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David Grann: “Gracias a la tecnología, el mal ahora tiene la posibilidad de destruir el mundo entero”

El escritor estadounidense, autor de ‘Los asesinos de la luna’, investiga hechos olvidados y los convierte en libros de no ficción narrativa que venden millones de ejemplares. Su próximo gran éxito se llama ‘Los naúfragos del Wager’

La nueva obra del autor neoyorquino David Grann indaga en el naufragio de un buque de guerra británico en el siglo XVIII.
La nueva obra del autor neoyorquino David Grann indaga en el naufragio de un buque de guerra británico en el siglo XVIII.RYAN LOWRY

Cuando se tiene delante a un escritor que ha vendido millones de copias en 25 idiomas con tres obras convertidas en exitosas producciones de Hollywood es difícil resistir la tentación de bromear lanzando una pregunta tópica: “¿Qué le gustó más: el libro o la película?”. Al periodista David Grann (Nueva York, 1967) autor de Los asesinos de la luna, que llevó al cine Martin Scorsese consiguiendo diez nominaciones a los Oscar, la cuestión le hace mucha gracia. “He aprendido que ambos caminos se dirigen hacia la misma verdad, pero lo hacen de formas diferentes”, contesta en el restaurante que ocupa la antigua estación de tren de Mamaroneck, el pequeño pueblo costero al norte de Manhattan en el que vive.

Lo que hace Grann es rebuscar entre los archivos historias que nadie se ha preocupado en investigar, encontrar a los testigos que siguen vivos, si los hubiera, y visitar los lugares donde sucedió todo para después encerrarse en su casa a hilar los sucesos del pasado que desvelan las contradicciones, las paradojas morales y la resistencia de la esencia humana. En Los asesinos de la luna indagó en los asesinatos que diezmaron a la nación indígena de los Osage cuando se descubrió que el terreno baldío de Oklahoma en el que les habían obligado a vivir tenía enormes reservas de petróleo. Así reveló el terror que se vivió en Oklahoma en los años veinte y que la investigación de aquellos crímenes fue el desconocido germen del nacimiento del FBI. “Soy un observador externo, me ciño a los hechos. En las películas pueden rellenar los vacíos de la historia con imaginación”.

Habrá que tener esto en cuenta la próxima vez que alguien trate de comparar un libro de Grann con la versión fílmica. Porque va a volver a suceder. Scorsese y su socio cinematográfico, Leonardo DiCaprio, protagonista junto a Robert de Niro de Los asesinos de la luna, han comprado los derechos de su nuevo libro, Los náufragos del Wager. Historia de un naufragio, un motín y un asesinato, publicada en español por la editorial Random House.

Grann dejó la vorágine del periodismo y se mudó hace años desde Nueva York con su mujer y sus dos hijos a esta localidad del condado de Westchester, donde encontró la tranquilidad necesaria para abordar sus inabarcables investigaciones. “Mi naturaleza impulsiva y obsesiva se adapta más a los libros”. Hace una breve pausa y añade, “a los plazos de entrega de los libros”.

Gracias a esa meticulosidad en las pesquisas y a una prosa adictiva cultivada en sus días como periodista en la revista The New Yorker se ha convertido en un maestro de la no ficción narrativa, con millones de lectores en todo el mundo. Capaz de describir con precisión el viaje del explorador británico Percy Fawcett en 1925 por el Amazonas en busca del supuesto reino de El Dorado, que dio lugar a la película Z, la ciudad perdida (2016), protagonizada por Charlie Hunnam, Robert Pattinson y Sienna Miller; o las aventuras del septuagenario ladrón de bancos Forrest Tuckeren, el último papel que ha interpretado Robert Redford en la cinta Un ladrón con estilo (2018). “Mis historias siempre intentan explicar un enigma. En ellas hay una persona, un detective o un explorador, que busca respuestas”, explica.

