Llaves, coches, cubiertos: la historia tras el trabajo más extraño de Vetusta Morla
El grupo madrileño ha compuesto la música de la película ‘La hija’, pionera en España en el empleo de una mezcla de sonido multidimensional y envolvente. Considerado el siguiente paso evolutivo tras el mono y el estéreo, el formato ya está disponible en la plataforma Apple Music
“El lenguaje del estéreo ha funcionado durante años, pero esto es otra cosa. Es emocionante, porque la música te está rodeando y te está abrazando”. Juanma Latorre, guitarrista y teclista de Vetusta Morla, se muestra así de vehemente hablando de la nueva técnica que la banda madrileña ha tenido la oportunidad de explorar en su ya penúltimo trabajo —puesto que este noviembre prevé el lanzamiento de su próximo disco, Cable a tierra—, la banda sonora de la película La hija, del director Manuel Martín Cuenca. Se trata del audio espacial, concepto con el que se denomina al formato desarrollado por Apple Music y Dolby Atmos, con un sonido envolvente que supera las dos dimensiones habituales de las grabaciones mediante una sensación de direccionalidad, como si la música se desarrollase o se desplazase alrededor del oyente. “Una de las cosas que más me gusta es que te abre la puerta a componer de otra manera. Para nosotros, el siguiente reto es pensar una canción pop, en el amplio sentido del término, para esta tecnología”, cuenta Latorre a ICON en el estudio de grabación y mezcla Best Digital, en Boadilla del Monte (Madrid), tras reproducir ante los medios unos ejemplos de su trabajo.
El audio espacial ha permitido al grupo ir un paso más allá en la propuesta que les hizo Martín Cuenca: crear una banda sonora a partir de sonidos que estuvieran en la propia película. “Nos pareció una idea muy atractiva, y además nos permitió ser parte autoral del proyecto casi desde el principio”, dice a ICON el también guitarrista de la banda Guille Galván. Su canción Reina de las trincheras, por ejemplo, está integrada en el argumento como una nana que una madre canta a su bebé. En la música de La hija pueden encontrarse sonidos de agua, de llaves, de coches o incluso de los cubiertos que utilizan los personajes en las escenas en las que comen. “Nos encargamos de seleccionar una serie de instrumentos que cumpliesen una función percusiva, otros una función más de cuerda, y con todos ellos construir una orquesta virtual. Se trataba de encontrar la frecuencia exacta y el armónico exacto de cada sonido, que te diera la nota y, a partir de ahí, como si fuéramos lutieres electrónicos, ir consiguiendo que eso se reprodujera en un piano. Ha sido de lo más bonito y divertido, porque te hace ver que en todo hay música, incluso en los ruidos de las cosas”, desarrolla Galván.
“No nos interesaba hacer ese tipo de banda sonora que, de alguna forma, te manipula en el momento adecuado para que sientas emoción. Lo que queríamos era que, al estar viendo la película, de pronto se notara que había una música sin que se supiera cuándo había empezado. El formato del audio juega muy a favor, porque son elementos que están en la escena y, por tanto, tiene una ubicación. Con el audio espacial, los puedes situar de manera literal”, explica Juanma Latorre.
Vetusta Morla compuso la música de la película durante el confinamiento por la pandemia en 2020, con los miembros del grupo enviándose archivos y pistas desde sus casas. La llegada al estudio de Boadilla del Monte, donde hicieron las mezclas y probaron el nuevo formato, hizo que el grupo descubriera “sorpresas muy agradables” y otros elementos que “había que domar”, según reconoce Latorre. “Se distinguen muchas cosas que no se aprecian en el estéreo. Usamos unos panderos cuadrados de Salamanca, que tienen un cascabelito que en estéreo es imposible de percibir. Aquí se escucha perfectamente. ¡El ingeniero de sonido nos preguntó si habíamos sampleado un vaso!”.
