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“Actuar es lo único que sé hacer”: gloria, desaparición y regreso de Michael Fassbender, el germano-irlandés que no quería ser famoso

Los medios de todo el mundo lo saludaron en la década pasada como un fenómeno de la pantalla, pero una serie de malas decisiones artísticas lo retiraron durante un tiempo de la pantalla. La serie ‘The Agency’ y la película ‘Black Bag’ podrían darle una segunda oportunidad

Michael Fassbender en el estreno de 'The Agency' en Nueva York.
Eva Güimil

Si los mayas hubiesen acertado con sus predicciones y el mundo se hubiese acabado en 2012, la última gran estrella de Hollywood habría sido Michael Fassbender (Heidelberg, 47 años). En 2011 era el actor más deseado y el más ubicuo. Acaparó portadas, reventó las taquillas y conquistó a la crítica con una inteligente combinación de títulos independientes y franquicias. La industria no recordaba un fenómeno así: no solo era un actor exquisito, también resultaba elegante y atractivo de una manera despreocupada. “El nuevo Brando” le llamaron. “Un Errol Flynn moderno”, dijo de él David Cronenberg. El director Steve McQueen fue más allá: “Es revolucionario. Posee una vulnerabilidad y una sensualidad muy poderosas. Posee una feminidad extraordinaria sin dejar de ser un hombre de verdad. Hay actores y hay artistas, y Michael es un artista”. Los elogios no se agotaban para definirle.

A lo largo de un lustro, además de halagos, acumuló premios: dos nominaciones al Oscar, un premio de la Crítica Cinematográfica, un premio del Sindicato de Actores y la Copa Volpi al Mejor Actor del Festival de Venecia. Todos querían unir su nombre al suyo, todos los grandes proyectos le incluían. Y entonces en 2017 la curva del éxito descendió con tal virulencia que The Guardian se preguntó: ¿podrá Michael Fassbender sobrevivir a su año de fracasos? Una sucesión de estrenos desastrosos amenazaban con “arruinar la brillante carrera de este actor”.

Sus estrenos perdieron relevancia, cuando no fueron fracasos catastróficos. Aunque no todo fue negativo. En una de esas películas que nadie vio, La luz entre los océanos (2016), conoció a Alicia Vikander, otra estrella de trayectoria gemela: una europea que se había convertido en la actriz de moda de manera fulgurante, con un Oscar en la repisa y una suculenta franquicia, Lara Croft, en ciernes. Tras mantener su romance fuera de los focos, se casaron, se mudaron a Lisboa y desaparecieron tan suavemente como abruptamente había ascendido a la lista A de Hollywood. Desde entonces el nombre de Fassbender se ha asociado únicamente a los resultados de las carreras de coches: lleva compitiendo de manera profesional desde 2017. Y cuando los productores piensan en actores llegados de las islas britanicas piensan en Paul Mescal.

Michael Fassbender durante una rueda de prensa en el Festival de Berlín en 2007.

Fassbender salió de su retiro voluntario tímidamente en 2023 con un par de proyectos muy por debajo del talento demostrado: una olvidable cinta sobre fútbol y El asesino, de David Fincher. Ahora vuelve por partida doble, en la serie de televisión The agency y en Black Bag, donde se ha puesto a las órdenes de uno de sus directores fetiche, Steven Soderbergh. Las críticas son dispares, pero el actor, volcado en su vida familiar, no parece estar demasiado ansioso por volver a la primera línea.

De ‘heavy’ a intérprete

Fassbender nació en Heidelberg, Alemania. Su madre es irlandesa y su padre alemán. Cuando el actor tenía dos años, se afincaron en Irlanda, donde regentan un restaurante. Su primera pasión fue la música. Con pantalones cortos, Martens y greñas formó parte de un grupo heavy “capaz de echar a cualquiera de cualquier sitio”, según lo describió él mismo. No tuvo demasiado éxito. Tampoco destacó en los estudios. Se planteó ser abogado, arquitecto o periodista, pero no tardó en centrar sus esfuerzos en la interpretación.

A los 19 años, se trasladó a Londres para estudiar teatro. “Me costó un tiempo acostumbrarme a lo caro que era Londres. Mis padres me ayudaron, pero nunca tuvimos mucho dinero”, relató a The Hollywood Reporter en 2012. “Así que los primeros tres o cuatro años fueron muy complicados, entre pagar la matrícula de la escuela de teatro y sobrevivir”. El primer papel que consiguió fue en la serie de HBO Band of Brothers, producida por Steven Spielberg y Tom Hanks. “Para serte franco, le recuerdo vagamente, pero si hubiera sabido entonces lo que sé ahora de Michael Fassbender, habríamos hecho un episodio de la serie solo para él”, afirmó Hanks años después.

