Riqueza, juventud, desprecios y horas extra: brillo y miserias de los ‘youtubers’, los ídolos de los niños de hoy
Los chicos ya no quieren ser cantantes ni astronautas, sino ‘youtubers’. La revolución de estos jóvenes que no tienen jefes y administran su tiempo ha levantado tantas pasiones como críticas. Ya hay cursos y agencias de trabajo específicas para ellos pero muchos siguen creyendo que no es un trabajo de verdad
Patty Dragona (cuyo apellido real no es público) escribe cada mañana el guión del próximo vídeo que emitirá en su canal de YouTube, con casi seis millones de suscriptores. En realidad, cuenta, las ideas le van llegando en distintos momentos del día, y después las guioniza, graba, edita (“el trabajo que más cuesta”) y promociona a través de las redes sociales. Otra cosa son los directos, que a veces deben hacerse a horas intempestivas, consecuencia de que un gran porcentaje de sus seguidores provengan del otro lado del charco. Su caso es especial porque, en el ranking Top 50 de ‘youtubers’ españoles con más suscriptores, Patty es una de las dos únicas mujeres, junto con otra Patricia, la incansable Patry Jordán. “YouTube es una comunidad muy machista”, confiesa a ICON, y añade que a otros compañeros (varones) de éxito, con los que guarda relación, “los han apoyado siempre más que a mí”.
Desde que comenzó su canal en 2007 ha logrado imponerse en el mundo virtual a través de gameplays (grabaciones comentadas de sus propias partidas de videojuegos) creando contenido sin interrupción. Después fue transformando su estilo y apostó por vídeos de humor, en forma de retos, sketches o bromas, tales como ejecutar un susto con petardos o fingir haberse resbalado en la bañera, con sangre incluida. Estas grabaciones han conseguido más de 780 millones de visualizaciones. Puede que hace 13 años Patty se diese cuenta de que la temática del gaming es una de las que más seguidores atrae. En la actualidad, a ese género se dedican 25 de los youtubers mejor pagados del mundo, solo por delante del entretenimiento (con 72 creadores ‘estrella’). Otros tipos de canales que también triunfan en la plataforma son tutoriales, contenidos de humor, infantil, educación, música, tecnología y belleza.
A pesar de las dificultades, Patty Dragona logró hacerse un hueco entre los videogamers varones y en la actualidad agrupa más suscriptores que toda la población de Finlandia. Dedica unas cinco horas diarias a grabar, montar y publicar sus vídeos, tareas que, para esta joven que empezó en el mundo youtuber con 21 años recién cumplidos, forman parte de su profesión. Pero ¿realmente la plataforma aporta tanto dinero como para poder vivir de ello, incluso hacernos millonarios?
Niños millonarios, veinteañeros con lamborghinis
Algunos lo han conseguido, como el popular Ryan Kaji (27,3 millones de suscriptores), que, con solo ocho años y gracias a sus vídeos desembalando juguetes, ya atesora con sus visitas 26 millones de dólares anuales. O Anastasia Radzinskaya, la niña ruso-americana de seis años que ha seducido al mundo entero con su contenido infantil y hoy ya cuenta con seis canales propios en la plataforma. Nacida con parálisis cerebral, sus padres empezaron a publicar vídeos para dar cuenta de sus progresos al hablar y ahora no solo se defiende ante las cámaras como una actriz experimentada, sino que ingresa más de 400.000 dólares al mes, ocupando el puesto número 3 de los youtubers con más beneficios económicos del mundo. Hay otros muchos, como David Dobrik, con 13 millones de seguidores y 24 años, que protagonizó imágenes tan sorprendentes como aparecer en público con un Lamborghini valorado en 219.000 dólares, regalo de una conocida marca deportiva.
