenible hay que conseguir que la edad de jubilación se retrase al aumentar la esperanza de vida. Ahora la edad legal de jubilación tiene que ir aumentando hasta los 67 años en 2027, pero no aplica a todos los trabajadores, porque la reforma introdujo la posibilidad de jubilarse a los 65 y prejubilarse a los 63 si el trabajador tiene un historial laboral suficientemente largo. Entonces, ¿cuál es la edad legal ahora mismo? Por otro lado, hay personas que se jubilan anticipadamente de forma involuntaria, porque son expulsadas del mercado laboral, son despedidas… Hay que entender bien cómo las empresas gestionan a los trabajadores mayores, a lo mejor por ese lado hay cierto margen de maniobra.
Además, es muy probable que para aumentar significativamente la edad real o efectiva se tenga que aumentar la edad legal de jubilación. Pero hay que hacerlo de forma flexible, hay que permitir de forma gradual compatibilizar el salario con la pensión. No tiene sentido pasar de la noche a la mañana de trabajar 40 horas a la semana a cero.
P. ¿Cómo se puede hacer el sistema más flexible?
R. Todos los sistemas de pensiones diseñados en el siglo XX fijaron la edad legal de jubilación en los 65 años, pero no se sabe por qué. El primer sistema de Seguridad Social lo introdujo Bismarck, y se dice que eligió los 65 años para que no se presentaran ciertos competidores a las elecciones, pero hay controversia sobre esta historia. El caso es que nadie sabe contestar a esta pregunta. Te vas a la cama con 64 años y 364 días habiendo siempre trabajado ocho horas y al día siguiente ya no vales para trabajar. No tiene ninguna lógica.
Quizás habría que flexibilizar el sistema. Hay profesiones más físicas o de riesgo que deberían tener una edad limite de jubilación, pero para las demás, en la medida que el sistema no sufra hay que dar flexibilidad. ¿Por qué hay que obligar a todo el mundo a jubilarse a los 65 o 67? Los sistemas de cuentas nocionales permitirían hacerlo, son sistemas muy transparentes en los que el trabajador sabe todo lo que tiene cotizado y la pensión que le correspondería en función de cuando y como se jubile. Cuando le llega la carta de la Seguridad Social puede decidir cuándo jubilarse o si quiere compatibilizar el trabajo con la pensión. Alguien podría querer trabajar hasta los 71 años solo a media jornada o a un tercio. Hay quien critica estos sistemas porque dice que así se pierde solidaridad, y no es cierto. El nuevo sistema puede, y debe, mantener una pensión máxima y una mínima. Se trata de hacerlo todo más flexible, creo que es la clave del futuro para que el sistema sea sostenible.
P. ¿Es justo el sistema de pensiones?
R. Desde mi punto de vista el sistema actual genera situaciones muy injustas, pues a la hora de calcular la pensión no todas las cotizaciones cuentan por igual. Los trabajadores a los que les va mal al final de la etapa laboral —como ocurrió a muchos trabajadores mayores tras la Gran Recesión, a pesar de haber cotizado muchos años— sufrieron una gran merma. Esto es muy injusto. Creo que todas las cotizaciones deben contar por igual, porque a cualquiera le puede ir mal al final de su carrera. Algunos van a ganar y otros a perder y esto es injusto. Injusticia, por cierto, que también se corregiría con un sistema de cuentas nocionales.
P. ¿Debe ser solidario?
R. A pesar de que nuestro sistema de pensiones es contributivo es importante que tenga un cierto grado de solidaridad, o de redistribución intrageneracional, para poder garantizar una pensión mínima. En este sentido nuestro sistema lo es, con la existencia de pensiones máximas y mínimas, y creo que es una característica que se debe preservar. Pero manteniendo el carácter contributivo.
El mismo sistema contributivo o tipo bismarckiano de España lo hay en Francia, Italia y Alemania, donde el que más contribuye más percibe. Luego hay otros que son los asistenciales o tipo beveridge, como en el Reino Unido u Holanda, que no son contributivos, todo el mundo percibe más o menos la misma pensión y no gastan tanto en pensiones como en España. Destinan en torno al 6% o 7% del PIB, pero dedican más recursos a los fondos privados.
P. ¿Hay que pagar las pensiones solo con cotizaciones?
R. En los sistemas contributivos como el español es fundamental, si no ¿cómo se justifica que dos jubilados perciban distintas pensiones si no las están pagando con sus cotizaciones, sino con impuestos? En los sistemas de pensiones asistenciales, donde todos los trabajadores perciben la misma pensión, tiene más sentido financiarlos con impuestos generales.
Otra cosa sería una etapa de transición en la que hay que absorber a los baby boomers. No nos olvidemos que durante muchos años se ha financiado la sanidad con las cotizaciones que eran para las pensiones. Entonces quizás se podría justificar el uso de impuestos de forma transitoria, pero dejando claro que es inviable garantizar la sostenibilidad de las pensiones solo con ellos, el sistema necesita reformarse para ser sostenible. No olvidemos que la demografía nos está diciendo muchas cosas: ahora hay más de tres trabajadores potenciales para financiar una pensión, pero en 2050 habrá menos de dos.
P. ¿Cuánto tiempo tenemos para hacer la reforma de pensiones?
R. En mi opinión, los efectos de la covid-19 ha reducido el margen de maniobra porque vamos a tener unos años de déficit mayor, una nueva crisis, menos gente cotizando... Y hay que ver el impacto final que tendrá. Es importante entender que cuanto antes se introduzca la reforma mejor, pues los trabajadores tendrán más tiempo para adaptar sus decisiones al nuevo sistema.
P. ¿Las pensiones deben subir con el IPC?
R. Me parece clave que las pensiones mantengan el poder adquisitivo. Es muy difícil gestionar la etapa de la jubilación con una pensión menguante en el tiempo. Nadie sabe a qué edad va a fallecer y en este sentido una de las justificaciones de la existencia de las pensiones es que son una renta vitalicia. No tiene sentido un sistema que cuanto más sobrevives o mayor es tu longevidad, menor pensión te da.
Ahora bien, aunque no es eficiente, y claramente no es políticamente sostenible congelar las pensiones, creo que es irresponsable garantizar su poder adquisitivo sin garantizar al mismo tiempo la sostenibilidad de estas. Precisamente la necesidad de hacer reformas, que he mencionado anteriormente, es para hacer sostenible en el tiempo que las pensiones no pierdan poder adquisitivo.
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