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Entre el currículum, la bici y el ‘emoji’: así buscan trabajo la generación X, la milenial y los veinteañeros en plena pandemia

Por un lado están las historias de éxito de alguien que subió un vídeo a YouTube y ahora es rico. Por el otro, miles de ciclistas repartiendo comida por las ciudades. Por encima, un montón de adultos persiguiendo un nuevo lugar en el mundo laboral. Por debajo, un montón de adolescentes que creen que no habrá ni uno para ellos

Empleo
Del traje y el camino de puerta en puerta a la influencia digital: la forma de encontrar un trabajo ha cambiado, pero hay muchas tareas pendientes para hacer más humana y efectiva la búsqueda de empleo.Montaje: Blanca L (Getty Images)

Sheila Hernández Torres, comunicadora almeriense nacida en 1995 y con un máster en Conocimiento y Cultura, pertenece a los veteranos del grupo social que conocemos como generación Z o centennials, el último en incorporarse al mercado digital. Los más jóvenes de este conjunto cumplirán 11 años este 2021. Cuando Sheila envía correos para buscar trabajo, a menudo desde el móvil, no escatima en emoticonos para comunicarse con los responsables de recursos humanos, pero les trata de usted. Conoce LinkedIn, claro, pero la red social profesional por excelencia no le convence: “Aunque hay buenas ofertas, nunca conseguí ni una sola entrevista. Todo el mundo habla de los nativos digitales, pero nuestras competencias tecnológicas innatas no se valoran tanto en el mercado como el hecho de tener experiencia”.

Educación, emojis y el desencanto ante plataformas que un día se predijo que lo cambiarían todo. Bienvenidos a la búsqueda de trabajo en 2021.

Tras encontrarse con numerosos puestos mal pagados, algunos verdaderamente precarios, Sheila decidió montar por su cuenta una revista online dirigida a universitarios. Su generación es la de los primeros nativos digitales, conocidos también como la generación punto com, un grupo que, con un índice actual de desempleo en España del 40,5% (42,6% en mujeres y 38,7% en hombres), no parece que vaya a tenerlo más fácil que sus antecesores, los mileniales. Nacidos entre 1994 y 2010, según la taxonomía de las generaciones, los centennials también contarán con formación superior: uno de cada dos planea ir a la universidad. Empezarán a trabajar a edades más tempranas y, de acuerdo a un estudio de Yello Recruiting, buscarán empresas comprometidas y sostenibles y demandarán de ellas respuestas instantáneas.

Este meme muestra, con humor, cómo se enfrentan las diferentes generaciones. Su traducción sería la siguiente. Generación X: "Calla, millennial". Generación Z: "OK, boomer". Boomer de verdad: "¿?" Millennial de verdad: 2¿Por qué coj***** mi vida es tan difícil?".
Este meme muestra, con humor, cómo se enfrentan las diferentes generaciones. Su traducción sería la siguiente. Generación X: "Calla, millennial". Generación Z: "OK, boomer". Boomer de verdad: "¿?" Millennial de verdad: 2¿Por qué coj***** mi vida es tan difícil?".Know Your Meme

Son la mayor generación de la historia en términos de población, con 2.470 millones de centennials en el planeta. Se les presume más emprendedores, más tecnológicos y más nómadas que los grupos anteriores. Tendrán 18 empleos diferentes de promedio y vivirán en 15 casas a lo largo de su vida. La mitad de ellos ya pasa más de 10 horas diarias conectados a internet. Según Meghan Grace, autora de Generation Z: A century in the making, serán más ahorradores que los mileniales, “quizá por haber sido testigos silenciosos del impacto de la crisis del 2008 en los trabajadores”. Y pese a todo, sus perspectivas no pintan demasiado halagüeñas.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Quizá algunos aún se recuerdan recorriendo las ETT (empresas de trabajo temporal) de nuestro barrio y cumplimentando interminables formularios a mano para entrar en sus bolsas de empleo. Una situación posiblemente vivida por los mileniales de más edad y el grupo anterior, aquella generación X que Douglas Coupland bautizó en el título de su novela superventas sobre el desencanto (y que en España ha sido más conocida como la “Generación Nocilla” o “Peter Pan”). Nacidos entre 1969 y 1980, los “hijos de la Transición” representan hoy el 19% de la población total de nuestro país y registran una tasa de paro del 13%. Han sabido adaptarse a las (ya no tan nuevas) tecnologías y han hecho de puente entre dos grandes grupos generacionales. Son los que pasaron de la máquina de escribir al ordenador portátil, del anuncio en la revista a los portales virtuales, y de la libreta y bolígrafo a los smartphones.