“Hasta ahora, para generar sensación de espacio, se han usado trucos como las reverberaciones o los delays [efecto que consiste en la multiplicación y retraso de un sonido], aunque realmente tienen más que ver con la profundidad. Es la primera vez que el formato digital pone sobre la mesa un plus que no tiene el formato físico, que es la posibilidad de jugar con el eje de arriba y abajo”, reflexiona Guille Galván. El audio espacial ya ha sido incorporado a la plataforma Apple Music, compatible con Dolby, y puede escucharse con la última generación de auriculares específicos de la compañía, AirPods y Beats. La herramienta ha sido utilizada por artistas como Ariana Grande, J Balvin o The Weeknd. Vetusta Morla es el primer grupo español en dar este paso a través de su banda sonora.
La película La hija, que pudo verse en el pasado Festival de San Sebastián y que protagonizan Javier Gutiérrez y Patricia López Arnaiz, tiene programada como fecha de estreno el 26 de noviembre, mismo día en que sale el nuevo disco de Vetusta Morla, Cable a tierra (mezclado en formato estéreo, no espacial). “La tarde da para comprar el disco e ir también al cine”, bromea Latorre. La música de la película, por su parte, se puede escuchar en plataformas de streaming y también en vinilo desde el pasado septiembre.
Al asalto de las pantallas
La colaboración de Vetusta Morla con el director Manuel Martín Cuenca no es la única de la temporada dentro del panorama rock: también la banda sevillana Derby Motoreta’s Burrito Kachimba ha compuesto la música original de la recientemente estrenada Las leyes de la frontera, de Daniel Monzón. “Hay un factor diferencial de estilo, porque un grupo se va a salir del entorno sinfónico, casi filarmónico, que suelen tener las bandas sonoras”, opina el guitarrista y teclista de Vetusta Morla, Juanma Latorre, que reivindica el papel que estas formaciones pueden tener en el cine, el de “ser punta de lanza y vanguardia en el uso de otros sonidos”. El propio Martín Cuenca, de hecho, rara vez trabaja con compositores convencionales de películas. En Caníbal (2013) recurrió únicamente a música de procesiones de Semana Santa. En su anterior título, El autor (2017), el encargo de componer la banda sonora recayó en José Luis Perales. Y para La flaqueza del bolchevique (2003) se sirvió de canciones de Extremoduro.
Para el grupo madrileño, que afirma haber recibido antes varias ofertas de este tipo, la de La hija tampoco ha sido su primera experiencia en el terreno de las bandas sonoras: en 2013 pusieron música al videojuego indie Los ríos de Alice, de Delirium Studios. No obstante, Guille Galván explica que el proceso, en aquel caso, fue “muy diferente”. “El criterio para el videojuego era construir pasajes que, en un momento dado, pudieran tener una duración infinita si el jugador era torpe o no se pasaba la pantalla muy rápido. Se trataba de generar loops o ráfagas, con una premisa basada en nuestras propias canciones, mediante versioncitas o reconstrucciones de melodías a modo de guiño para los seguidores”, indica el guitarrista, que, sin embargo, otorga valor a aquella banda sonora como precedente, al tratarse de la primera vez que los miembros de Vetusta Morla producían y grababan su música, como han vuelto a hacer en esta ocasión.
Una versatilidad artística que la banda está teniendo que aplicarse, en el contexto actual, de diversas formas. Con las restricciones sanitarias relajándose poco a poco para la música en directo según cada comunidad, Vetusta Morla sigue ofreciendo conciertos durante el tránsito a la normalidad definitiva, que esperan consolidada para su actuación en el Wanda Metropolitano de Madrid, prevista para el verano de 2022. “En pandemia ha hecho falta tener cintura porque cada día era una aventura diferente. El otro día en Murcia, por ejemplo, fue con el público de pie. Vamos alternando, aunque en este tiempo hemos tratado de llevar el espectáculo de manera relativamente tranquila, recreándonos en pasajes un poco más de ensoñación y reservando cosas con más filo para otro momento”, explica Juanma Latorre. Sobre la posibilidad de trasladar también la experiencia del audio espacial al directo, con sonidos repartidos entre el público, el músico se muestra interesado, aunque cauto, por la complejidad técnica y de infraestructura que ello implicaría. “Esperamos que nos llegue el momento de probarlo. Querrá decir que nos va muy bien si podemos hacer algo de ese calibre, así que, por nosotros, que llegue”.
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