David Grann fotografiado en su despacho en Mamaroneck rodeado de toda la parfernalia de su nueva investigación.
David Grann fotografiado en su despacho en Mamaroneck rodeado de toda la parfernalia de su nueva investigación.RYAN LOWRY

Su nuevo libro narra la increíble odisea de los tripulantes del Wager, un buque de guerra británico que formaba parte de la flota que partió en 1740 con la misión de hacerse con un galeón español repleto de tesoros en la costa de Chile. El barco se hundió en una isla desolada frente a la costa de Patagonia donde llegaron vivos 145 de los 250 tripulantes. Lo que sucedió a continuación es el relato de una lucha encarnizada por la supervivencia de unos hombres obsesionados con controlar el relato de lo sucedido ante los ojos de la justicia militar del Imperio Británico. Las extremas condiciones no les hacen perder la esperanza de un improbable regreso. “Es una batalla por contar la historia, lo que se recuerda y lo que se olvida. Eso es el Wager. Algo que todavía sucede”. Fue esa obstinación lo que llevó a dos de los náufragos a dejar todo por escrito en sus diarios. Sin esas páginas, Grann no habría sido capaz de reconstruir los sucesos. Tampoco sin las crónicas del sonado juicio que se celebró en Inglaterra y que influyó a filósofos de la ilustración como Rousseau o Voltaire en sus estudios sobre el poder de la razón humana sobre la religión y los excesos de las monarquías. “Los impulsos, los deseos, la complejidad y el potencial del ser humano para hacer el bien o el mal no ha cambiado desde entonces”, comenta sobre unos sucesos que resuenan en el mundo de hoy. “La única diferencia es que, gracias a la tecnología, el mal ahora tiene la posibilidad de destruir el mundo entero, no solo a su sociedad o a su vecino”.

El escritor se topó con la historia del Wager hace ocho años al dar con el diario del marinero adolescente John Byron, el abuelo del legendario poeta romántico Lord Byron, cuando buscaba información sobre motines. “Tenía una serie de descripciones muy notables. Me atrapó”. El segundo descubrimiento fueron las páginas personales del artillero del navío con instintos de líder, John Bulkeley, donde explicaba con todo lujo de detalles su rivalidad con el capitán del barco, David Cheap. Son las tres figuras centrales de la increíble saga humana. “Quiero que el lector se pregunte quién habría sido en el Wager y luego en la isla. Pero si cree saber la respuesta, estará mintiéndose a sí mismo”. Porque como experto en tratar de descifrar las motivaciones terrenales que modelan los destinos mantiene que lo interesante de sus historias es que demuestran que los humanos son torpes, ineficientes, dados a cometer errores y propensos a desplegar defectos. “En general, si crees que hay una conspiración y profundizas, descubres que no es así”. Grann dedica alrededor de cinco años a cada uno de sus libros. Escribe desde su aislamiento personal que se ve invadido por la avalancha de informaciones falsas que llegan del exterior. “La gente habla de politización de las noticias, pero lo que sucede es un emocionalismo de las noticias, que impide ver lo que sucede realmente. Me temo que estamos en una era en la que nos vamos a entretener a nosotros mismos hasta morir”.

Ahora está ocupado con su próximo libro. Esta vez tratará de discernir la verdad entre la maquinaria de desinformación creada por los espías de Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Aunque en algún momento ha pensado en escribir sobre el presente, asegura que nunca ha encontrado la manera de hacerlo porque la falta de perspectiva se lo impide. Pero tiene una pregunta al observar el momento que vive Estados Unidos y su influencia como principal potencia sobre el mundo. “¿Estamos viviendo un espasmo de populismo, de ira, de subversión de la verdad y de colapso de las instituciones democráticas o es algo que se va a hacer permanente?”. No hay contestación posible porque, recuerda, estamos atrapados dentro de la historia sin perspectiva ni visión del futuro. “Nadie sabe cómo va a terminar este viaje. Nadie tiene la respuesta”. Lo único que tiene claro es que parece que nos ha tocado la conocida maldición, “ojalá vivas momentos interesantes”. Tiempos que corresponden a las épocas más difíciles. Alimento esencial de las crónicas y de las películas.

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