Las autoras de ‘Deforme semanal’: “A las mujeres, cuando nos salimos del tiesto y denunciamos nuestra posición, se nos castiga”
El programa que Lucía Lijtmaer e Isa Calderón presentan, en audio y en teatros, ha logrado convertirse no ya en fenómeno de internet sino en una cita esencial para entender los tiempos en los que vivimos
A estas alturas de 2021, se puede estar fenomenal y muerto de miedo a la vez. “Vamos a empezar a ver ahora en lo que hemos estado metidos el último año y medio. El shock postraumático”, predice Lucía Lijtmaer (Argentina, 44 años). A su lado, su amiga y compañera profesional, Isa Calderón (Madrid, 38 años), le completa la frase, cosa que ocurre con frecuencia: “Los que se fueron a gritar ‘Libertad, libertad’ a la Puerta del Sol, por ejemplo: shock postraumático de ‘no le encuentro sentido a la vida, y llega el fin del estado de alarma y ya lo encuentro”. Retoma Lucía: “Ahora no sé si quiero quedarme en mi casa o irme a una rave en Berlín tres días. No lo sé. A la vez estoy en un punto de la vida en el que empiezo a disfrutar sin sufrir de lo que hacemos, y me ha costado mucho dejar de sufrir. Es un momento de disfrute y de muchísima extrañeza. No sé qué va a pasar, pero asumo la incertidumbre”.
“Lo que hacemos”, en este caso, es Deforme semanal, el título que engloba los muchos trabajos de Lijtmaer y Calderón, dos de las agitadoras culturales más doctas y macarras del panorama reciente. Cada dos semanas, sacan un podcast donde ellas, forjadas en teatro, discuten de libros, cine, feminismo y sus vidas personales (“nos inventamos el 60% de las cosas que contamos de nuestras vidas”, matiza Caldéron, dedo índice en firme). Cada tanto tiempo, hacen lo mismo en teatros llenos por toda España (el siguiente, el 13 de junio en Teatro La Latina de Madrid). Y cada tres meses, una edición online ofrece un programa nuevo por cinco euros el visionado. En 2020 ya eran uno de los raros casos de mujeres que encuentran el éxito mediático pasados los 35, pero el confinamiento y el bum de escucha de podcasts que supuso, elevó su cóctel (en un mismo programa caben Vivian Gornick, Harrison Ford y Carrie Fisher, Marianne Faithfull y, casi siempre, Susan Sontag) a fenómeno de larga duración. “Poca gente había oído hablar de estas cosas hasta que nos hemos puesto a decirlas. Por eso nos cogen con tantas ganas”, razona la madrileña.
La historia, pues, ya no es tanto cómo han llegado hasta aquí, sino los retos que conlleva ser un fenómeno en vías de asentamiento. ¿El riesgo de la sobrexposición? “No creo que lleguemos a ese punto”, desoye Calderón. “Nos medimos mucho”, apostilla Lijtmaer. “No vamos a muchas cosas a las que nos llaman. Y no lo entienden”, remata Calderón. ¿Es porque la fama les ha pillado ya mayores? Lijtmaer: “La generación entre los 20 y 25 años ha vivido tan precarizada desde tan jóvenes que creen que si tienen un año bueno, deben hacerlo todo de golpe. El disco, el libro, el programa… Y llegan machacados al final de la experiencia, quemados: son una generación convencida de que no hay futuro. Nosotras no nos tomamos las cosas desde ese lugar”. Calderón: “A mí me han propuesto muchas veces escribir un libro. No me veo capaz ahora mismo y entonces estoy diciendo que no a todo. Creo que eso hay que tenerlo muy pensado”. Lijtmaer, que ya publicó Ofendiditos (Anagrama) en 2019, está probando ahora con la ficción.
Otra cuestión que ha salido recientemente: gente que plantea que un programa tan erudito solo puede llegar a burgueses y por tanto su muy marcada ideología de izquierda es masturbatoria. Lijtmaer: “Eso es una tontería”. Calderón recuerda que es de clase media: “¿Tú crees que a mí mi madre me ponía los libros de Sontag y Gornick en la mesa del desayuno cuando era pequeña? Mi madre no ha leído a Sontag en la vida. La cultura es una cosa que adquieres porque tienes inquietud. ¿Qué pasa, que si vienes de un barrio obrero tú no puedes ir a la biblioteca pública a por un libro?”. Lijtmaer: “El mundo editorial español sí proviene de raíces aristocráticas. Las lectoras no”. Pero su ideología de izquierdas las distingue en un mundo donde el conservadurismo logra hacer cada vez más ruido, ¿verdad? Calderón: “En Deforme damos por obvias cosas ―derechos humanos, planteamientos...―, que son cada vez menos obvias en la sociedad en general. Repetir siempre lo mismo nos cansa, es por eso que también lo llevamos al humor. Tanta ira y tanta rabia, tanta frustración, lo tenemos que plasmar con la mejor arma”. Más tarde, añade: “Tenemos oyentes del PP. El otro día me escribió una chica que me dijo: ‘hay muchas amigas mías que votamos a Ayuso y os escuchamos y a lo mejor deberíais no meteros con ella ni proclamar tanto que sois de izquierdas’. Bueno, hija”.
Otra consecuencia de decir lo que les apetece: hordas de hombres que las machacan en redes. Calderón: “A las mujeres, cuando nos salimos del tiesto y denunciamos nuestra posición en el mundo, se nos castiga”. Confirma Lijtmaer: “La mujer que habla es a la que se castiga. Nosotras hemos conseguido la tranquilidad, después de un tiempo, de ser lo suficientemente fuertes como para enfrentarnos a esa pesadilla”.
Más importante que crecer, dicen, es mantener la esencia. “Es sorpresivo el hecho de que el podcast funcione, hablando nosotras de lo que hablamos, pero creo que tiene que ver con que es una conversación”, dice Lijtmaer. Calderón: “Es íntimo, hay complicidad…”. Lijtmaer: “Nuestra relación es de verdad. Y eso es algo que más allá de que nos inventamos cosas, que eso es porque sí, pero…”. Lijtmaer: “Somos muy amigas”. Calderón: “Y eso traspasa”.
Realización: Fátima Monjas
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