En España también ha calado muy hondo, ejemplo de ello lo tenemos en el archiconocido youtuber El Rubius, que ocupa el número seis mundial en 2020. Con 38 millones de fieles suscriptores, este malagueño de 30 años (que en realidad se llama Rubén) podría llevar años embolsándose unos 204.400 dólares mensuales. El Rubius es, quizá, el referente español más claro de jóvenes que se han enriquecido a través de la plataforma y no solo es de los mejor pagados del mundo, sino que su fama ha crecido de forma meteórica: fue imagen de la campaña de publicidad de Fanta; ha aparecido junto a actores de Hollywood de la talla de Tessa Thompson; ha participado en promociones de películas como Men in Black: International o Cazafantasmas; publicó un libro (El libro troll, en 2014) que fue número uno en ventas en España durante ocho semanas; cuenta con su propio cómic (El Rubius: Virtual Hero) y ha sido incluso personaje de un videojuego.
¿Son Anastasia, Ryan y Rubén excepciones? Parece que sí, al menos en los tiempos que corren. Patty Dragona, por su parte, reconoce que en 2017 solía recibir “unos 20.000 euros al mes”. Pero eso era antes de que la plataforma estableciera criterios más estrictos a la hora de ganar dinero con los vídeos, como aumentar a 1.000 suscriptores y 4.000 horas de visualización anuales, la barrera mínima para entrar en su programa de socios. Quizá debido a ese cambio de normas, la youtuber apenas ingresa en la actualidad un millar de euros. ¿Y resulta rentable? “Configuro mi horario como quiero, no tengo que moverme de casa y soy mi propia jefa, pero como esto siga bajando, que bajará seguro, dejaré el canal y volveré a mi profesión anterior: tatuadora”, explica.
En esta red, que aglutina 2.000 millones de usuarios a nivel mundial y publica unas 500 horas de vídeo al minuto, se ofrece contenido de manera gratuita, aunque saturado de publicidad. Con tantos youtubers como tipos de personas, ha cambiado nuestra forma de consumir contenido, caracterizada por la urgencia por saltar continuamente de un vídeo a otro.
Al grano: las cifras
Con cada vez más usuarios creando contenido en la plataforma de Google, ya no basta con tener una comunidad amplia para obtener unos buenos ingresos, abonados (a cambio de la publicidad del canal) por el propio YouTube. Además, no es correlativo el número de suscriptores a la cantidad de ingresos: encontramos canales con menos seguidores, como el de la influencer Paula Gonu (1,57 millones), ganando unos 14.000 euros mensuales, según ella misma declaró en su canal.
Si hay algo en lo que coincide la mayoría es que los principales ingresos, en realidad, proceden de contratos con empresas externas. Actualmente, para ganar dinero con los anuncios que YouTube pone en tus vídeos, el canal tiene que contar con 4.000 horas de reproducción y, al menos, 1.000 suscriptores. Un youtuber con 2 millones de seguidores (cifra superior a los que reúne en el suyo el grupo musical La Oreja de Van Gogh, por ejemplo), que ofrezca una media de 2 o 3 vídeos semanales y más de 100.000 visitas en cada uno, podría percibir unos ingresos que oscilan entre los 1.000 y 3.000 euros. “Dependiendo del número de anunciantes que estén interesados en su temática, así como de la cantidad de anuncios que decida insertar en sus vídeos”, cuenta Marisa Oliver, directora de la agencia de influencers Hamelin Agency. “A partir de ahí, los youtubers suelen ser invitados a dar charlas, participar en mesas redondas o eventos y es habitual que las editoriales les ofrezcan escribir un libro porque saben que ellos van a hacer su propia promoción”, añade.
Uno de los youtubers más conocidos y polémicos del panorama español, Dalas Review, con 9,84 millones de suscriptores, reclama que “los youtubers deberíamos dejar de llamarnos como tal, pues la plataforma hace un trabajo nefasto y no trata bien a los creadores”. En declaraciones para ICON, lo define como “un monopolio absoluto con políticas abusivas. YouTube es como un jefe que jamás te habla, al que jamás has visto y que toma decisiones sin comunicarte absolutamente nada”. Pese a ello, reconoce que “hay gente haciendo mucho dinero” a través de esta red social.