Michael Fassbender posa con la Copa Volpi a mejor actor que ganó por 'Shame' en el Fstival de Venecia en 2011.

Creyó que el éxito de crítica de la serie se materializaría en ofertas, pero no fue así. No pasaba de las pruebas. “Me sentí avergonzado y volví a Londres. Conseguí trabajos en la televisión británica de forma intermitente entre los 23 y los 27 años, pero fueron muy irregulares”. Para sobrevivir hacía publicidad y cualquier trabajo que le permitiese pagar el alquiler, fue camarero y descargó camiones. No pasó nada hasta que sus abdominales, de los pocos no digitales, le hicieron destacar entre los otros 299 troyanos en 300 (2007), la vigorosa adaptación de Zack Snyder de la novela gráfica de Frank Miller donde interpretó a Stelios. Pero fue la obra de un debutante la que lo cambió todo.

El primer encuentro con el hombre que iba a cambiar su vida fue desastroso. El director Steve McQueen provenía del cine de animación y no estaba acostumbrado a tratar con actores. Fassbender, por su parte, arrastraba demasiadas decepciones y su nerviosismo se parecía a la arrogancia. “Cuando vino a la audición pensé: ¿quién es este tipo? Parecía que no le importaba”, recordó McQueen. “Lo que no sabía era todo el rechazo que había sufrido. Lo llamaron para una segunda audición, y todo se iluminó. Me subí a la parte trasera de su motocicleta y nos emborrachamos juntos”.

McQueen buscaba al protagonista de Hunger, la historia real de Bobby Sands, un preso del IRA que falleció tras una huelga de hambre en prisión. Parecía un papel adecuado para un Fassbender que según su familia es descendiente del líder revolucionario irlandés Michael Collins (que en el cine fue interpretado por Liam Neeson). Para asemejarse al aspecto de Sands en los últimos días de su vida Fassbender se alimentó durante meses de bayas, frutos secos y sardinas y perdió 20 kilos.

Tarantino y las arrugas

Cuando surgió la posibilidad de trabajar con Tarantino, le pudo el ansia. Su primera prueba, de nuevo, fue un desastre. “Llamé a mis padres inmediatamente después de salir y les dije: la cagué”, recordó en Business Insider. Por suerte, su interpretación como Hicox fue lo suficientemente convincente como para conquistar a Tarantino y el resto es historia. Hollywood no sabía si era una joven promesa o un veterano que llegaba tarde al estrellato. “La primera vez que fui a Los Ángeles tenía 24 años y creían que tenía 35. La agente que me llevó a un programa de televisión no me creyó y tuve que mostrarle mi carnet de conducir. Disfruto mucho de las arrugas en mi frente y en mi cara, porque así es mi vida. Es mi historia y me gusta verla en los demás. Estas arrugas se deben a una chica que me rompió el corazón y no quiero escapar de ella de ninguna manera”.

Alicia Vikander y Michael Fassbender en una protección de 'La luz entre los océanos' en el Festival de Venecia en 2016.

El horóscopo chino dice que 2011 fue el año del conejo, pero en Hollywood fue el año Fassbender. Fue el romántico Rochester de Jane Eyre y Magneto, uno de los personajes más complejos del universo Marvel; interpretó al filósofo Carl Jung a las órdenes de David Cronenberg y Steven Soderbergh lo fichó para Indomable, pero fue Shame (2011), la la que le permitió mostrar todo su potencial. Su brutal y desgarrado retrato de un adicto al sexo deslumbró a la crítica y los desnudos frontales convirtieron una parte de su anatomía que suele tener escaso protagonismo en la estrella de la temporada de premios.

”Tu pene fue una revelación. Estoy dispuesta a trabajar con él en cualquier momento” declaró Charlize Theron durante una gala de premios. “Fassbender puede jugar al golf sin manos” bromeó George Clooney durante los Globos de Oro. Vanity Fair publicó un artículo titulado Un año en la vida del pene de Michael Fassbender. En cada entrevista ningún periodista evitaba mencionar su órgano sexual. La nominación al Oscar que todo el mundo daba por sentada no llegó y él considera que todo el revuelo sobre sus medidas tuvo mucho que ver. “Hacer pis me costó un Oscar”, declaró a GQ, refiriéndose a la escena en la que, desnudo, se dirige al cuarto de baño.

