De Rubiales a Michael Jackson: ¿por qué algunos hombres se agarran la entrepierna en público?
Desde el Imperio Romano hasta la euforia deportiva, pasando por una coreografía: el gesto de llevarse la mano a la entrepierna sigue vigente en las figuras públicas (Benson Boone es el último ídolo en hacerlo), pero la sociedad lo cuestiona cada vez más

Tradicional, inconsciente, nervioso o provocativo, el gesto de agarrarse la entrepierna aún persiste entre los hombres, casi como un mal atávico. Si se presta atención, los ejemplos son constantes, aunque no siempre atraen la misma atención. El último en causar conmoción, rompiendo las redes a su paso, fue el cantante Benson Boome este mismo mes en la gala de los Grammy. Tras clavar la última frase de la canción Beautiful Things (”Necesito todas estas cosas bonitas que tengo”), agradeció al público, lanzó una reverencia y, levantando una pierna, agarró tranquilamente su sexo. ¿Trataba de recolocarse el vestuario? ¿O era más bien una exhibición victoriosa? Detrás del mismo gesto se pueden esconder muchas razones y también posibles orígenes que nos retrotraen décadas. Incluso siglos.
En la música, gracias a artistas como Michael Jackson, se convirtió en todo un emblema de la provocación. En España el ejemplo más reciente es el del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol Luis Rubiales, recién condenado por el beso a la jugadora Jenni Hermoso. La misma noche del incidente también llamó la atención al agarrarse el paquete con medio mundo mirando y la reina Letizia y la infanta Sofía, entonces menor de edad, sentadas al lado. Pero hace seis años ya lo había hecho también Diego Simeone, en un gesto que le valió un expediente disciplinario de la UEFA. Ante tanta, y tan variada, casuística, es importante diferenciar los motivos detrás de cada uno de ellos.
La Dra. Sonia El Hakim López, presidenta de la Asociación Española de Comunicación No Verbal, cree fundamental distinguir cuatro tipologías de este gesto: el ostentador, el nervioso, el emblemático y el artístico. En su opinión, tanto Boone como Rubiales pertenecen al primer grupo. “A los dos se les ve la expresión de triunfo en la cara y lo acompañan con un gesto con el dedo para que miremos su entrepierna. Exponer los genitales para mostrar el tamaño como símbolo de poder es testosterónico y primitivo. Los machos del mundo animal también lo hacen para medirse con otros”, razona. Ante una sociedad que, según El Hakim, evoluciona hacia la empatía y el respeto, estas muestras quedan cada vez más fuera de lugar.
Ajenos a esta grosera exhibición, están los gestos nerviosos o adaptadores, más discretos, sin ninguna intención comunicativa y que nos ayudan a gestionar una situación de estrés. Aquí entran desde la habitual pose de protección de poner las dos manos tapando la entrepierna hasta el toque rápido para reajustar la ropa interior. Esta segunda es la explicación que Boone ha dado en sus redes sociales tras la avalancha desatada por “la agresividad de su gesto”. La experta, sin embargo, no acaba de comprar su teoría. “Podría haber esperado a salir del escenario o no hacerlo de una manera tan ostentosa. Lo que demuestra es una falta de inteligencia no verbal, no se adapta al contexto en el que está. El gesto puede ser inconsciente y revelar una costumbre que tiene en ambientes más íntimos”, añade.
Malas costumbres
Este argumento de la costumbre es el que muchos aún esgrimen para defender el uso ostentoso del gesto. En Italia, sobre todo, ha ocupado hasta hace bien poco un lugar protagonista. Allí se convirtió en un emblema masculino para defenderse de la mala suerte. Acompañado del dicho “Io mi tocco” (yo me toco, en español), los hombres se agarraban la entrepierna al cruzarse con un coche fúnebre o al hablar de la muerte. “Con ese uso, el gesto se transforma en emblema. Adquiere un significado, que se puede traducir en palabras, para una cultura en concreto. En este caso sería: que no me llegue a mí la mala suerte, igual que aquí en España tocamos madera”, señala El Hakim.

No por ello queda exento de polémica. En 2008 un caso concreto llegó a la Corte Suprema y se acabó sentando jurisprudencia en contra de esta tradición. El tribunal condenó a pagar una multa de 1200 euros a un hombre que quiso justificar sus tocamientos en la calle apelando a esta costumbre. Según recogía The Telegraph, los jueces remarcaron que iba en contra del decoro público y que todos los hombres que quisieran agarrarse la entrepierna para ahuyentar la mala suerte deberían esperar a llegar a casa para hacerlo. Además, para entonces el gesto ya había evolucionado hacia derivaciones menos ofensivas como agarrar el corno, un pequeño amuleto colgante con forma fálica.
La sentencia causó conmoción y reapareció, más fuerte que nunca, la defensa tradicional que vinculaba el gesto italiano con el Imperio romano. Para Patricia González Gutiérrez, doctora en Historia por la UCM y experta en Estudios de Género, este afán de rebuscar en la historia pretende dulcificar ciertas conductas. “Que se lleve haciendo mucho tiempo no significa que esté bien”, explica. Con los registros escritos disponibles es difícil saber si utilizaban el gesto, pero los restos arqueológicos sí que muestran la obsesión de los romanos por los falos como figura de protección.

