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España sale del estado de alarma con euforia, dudas e inquietud

Los próximos 100 días marcarán el declive de la pandemia gracias a la vacuna, pero se abre también un escenario de incertidumbre jurídica y con riesgo de rebrotes

Celebración en la playa de la Barceloneta en la primera noche sin toque de queda. En vídeo, imágenes de este sábado por la noche en Madrid, Barcelona, Salamanca, Málaga y Sevilla.Vídeo: JUAN BARBOSA | EPV

España ya no está en estado de alarma. La peor crisis sanitaria, social y económica vivida en décadas —con un balance que se acerca a los 80.000 fallecidos— se adentra este domingo en una nueva desescalada que esta vez debe marcar el declive definitivo de la pandemia. El país necesita unos 100 días para empezar a recuperar los espacios vitales y sociales a los que el coronavirus le ha obligado a renunciar. Para la normalidad plena, auguran los expertos, aún falta bastante más: al menos un año.

En algún momento a mediados de agosto, España podrá echar cuentas y ver si el objetivo está más cerca. Las incidencias, aún muy elevadas, deberían estar por debajo de los 25 casos por 100.000 habitantes y la mortalidad haberse desplomado gracias a una campaña de vacunación que por entonces habrá protegido a cerca del 70% de la población. Pero, antes, el sistema político y judicial debe demostrar que es capaz de evitar el caos del pasado verano —que ahora amenaza con repetirse— cuando sean necesarias restricciones que afecten a derechos fundamentales, como el toque de queda y los confinamientos.

“La gente quiere volver a sus viejas rutinas. Yo mismo estoy con muchos nervios para volver a servir por las noches”, describe Carlos Domingo Morla, dueño de la hamburguesería Negronix, en el barcelonés barrio de Navas. El local, alejado de los focos turísticos de la capital catalana, había logrado aunar una clientela que mezclaba vecinos y extranjeros antes del abrupto confinamiento de marzo de 2020. “Aún recuerdo el día que todo se paró. Nada ha vuelto a ser lo mismo. Hemos seguido abriendo algunos mediodías, pero no hacemos ni el 5% de la caja de antes. Ahora es el momento de volver a ponerlo todo en marcha”, proclama Morla.

Carlos Domingo, propietario del bar Negronix de Barcelona, prepara su terraza.
Carlos Domingo, propietario del bar Negronix de Barcelona, prepara su terraza. Joan Sánchez

Por ahora, la situación epidemiológica sigue preocupando a los expertos. “Tenemos todavía demasiados casos”, lamenta Elena Vanessa Martínez, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Ya hace una semana que las curvas de nuevos positivos y hospitalizaciones consolidaron su tendencia a la baja, aunque ocho comunidades —entre ellas Madrid, Cataluña, País Vasco y Aragón— seguían este viernes por encima de los 200 casos por 100.000 habitantes.

“Hay mucha gente infectada capaz de transmitir el virus. El porcentaje de población vacunada aún es pequeño. En esta situación, me preocupa el mensaje de falsa seguridad que se transmite con el fin del estado de alarma y la retirada del toque de queda. Esto va a aumentar la movilidad y favorecer la circulación del virus. La población más vulnerable ya está protegida, pero el potencial problema de salud pública que supondría un rebrote es aún enorme”, añade Martínez.

Los hospitales ofrecen la cara más favorable de la evolución de la pandemia. “Ayer conseguimos cerrar una planta covid, lo cual es una excelente noticia”, celebraba el viernes José Miguel Cisneros, jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla). “Ya casi no vemos ingresos de personas de 80 o más años gracias a las vacunas. Y lo previsible es que vayan desapareciendo los de los nuevos grupos que ahora están siendo inmunizados”, añade.

La sanidad española ha administrado en la última semana casi tres millones de dosis de vacunas. Frente a las incertidumbres que abre el nuevo escenario, el sólido avance de la campaña de inmunización es para todos los especialistas la mejor noticia. “La escasez inicial de vacunas generó algunas dudas, pero cuando los viales han empezado a llegar, el sistema ha respondido muy bien y el rechazo entre la población está siendo mínimo”, defiende Amos García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV).

Más de 13 millones de españoles (casi el 30% de la población) han recibido al menos una dosis, y cerca de la mitad de ellos ya ha completado la pauta. Unas cifras que, si se tiene en cuenta el ritmo previsto de llegada de nuevas vacunas —más de 20 millones antes del 30 de junio, cinco de ellas monodosis de Janssen, y más de 60 millones antes del fin de verano—, despejan las dudas de que el Gobierno pueda cumplir su objetivo de haber inmunizado en agosto al 70% de la población.

“El miedo a los trombos y los problemas logísticos son los únicos obstáculos de relevancia con los que nos estamos topando”, detalla José Luis Alfonso, jefe de medicina preventiva en el Hospital General de Valencia. “Entre el 5% y el 10% de la población declina vacunarse con AstraZeneca y Janssen. No es un gran porcentaje, pero sí lo suficientemente relevante para tenerlo en cuenta”, añade.

“Los problemas logísticos son menores y los vamos solventando, pero dan mucho trabajo”, lamenta Alfonso. Como dato ilustrativo, utiliza el siguiente: “Casi la mitad de los teléfonos móviles de los pacientes que tiene la red pública están anticuados o no son correctos. Como la vía de comunicación más utilizada es el SMS, esto nos obliga a redoblar los esfuerzos para localizar y comunicarnos con las personas a vacunar”, relata.