Los más mayores (conocidos como baby boomers) no muestran mejores índices. La última Encuesta de la Población Activa arroja una cifra de casi medio millón de parados mayores de 55 años, el doble de hace una década. José Torres Moriana, el abuelo de Sheila, creció sin móviles, ni internet, incluso sin televisión. Nacido en plena guerra civil y jubilado desde hace lustros, comenzó en el cargo que ocupó muchos años gracias a una promesa como única carta de presentación. “Mi padre me llevó donde supo que requerían empleados, allí mismo dijo que él daba la cara por mí y en aquel entonces con eso era suficiente”, comenta. En sus tiempos se buscaba trabajo a través de los anuncios por palabras de los periódicos o de carteles escritos a mano sobre los muros o los postes de ciudades y pueblos. También se usaba el boca a boca y la recomendación: una fórmula que, si bien hoy digitalizada (y que recibe nombres más exóticos como networking o team players) sigue resultando una de las más efectivas.

Lo que hoy somos (o intentamos ser)

Daniel Vera (37 años) es ingeniero de software y ha cambiado de trabajo cinco veces en los últimos años. LinkedIn es su red de cabecera y, al contrario que a Sheila, le ha funcionado. “Desde el momento en el que les pedí a mis contactos que me recomendaran, empecé a recibir propuestas laborales. Ahora me llegan un mínimo de dos o tres ofertas de trabajo cada semana, aunque a veces son más de diez″. No es el caso de Marta Sahagún (28), joven administrativa: “He llegado a dedicar cinco horas diarias durante meses a esta tarea, en portales de empleo y desde las propias webs de las empresas, sin recibir ofertas con sueldos competitivos o que ofrezcan al candidato un desarrollo laboral interesante”.

Los estudiantes universitarios japoneses elevan sus puños y gritan durante la ceremonia anual de la búsqueda de empleo en Tokio.
Los estudiantes universitarios japoneses elevan sus puños y gritan durante la ceremonia anual de la búsqueda de empleo en Tokio.AFP

Laura Bernardo (36), graduada en Historia del Arte que recondujo su carrera hacia el diseño web, sabe que en las industrias creativas como la suya se demandan herramientas más importantes que un currículum: “Cuidar y mantener actualizado el portafolio es fundamental”. Daniel, Marta y Laura se dedican a sectores profesionales muy diferentes, pero tienen algo en común: pertenecen a la generación de “inmigrantes digitales”. Son mileniales, esa generación que vio con sus propios ojos cómo todo cambiaba. Este grupo de edad (hoy entre 28 y 40 años) que representa el 21% de la población a nivel mundial, según datos del MSCI, ha sido efectivamente pionero en adaptarse a la digitalización que forma parte de sus vidas, aunque nacieran antes de que internet fuera omnipresente. Es la generación que, por el alto porcentaje de estudios superiores y dominio de los idiomas, fue tildada como “la mejor preparada de la historia”. A pesar de ello, sus índices de desempleo resultaron ser más elevados que los de todos los que llegaron antes.

El entorno no los ha favorecido: han sido testigos de dos grandes crisis financieras mundiales en 12 años. Si la recesión de 2008 dejó a España con los mayores niveles de paro juvenil de Europa, que sobrepasaron el 50%, ahora llega la crisis del coronavirus. Las consecuencias ya se anticipan en cifras del tercer trimestre de 2020: cerca de una décima parte de los 102 millones de mileniales que residen en la eurozona están desempleados. Además, este grupo de edad suele cobrar sueldos inferiores a los de otras generaciones. El crecimiento exponencial de la retribución de aquellos nacidos en la década de los sesenta (incluso sin estudios superiores) es mucho mayor al de un joven de la generación milenial.

Un trabajo gracias a las tendencias de Twitter

Para muchos, las plataformas digitales fueron más que una herramienta básica: resultaron verdaderos trampolines que les catapultaron al éxito. El informático murciano autodidacta Víctor Robles era casi un adolescente cuando abrió su canal de YouTube para dar consejos sobre cómo buscar trabajo en las redes sociales. Antes de eso, le llegaron a ofrecer un empleo por 100 euros mensuales, pero poco después, gracias a esta plataforma y a su blog, ha logrado posicionarse como instructor online, ha sido fichado por grandes plataformas de aprendizaje internacionales y ya ha enseñado desarrollo web a más de 210.000 alumnos. Al publicista Chema Díaz no le ayudó LinkedIn en su desarrollo profesional, pero sí lo hizo Spotify. Decidió jugar la baza de la creatividad y creó una lista de reproducción en la que títulos de canciones cuidadosamente escogidos componían un resumen de su trayectoria profesional. “La lista que no se escucha, se lee”, la tituló. Fue tendencia en Twitter y, desde entonces, no le han faltado buenas ofertas como creativo en empresas referentes.