“Nunca fue algo inofensivo para atraer la buena suerte. Tenía un sentido agresivo. La representación del falo se utilizaba, con espadas y palos, como un arma más para luchar contra el mal de ojo femenino”, aclara. En la Antigüedad, desde Grecia, se consideraba venenosas a las mujeres por la menstruación. Eran como hombres mal hechos cuyos fluidos podían incluso arruinar las armas. De allí venía el sentido que el falo adquiría como el arma protectora del hombre. “A lo largo de la historia, la mentalidad machista ha utilizado la genitalidad como una forma de agresión”, destaca.
Es arte, ¿no?
Frente a los tres usos anteriores, El Hakim defiende la total independencia del paso artístico conocido como crotch grab o agarre de entrepierna en español. “Michael Jackson hacía el gesto dentro de una coreografía, más o menos llamativa, pero no deja de ser una coreografía. También lo hacen otros cantantes de rap o música urbana, pero siempre está enmarcado dentro de una performance o escenificación artística”, defiende. En el escenario el gesto se puede transformar en una reivindicación provocadora e incluso feminista. Este particular universo paralelo contiene, por tanto, sus propias teorías y explicaciones sobre el origen del gesto.
Alejado en principio de las dinámicas más primitivas del mundo exterior, el crotch grab también acabó provocando un conflicto básico y bastante territorial dentro de la música: ¿Quién lo hizo primero? Hasta ahora y, en contra de lo esperable, la poseedora del título es una mujer, Carole Pope. La vocalista canadiense del grupo Rough Trade, famosa por sus letras abiertamente lésbicas, dio a conocer el paso en una gala de los premios Juno en 1982 mientras cantaba “She makes me cream my jeans when she comes my way” (Ella me hace mojar mis pantalones cuando pasa a mi lado), la frase más polémica de la canción High School Confidential. “No me dejaron hacerlo en los ensayos, pero decidí mantenerlo en el directo. Me agarré la entrepierna para reclamar que era mía”, confesó Pope en la serie documental From the Vaults (2018). La polémica, lejos de hundirles, encumbró al grupo y les consiguió el contrato de su vida con True North Records.
Michael Jackson lo incorporó poco después. Ya aparecía en su famosa actuación de Billie Jean en 1993, pero a medida que se hacía más polémico el gesto fue ganando peso. Con las chupas de cuero y su renovada imagen física, Jackson lo utilizaba en el videoclip de Bad (1987) para distanciarse del aura juvenil con la que se había dado a conocer. Sin embargo, la verdadera polémica llegó con el lanzamiento en 1991 del videoclip de Black or White. Una fastuosa producción de 11 minutos de duración en la que el artista enfrentaba de manera velada las especulaciones sobre el cambio en su tono de piel.
El videoclip terminaba con un apoteósica coreografía de cuatro minutos en la que Jackson volcaba su ira físicamente en sus pasos de baile. Se llevaba las manos a la entrepierna de todas las maneras posibles y acababa por rasgarse las vestiduras literalmente. La retransmisión en la cadena Fox generó una gran controversia y Michael Jackson tuvo que emitir un comunicado en el que advertía que su intención nunca fue incitar a la violencia y que lo único que pretendía era imitar la ira de la pantera en la que se convertía a mitad de videoclip. Aún así, el paso logró establecerse como uno de sus movimientos clásicos.
Por la misma época, Madonna también sacó a relucir el gesto en el videoclip de Express Yourself (1989). Fiel a su habitual estilo provocador y sexualmente liberador, la cantante retomó el gesto de Pope y lo encumbró como toda una reivindicación feminista. Vestida con un traje masculino Madonna presumía de que ella podía ostentar tanto poder como cualquier hombre y lo demostraba de la manera más testosterónica posible.
Años más tarde, como si no hubiera ya suficiente competencia en la batalla por reclamar el movimiento, apareció una figura desconocida que unía a las versiones del rey y la reina del pop. Vicent Paterson, el coreógrafo de ambos, reconoció en su documental The Man Behind The Throne (2014) que el paso fue una ocurrencia suya que más tarde personalizó cada uno.

Independientemente de la autoría, el gesto se estableció y en los noventa pasó a convertirse en una seña de identidad para los raperos. En una entrevista para NPR, el cantante Jay-Z ofreció una explicación muy interesante del fenómeno. “En el hip hop normalmente triunfa primero una grabación y luego te lanzan solo a un escenario. No tienes ninguna experiencia y te sientes desnudo, así que te agarras la entrepierna. Queremos que penséis que es una bravuconería, pero la verdad es que estamos aterrados y lo ocultamos así ”, contaba.
Es en este contexto cuando aparece el icónico posado crotch grab de Mark Wahlberg, que también empezó en el rap, para Clavin Klein en 1992. Pese a lo esperable, el gesto nunca quedó obsoleto y pasados los noventa se ha seguido utilizando para los retratos más provocadores. Fe de ello da el delirante vídeo-tutorial en el que Nick Jonas explica cómo agarrase la entrepierna. Ese mismo 2014 el cantante había protagonizado una sesión con la revista Flaunt en la que rendía tributo al sello Wahlberg. En España también contamos con nuestra propia versión de este homenaje. En 2019 C. Tangana imitó el gesto para la revista King Kong, pero en este caso el referente era mucho más cercano: el cartel con Javier Bardem de la película Huevos de Oro (1993) de Bigas Luna.
Todavía en 2025 el crotch grab sigue teniendo vigencia sobre los escenarios. Basta con buscar en cualquier red social para encontrar los últimos ejemplos. Del joven cantante queer Omar Rudberg, protagonista del drama gay de Netflix Jóvenes Altezas, a la estrella del K-pop Chon San, el movimiento sigue levantando, más de 40 años después, las mismas pasiones sobre el escenario. El problema aparece, como bien ha podido comprobar Benson Boome, cuando se hace en esos instantes tan ambiguos que van desde la última nota hasta que se abandonan las tablas. La mitad de los fans alabaron el erotismo y la libertad artística y la otra mitad condenó un ademán inadmisible. Nada define mejor el largo periplo del gesto, de Roma a los Grammy.
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