El número de españoles que han pasado la infección por coronavirus se acerca a los 3,6 millones de personas, según el balance diario que ofrece el Ministerio de Sanidad. Esta cifra podría ascender en realidad hasta casi seis millones de personas, según los sucesivos estudios de seroprevalencia. En todo caso, y sumando a ellas todas las personas vacunadas, “más de la mitad de la población aún es susceptible de contraer el virus”.

“Es algo que no debemos olvidar, y la caída del estado de alarma puede extender la idea de que ya no hay riesgo”, critica Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS. “No nos engañemos. Seguiremos necesitando medidas para reducir el movimiento y la interacción social, pero a partir de ahora esto va a quedar primero a criterio de cada comunidad autónoma y luego se va a judicializar. Y esto no es una buena noticia porque entorpece los procesos de toma de decisión como ya estamos viendo”, lamenta.

El epidemiólogo Pedro Alonso, que dirige el Programa Mundial de Malaria de la OMS, echa en falta herramientas “como de las que se ha dotado Alemania”, que ha aprobado recientemente una ley federal que prevé un toque de queda nocturno y la limitación de reuniones sociales a partir de 200 casos por 100.000 habitantes a 14 días, y cierres comerciales a partir de 300.

El Gobierno del socialista Pedro Sánchez, en cambio, se ha resistido a adoptar una solución parecida y ha optado, mediante un real decreto-ley aprobado el pasado miércoles, por que sea el Tribunal Supremo el que, en caso de conflicto, decida mediante un procedimiento rápido qué derechos fundamentales pueden restringirse según la evolución epidemiológica. Una solución que ha sido criticada por los propios jueces del tribunal. En los últimos días, el choque de criterios en las decisiones de los tribunales superiores del País Vasco, Baleares y Comunidad Valenciana anticipa conflictos.

Ambiente en las calles de Santiago de Compostela en el último día del estado de alarma.
Ambiente en las calles de Santiago de Compostela en el último día del estado de alarma. Óscar Corral

Discotecas con las pistas de baile abiertas, restaurantes con los interiores repletos de comensales, fiestas al aire libre... Tras meses de restricciones y con mucho cansancio acumulado entre la población, lo que más temen los expertos es que se impulsen unas dinámicas sociales peligrosas que las comunidades, por falta de voluntad política o ausencia de herramientas adecuadas, no logren frenar.

“Es importante no repetir los errores que cometimos en las anteriores desescaladas”, afirma Rafael Cantón, jefe de servicio de microbiología del Hospital Ramón y Cajal (Madrid) en relación al fin del estado de alarma. “Si tú abres mucho las medidas, aumenta la interacción y la transmisión del virus. Eso es inevitable. Pero hay que ponerle coto de alguna forma. Es cierto que existe fatiga, pero es necesario encontrar las fórmulas que permitan mantener las medidas de distanciamiento y prevención hasta que logremos tener a prácticamente toda la población vacunada”, añade.

El contexto internacional es, además, incierto. “La vacunación ha reducido la mortalidad en Estados Unidos y la Unión Europea”, afirma Pedro Alonso. “Pero está siendo muy desigual. Nueve de cada 10 dosis se han administrado en los países ricos, que por ahora avanzan hacia un escenario de mayor tranquilidad que contrasta con el resto del mundo. Lo ocurrido en India es solo un aviso de que lo imprevisible siempre puede ocurrir y que no es descartable la aparición de nuevas variantes que nos devuelvan a la casilla de salida. Tengamos cuidado porque se había dicho que este virus mutaba poco y estamos viendo que esto no es del todo cierto”, concluye.

La pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia carencias importantes en la gobernanza del sistema sanitario español, así como en sus sistemas de información. Aún hoy sigue siendo imposible captar al día con cierta precisión la situación de la pandemia —casos, hospitalizaciones, fallecimientos...— pese a la avalancha de datos que el Ministerio de Sanidad y las comunidades publican cada día, muy a menudo aquejados de importantes retrasos de notificación u otros problemas como las duplicidades.

“Hemos avanzado muy poco en el último año a pesar de todo lo que se ha dicho”, lamenta un cargo sanitario en primera línea de lucha contra la pandemia, que pide el anonimato y se muestra muy crítico con el “inmovilismo que parece que se ha impuesto”. “Hace un año se habló mucho de la comisión de investigación necesaria para ver qué había fallado para prevenir la pandemia. Ahora parece que ya no hay ni ganas de analizarlo. Y es algo grave, porque los problemas de base que nos impidieron prevenir y reaccionar rápido en las primeras fases de la pandemia siguen siendo los mismos”, censura.

En el Negronix, las sillas metálicas de colores seguían apiladas este viernes mientras Morla ultimaba los preparativos para el estreno de la nueva terraza. No será la única novedad del local, que también ofrece cócteles y tapas con sabor caribeño. “Hemos cambiado muchas cosas de la carta. Después de todo lo que ha pasado, los clientes no pueden encontrar lo mismo cuando vengan. Cambiar, buscar y ofrecer cosas nuevas es la mejor forma de dejar atrás todo este tiempo tan horroroso por el que hemos pasado”, afirma.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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