“Al principio la gente me decía que iba a ir a los Oscar y a mí me daba igual. Pero que te lo repitan tanto hace que te lo creas y lo des por sentado. Pensé que estaría allí. Y luego descubrí que no y me sentó mal. Muy mal”, reconoció. “Los desnudos eran imprescindibles para entender el personaje y por eso los hice. Por otro lado, no entiendo que el desnudo frontal masculino sea tan polémico, pero que las actrices lo hagan y a todos les parezca de lo más normal”. Una respuesta similar a la que ha dado hace unos días el actor de The White Lotus Jason Isaacs, cuyo pene ha acaparado más comentarios que todos los capítulos estrenados de la serie.

Si 2011 supuso su lanzamiento meteórico, 2012 fue el año de su consagración. La lista de grandes directores con los que había trabajado se incrementó cuando Ridley Scott lo fichó para Prometheus, el renacimiento de la legendaria saga Alien en la que interpretó a David, un androide obsesionado por Lawrence de Arabia, y su reencuentro con Steve McQueen en Doce años de esclavitud le supuso su primera nominación al Oscar. La segunda llegó por interpretar a Steve Jobs en 2015 después de que en el último momento Christian Bale se apease del film de Danny Boyle.

Michael Fassbender en 'X-Men: First Class' (2011).

Nadie trabajaba más que él y nadie aparecía en más portadas, pero la fama no le deslumbró. “Hace diez años me habría sentido atraído y seducido por todo lo que conlleva la fama, pero ya no me interesa. Me considero afortunado de haber logrado lo que he logrado y de que muchos grandes cineastas quieran trabajar conmigo. Eso es más que suficiente para mí. Pasé mucho tiempo sin trabajo. Ahora intento aprovechar las oportunidades”, reconoció a Irish America Magazine en 2012.

Y entonces llegó la cuesta abajo. Nada de lo que estrenaba funcionaba. La adaptación del videojuego Assassin’s Creed, por ejemplo, fue uno de los mayores batacazos de 2016. Las críticas fueron nefastas, un golpe especialmente doloroso ya que había sido un empeño personal que él mismo produjo. Todavía corrió peor suerte El muñeco de nieve (2017). Basada en la exitosa novela de Jo Nesbø, tenía todos los ingredientes para reventar la taquilla y sin embargo fue un desastre sin paliativos. Con apenas un siete por ciento de valoración en Rotten Tomatoes significó el beso de la muerte a la carrera de Fassbender y al noir nórdico. Durante seis años desapareció de las pantallas, a excepción de una aparición en Fénix Oscura, uno de los mayores desastres de Marvel. A pesar del hermetismo con el que lleva su vida privada se supo que había contraído matrimonio con la actriz Alicia Vikander. Salía del mercado uno de los solteros de oro de Hollywood al que se había relacionado con Zoe Kravitz, Rosario Dawson o Lupita Nyong’o.

Su alejamiento de la primera línea le permitió también evitar declaraciones acerca de un asunto del pasado que volvió a resurgir: la denuncia por violencia de género de su expareja, Sunawin Andrews, había interpuesto en 2010, justo antes de su eclosión en Hollywood. Y antes del #metoo. La modelo y actriz solicitó una orden de alejamiento contra el actor, además del pago de 24.000 dólares en facturas médicas tras sufrir diversas heridas por los golpes recibidos durante distintos arrebatos de ira del actor. Después llegó el éxito fulgurante y no hubo juicio, sólo silencio.

Durante su ausencia de la pantalla se ha centrado en las carreras, un proceso que ha plasmado en el documental Road to Le Mans, en su matrimonio y en la paternidad. Ahora, tras algunos tímidos retornos, parece reactivar su carrera. “Me alegra volver a actuar”, declaró a IndieWire sin dar demasiada importancia a su hiato, “porque me doy cuenta de que es lo único que sé hacer”.

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Sobre la firma

Eva Güimil
Eva Güimil (Mieres, 1972) ha sido directora y guionista de diversos formatos de la televisión autonómica asturiana. Escribe sobre televisión en EL PAÍS y ha colaborado con las ediciones digitales de Icon y 'Vanity Fair'. Ha publicado la biografía de Mecano 'En tu fiesta me colé'.
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