Su percepción, sin embargo, es radicalmente opuesta a la de los hermanos que se han convertido en el éxito musical del momento entre los adolescentes: Adexe y Nau. Con 11,3 millones de seguidores y un estilo que combina reguetón y hip-hop, son un ejemplo claro de dos cantantes que se han valido de la plataforma para saltar a la fama. “Se lo debemos todo a YouTube; si no existiera, puede que no hubiéramos llegado hasta aquí”, reconocen ante ICON. Su éxito fue vertiginoso desde su primera versión, en 2015, de la canción Si tú no estás. Estos estudiantes canarios (Adexe cursa 4º de la ESO y Nauzet empezó en septiembre primero de Filosofía) se vieron de pronto de gira por varios países del mundo, firmando discos ante multitudes o siendo recibidos con fervor por miles de fans en lugares como México.
Se han convertido en grandes ídolos, exponentes de una nueva cultura digital y uno de los líderes de la revolución musical de su generación. La empresa Sony Corporation lo describe de esta manera: “El impacto que ha tenido la música de Adexe y Nau en YouTube es el más grande que ha conseguido un artista español en la historia”. Solo a través de la plataforma de vídeos, según informes, ingresan unos 30.000 euros mensuales de media, aunque es fácil suponer que la mayor parte procede de sus giras, conciertos y contratos con otras marcas.
Lo que está claro es que en España el éxito de la plataforma es arrasador desde hace años: a finales de 2015, 10 años después de su nacimiento, ya había en nuestro país más de 100 youtubers con más de un millón de suscriptores. Según datos oficiales de YouTube facilitados a Verne, El Rubius alcanzó 10 millones de suscriptores en un tiempo récord (para ponernos en contexto, Lady Gaga tenía la mitad), superando a cuentas como la del Barça, la del Real Madrid y a gran parte de los actores y actrices del panorama internacional.
En la actualidad, algunos de los youtubers más famosos son Vegetta777 (31,6 millones de seguidores), con sus vídeos sobre Minecraft; el videoblogger AuronPlay (26,2 millones), Las Ratitas (21,4 millones) de temática infantil, el canal de humor y juegos de El Churches (6,49 millones), el también clásico del mundo gaming TheGrefg (15,6 millones) o los peculiares vídeos satíricos, con un humor tirando a negro, del coruñés Wismichu (9,38 millones).
Todos ellos tienen algo en común, además de dedicarse a publicar vídeos en la plataforma de Google y de obtener unos ingresos considerablemente más altos que la media de personas de su edad: son muy jóvenes. Algunos incluso adolescentes. De hecho, muchos no han trabajado antes en ninguna otra cosa. Otros tantos, como la youtuber de moda Marta Díaz de 19 años, han confesado haber dejado a un lado sus estudios para dedicarse al canal. “Es un error”, afirma Patty Dragona. “Monetizar visitas en la plataforma es una práctica que cada vez va a resultar más difícil. Si no sabes hacer otra cosa ni te has preparado, ¿qué vas a poner en tu currículum cuando esto acabe y tengas que buscar trabajo, como todos?”, se pregunta.
Los niños ya no quieren ser cantantes ni astronautas, sino ‘youtubers’
Nadie sabe si este fenómeno está condenado a desaparecer, ni cuándo lo hará. Pero en la actualidad sigue siendo enormemente influyente, con cifras aún estratosféricas. Pese a que la competencia pisa fuerte (los gamers cada vez crean más comunidades en Twitch), ni Vimeo ni Dailymotion, ni siquiera Netflix lograron jamás ponerse al nivel de este gigante de los vídeos, la segunda web más visitada del mundo solo por detrás de Google, según Alexa. Pese a que es una red social también utilizada por veteranos (el 51% de la población mayor de 75 años visualiza sus vídeos), está sobre todo dirigida al sector juvenil. El 90% del grupo de edad entre 11 y 15 años consumen sus contenidos.