Pedro Rojas, gestor de redes sociales, asegura que no una, sino varias veces, encontró trabajo a través de Twitter. Publicaba tuits etiquetando a agencias que le interesaban y acabó siendo contratado por algunas de ellas. Hoy, Rojas es conferenciante y creador de SMMDay (Social Media Marketing Day), un evento en marketing digital en España.

Glovo
Concentración de 'riders' de Glovo enfrente a la Sagrada Familia (Barcelona), en 2019. (Foto: JUAN BARBOSA)JUAN BARBOSA

Es precisamente en este sector donde nos encontramos con más ejemplos de personas que triunfaron gracias a las redes. La inspiradora historia del brasileño Claudio Inacio lo demuestra: al ver truncado su sueño de convertirse en futbolista, vino a España para trabajar en una ferretería. Cuando cerró a consecuencia de la crisis del 2008, inició un blog que hizo que Coca-Cola se fijara en él. Acabó convirtiéndose en community manager de la marca.

Todo ellos son ejemplos de personas creativas que decidieron ir un paso más allá. Pero es innegable que cada caso de éxito hace sombra a miles de intentos y la competencia es feroz. Mientras tanto, en los márgenes de estos éxitos proliferan los microtrabajos, aquellos que a través de pequeñas tareas remuneradas plantean relaciones laborales que no duran más de unas pocas horas o días. España ya registra la mayor tasa europea de estos trabajadores en plataformas digitales: el 2,6% de la población activa se vale de los microtrabajos como fuente principal de ingresos, mientras que para el 18% son un método complementario para ganar dinero, según un informe del Ministerio de Asuntos Económicos.

¿Qué hacen? Pasear mascotas, rellenar encuestas o, sobre todo, repartir comida a domicilio. El fenómeno rider ha situado en el punto de mira a plataformas como Deliveroo o Glovo. Hace solo unos meses, el Supremo falló por primera vez en la historia sobre la materia, categorizando a estos conductores como “falsos autónomos”, otra de las figuras con las que a menudo mileniales y centennials conviven en nuestros días.

Aunque estas plataformas argumentan que brindan al trabajador total flexibilidad y libertad, se trata de una realidad invisible que, a la larga, está fomentando la falta de estabilidad laboral, la precariedad, incluso la explotación. Al menos atendiendo a la retribución percibida por estos trabajadores (la gran mayoría, por cierto, con alto nivel educativo): según la Organización Internacional del Trabajo, están ganando en Europa 3 dólares (2,49 €) de promedio por hora, por debajo de nuestro salario mínimo interprofesional. Con previsiones del 50% en autoempleo para 2030, esta tendencia en ascenso, una de las consecuencias de la liberalización económica, parece estar arrastrándonos al principio del fin del contrato indefinido.

¿Y hasta entonces? Más currículos

Crearse un canal de podcasts o YouTube o alimentar periódicamente un blog de éxito es una vía cada vez más habitual para destacar hoy. Y el currículum no es cosa del pasado, según aseguran varias empresas de empleo, sino que se adapta con soluciones más originales como la historia laboral en formato cómic, infografías o el popular videocurrículum. El idioma sigue siendo una limitación en España: para Henar Ramírez, responsable de desarrollo de talento en Atrevia, “es todavía una asignatura pendiente que nos hace a menudo descartar buenos candidatos”. En su experiencia, solo 4 de cada 10 entrevistados ofrece un nivel alto de inglés.

En todo caso, no toda la transformación que hace falta parece estar en manos de los que buscan trabajo. Los que buscan empleados también tienen cambios pendientes: la consultora Belén Aranda reconoce que “demandamos a las personas que se reinventen, pero el funcionamiento de los procesos de selección sigue estático” y augura que habrá una gran evolución en un plazo de 10 años. “Se está consiguiendo renovar el sector”, afirma. Es posible que nuestros hijos vayan a tener diferentes maneras de buscar un trabajo, pero también existe la esperanza de que las empresas encuentren formas más humanas de buscarlos a ellos.

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