Su influencia es tal que en una reciente encuesta elaborada por el diario The Washington Post, que toma como muestra niños y niñas de entre 6 y 17 años, la mitad de ellos manifestaron su voluntad de querer ser youtubers de mayores. En otro sondeo de la firma de consultoría Harris Poll, esta vocación triplica a la de astronautas o incluso estrellas de la música. ¿Podemos decir que El Rubius ejerce mayor influencia para la Generación Z que la que Neil Armstrong tuvo en los niños de los setenta? Posiblemente sí. Se trata de audiencias muy jóvenes que han crecido rodeadas de pantallas, escuchando durante horas a este tipo de figuras públicas, viendo contenidos que no han sido previamente revisados por sus padres, debido a la dificultad de controlarlos. Esta realidad es fuente de preocupación y genera un acalorado debate entre la conveniencia de la autogestión de comunidades y la supervisión del contenido por parte de las propias plataformas. Los youtubers llevan años siendo claros referentes de la cultura juvenil, en ocasiones por encima de profesores o familiares. Aunque la masiva red social intenta poner restricciones, no resulta difícil para cualquier niño encontrar contenidos violentos o con alta carga sexual. “A día de hoy, YouTube desmonetiza tu vídeo –es decir, que el creador no cobra por él– en el momento que dices una palabrota, pero sí están monetizando videoclips muy sexuales. Hay un doble rasero muy fuerte”, se queja Dalas Review.
Este hecho ha contribuido a la demonización de la plataforma por parte de algunos grupos. ¿Es realmente tan peligrosa para los más pequeños como se piensa? “Tradicionalmente, la educación presuponía que los principales espacios de aprendizaje eran la escuela y la familia, pero ahora la situación contemporánea nos ha acercado a nuevas figuras de la sociedad que influyen en el desarrollo cercano, sobre todo de los más jóvenes”, explica para ICON el sociólogo especialista en educación de la Universidad de Chile, Víctor Orellana. Para él, YouTube, en concreto, proporciona asimismo ventajas educativas. “Es un espacio de búsqueda y de creación cultural global. Este cosmopolitismo acerca a los niños a muchas lenguas y acentos, lo que tiene un efecto positivo: se ha demostrado que las personas con acceso a diferentes lenguajes y registros desarrollan mayores facultades para relacionar diferentes cosas”.
Pero, a la vez, hay una advertencia: ”Este hecho conlleva una responsabilidad: es necesario tutelar, cada vez más, los contenidos que consumen niños y niñas y garantizar que son adecuados y edificantes para su desarrollo”. Un verdadero reto que la sociedad tiene por delante, pues ¿cómo es posible revisar tamaño volumen de contenido creado cada día y por tantas personas? La democratización en la creación de contenido, el hecho de que todo el mundo pueda subir, en segundos, un vídeo a su canal es precisamente lo más ventajoso y, al mismo tiempo, lo más peligroso del efecto YouTube.
Existe entre los adolescentes cierta voluntad de “hacerse ricos” en YouTube, aunque algunas voces avisan de que la fama es efímera o de que este fenómeno tan asolador acabará perdiendo influencia. “La universalidad de usos que tiene hace muy difícil que la plataforma decaiga”, explican desde la agencia Hamelin. “No creo que desaparezca próximamente. Forma parte de las nuevas tecnologías y es el nuevo entretenimiento”, opina Dalas Review, quien confiesa que, por su parte, planea dejarlo muy pronto para “montar un laboratorio que descubra la inmortalidad”.
Para ser un buen youtuber hace falta tener conocimientos sobre guionización, utilización de cámaras y equipos de iluminación, software de edición, imagen personal, dotes de comunicación oral, decoración de espacios y redes sociales, entre otras cosas. Marisa Oliver nos introduce en el día a día de su agencia de influencers: “En general, la mayoría de los youtubers no improvisan, suelen dedicar toda una mañana, incluso un día entero, a elaborar el guión para un vídeo. Si quieren incluir efectos de edición en las piezas, pueden invertir varios días en grabarlos y editarlos. Los vídeoblogs en los que el youtuber graba un día de su vida no tienen complejidad a nivel de preproducción, pero sí de edición, pues tienen que comprimir muchas horas de grabación en solo 15 minutos”. Desde este tipo de agencias dan soporte de representación a los creadores, especialmente ante el reto de implementar campañas publicitarias dentro de los vídeos, para que quede lo más natural posible y no moleste a los seguidores.
Aunque esté perdiendo influencia y sea más difícil de ganar dinero que hace una década, aún sigue siendo una ocupación en auge. Cada vez hay más negocios relacionados con el sector, ya existen agencias de trabajo específicas para youtubers y escuelas que ofrecen formación especializada para dedicarse a ello, como el curso de posgrado en Influencer Profesional que oferta IEBS School. ¿Pero es una profesión que se desearía para un hijo?
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